¿Qué es el ocio?
El ocio es al mismo tiempo una experiencia personal y un fenómeno social (que se da en un tiempo vital básico para el desarrollo de toda persona humana).
Ambas realidades son ciertas y necesarias para comprender nuestro objeto de estudio, que ha acompañado siempre al ser humano, confundiéndose con conceptos como felicidad, satisfacción, motivación y libertad. Desde el Instituto de Estudios de Ocio intentamos analizar este complejo fenómeno desde distintas ópticas y disciplinas académicas, conscientes de que no hay un solo ocio, ni una constante única que nos permita afirmar qué es ocio de forma categórica, para siempre y para tod/s. Como ocurre casi siempre con los conceptos complejos y esenciales, resulta más fácil y seguro decir qué no es ocio que definir qué sí lo es ya que constantemente encontramos nuevas formas de ocio.
Ambito de libertad. Territorio propio.
Sí podemos afirmar sin embargo que hay elementos transversales y comunes a las formas de ocio de los seres humanos que podríamos denominar libertad percibida y motivación intrínseca. Nuestros ocios son buscados, son queridos. Son ocio en cuanto nos sentimos libres de dedicarnos a ellos, cuando no buscamos otra segunda cosa a través de ellos, sino que nos vale con aquello que nos ofrece la misma actividad o experiencia. Un joven puede convertir una visita obligatoria a un museo en una experiencia de ocio, pero solo a través de SU motivación, cuando vislumbra algo que le llama personalmente y elige vivir la visita como una experiencia elegida, y no forzada a su persona. Es imposible obligar a alguien a vivir el ocio, y esto es especialmente cierto en los jóvenes.
Euskera en el aula. Euskera en la calle.
¿Viven los jóvenes vascos su ocio en euskera? Desde luego esta pregunta deben responderla ellas y ellos, y no la universidad, pero la realidad sociolingüistica del país vasco y la naturaleza misma del ocio nos permiten adelantar algunas cuestiones sobre este tema tan crítico.
En primer lugar, la normalización lingüistica de una gran parte de los niños y jóvenes vascos ocurre en la escuela, a través de la educación formal. La capacitación lingüistica ocurre en el aula, dentro de las normas, reglas y potencialidades en las que funcionan las instituciones educativas. El adolescente que completa con éxito el proceso de educación obligatoria es de esta forma capaz de desenvolverse con mayor o menor soltura en euskera, pero dentro del mundo académico, que nunca será del todo el suyo propio. La alfabetización, por perfecta que sea (y tal vez precisamente cuanto más perfecta resulte), no puede permear los territorios vitales propios de los jóvenes, por la sencilla razón de que estos territorios se construyen en contraposición y como reacción a los territorios educativos, obligatorios y productivos que la sociedad adulta les impone.
La joven necesita un lenguaje propio, agil, gamberro, sucio para desmarcarse de la realidad del aula, necesita de un registro informal, canalla, con insultos y palabras malsonantes, con referencias actuales y vocabulario mestizo, contaminado, cambiante, siempre cambiante. Y la normalización lingüistica no va en este sentido. El euskera de las aulas, el euskera batua que todavía estamos asentando, no va en la línea del ocio de los jovenes, sino en la línea de la normalizacióna académica y la corrección lingüistica, y por tanto no ofrece, dentro de su campo de alfabetización, una capacitación idiomática para los terrenos propios de los jóvenes.
Los jóvenes alfabetizados en el aula deben recurrir necesariamente al español o al francés en busca de ese registro percibido como “más propio”, ese que se rebela ante la corrección del aula, ese que sienten que no forma parte de los deberes y obligaciones de la escuela, sino que es el que hablan sus referentes mediáticos, el que se reproduce y repite como “lenguaje de la calle” a través de los cientos de altavoces que las lenguas mayoritarias poseen y de las que las lenguas minorizadas carecen.
Por supuesto existen jovenes que han recibido una transmisión no académica de la lengua, a través de la familia o del entorno euskaldun, y que por tanto parten de una concepción más viva del idioma que nada o poco tiene que ver con las matemáticas, la historia o la geografía que se imparten en el aula (aunque coincidan con ella), del mismo modo que el español que reciben y hablan en la calle pueda coincidir con el español que habla el profesor en su asignatura. Sin embargo esta transmisión es minoritaria, y concentrada en zonas vascófonas muy concretas, y se da en mucha menor medida en las ciudades que en los pueblos pequeños, y no puede crearse ex nihil a partir de la enseñanza. En este sentido es cierto que las realidades de ocio de las y los jóvenes de pueblos
Existen, por tanto, usos de ocio del euskera entre aquellos que dominan el idioma, pero este uso se diluye ante la corriente mayoritaria de pasar al español o al francés, puesto que como lenguas contestatarias jóvenes ofrecen un abanico mucho más amplio de recursos al ser hablados por más personas, por más músicos, por más personajes de televisión, de cine, deportistas de élite etcétera.
Resumiendo, la normalización lingüistica a través de la educación formal capacita a los jóvenes para manejar el euskera en el aula, pero no en la calle. El mismo hecho de la capacitación lingüistica puede ser vivido como una obligación académica, reforzando la búsqueda de refugio, de un territorio propio, en el erdera, y este refugio es permanentemente promocionado por los múltiples medios de comunicación, equipamientos y recursos de ocio con los que los idiomas mayoritarios cuentan, y frente a los cuales las lenguas minorizadas no pueden competir en tamaño, número y espectacularidad.
¿Futuro del ocio en euskera?
No es nuestra intención plantear un panorama desalentador o negro para el euskera “real” a pie de calle. La capacitación académica es una base necesaria en la que se han hecho grandes progresos y que permite que las generaciones más jóvenes puedan acceder a la cultura y al ocio en euskera donde antes esto resultaba imposible incluso técnicamente. Sin embargo sí creemos que es importante señalar que una cosa no conlleva a la otra, y que incluso puede resultar contraproducente en aquellos casos en los que el euskera (o el inglés, o el alemán, o el mandarín) se viva como otra imposición académica más, y no como una herramienta vital, viva y flexible.
La elección por supuesto es personal, pero también social, en cuanto a que el ocio, el juego, la fiesta, la celebración, la amistad, se viven sobre todo con los demás, y es ahí donde un idioma se desarrolla, muta y sobrevive.
En todas las escuelas e ikastolas de Euskal Herria han surgido y surgen formas idiomáticas mestizas, torpes, incorrectas y académicamente horripilantes que mezclan ambos idiomas, el mayoritario y el minoritario, el académico y el de casa, el del aula y el de la calle. Estas formas de euskañol resurgen en los recreos, en los tiempos libres, en las actividades de ocio, rebelándose desde su misma concepción contra las reglas de la educación formal y camufladas como un melange incompleto e inculto que tal vez, y solo tal vez, apunten a la generación de un nuevo territorio propio.