Bastantes quizá os sorprenderías al oír en el discurso del Rector durante la ceremonia de inauguración del curso académico que a lo largo de los seis años que llevan funcionando los títulos de grado más de mil doscientos estudiantes han pasado por las asignaturas de “aprendizaje y servicio” dentro del módulo de Formación Humana en Valores, y que en ellas han tenido la oportunidad de servir a personas en situación de exclusión o vulnerabilidad social dentro de organizaciones sociales y de reflexionar acerca de la esa experiencia.

“¿Aprendizaje y servicio? ¿Qué es eso? Será cosa de Trabajo Social, Educación Social o Psicología, pero ¿qué tiene que ver con Derecho, ADE, Ingeniería…?”, quizá os hayáis preguntado. Pero en realidad lo que unas veces llamamos aprendizaje-servicio y otras aprendizaje y servicio solidario (vamos a dejarlo en ApS para no liarnos) no es sino un método pedagógico que busca vincular el aprendizaje con el compromiso social. Parte de dos premisas bastante simples:

1.- Una de las mejores maneras de aprender suele ser en la práctica y a través de la práctica.

2.- El objetivo de todo proceso educativo es formar personas, que pertenecemos a una comunidad, somos ciudadanos, y por ello  el compromiso cívico es una dimensión irrenunciable de la educación.

El ApS reúne en un mismo proyecto educativo objetivos de aprendizaje y de servicio a las necesidades de la comunidad. En esto se distingue de las actividades de voluntariado -en las que prima el servicio- y del trabajo de campo o las prácticas de iniciación profesional, donde lo que se busca es la adquisición de competencias mientras la dimensión de servicio está ausente o al menos no pertenece al área de responsabilidad del estudiante.

Las asignaturas de la modalidad Aprendizaje y Servicio a las que el Rector hacía referencia en su discurso proponen a nuestros estudiantes la participación en un servicio solidario destinado a atender necesidades comunitarias reales –y para garantizar esto el alumnado se inserta en los proyectos de las organizaciones que se dedican específicamente a tales necesidades-, de manera que ese mismo servicio sea el ámbito de adquisición de las competencias  curriculares. Se trata de un aprendizaje basado en la experiencia y en la reflexión a partir de la misma.

Este tipo de asignaturas llevan funcionando en nuestra Universidad desde el año 2001. Comenzaron en las antiguas titulaciones de Psicología y Educación Social y posteriormente se han extendido a todos los grados. Pero en la UD se ha desarrollado también otras experiencias de ApS, unas que llevan este nombre y sus objetivos de manera explícita (como la Clínica Jurídica recientemente inaugurada en nuestra Facultad de Derecho) y otras quizá anónimas, sin la etiqueta de ApS, pero con no menos calidad pedagógica y de servicio. El ApS no está circunscrito a ninguna etapa educativa ni a ninguna rama del conocimiento, como podréis comprobar si veis esta presentación hecha por Roser Batlle, una pedagoga que se encuentra entre las mayores expertas sobre el tema en España:

Por cierto que en Deusto contamos con la presencia de Roser Batlle en una jornada de introducción al ApS en 2013, igual que en los últimos años han pasado por nuestra Universidad otros dos grandes expertos en el tema: María Nieves Tapia, del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario, y Andrew Furco. Es mucho lo que hemos podido aprender de estas personas, así como de las experiencias compartidas con docentes de otras universidades en los congresos auspiciados por la Red de Aprendizaje-Servicio en la Universidad.

Porque en los últimos años el ApS se ha ido extendiendo por el mundo educativo. Se va difundiendo idea de la necesidad de una formación en el compromiso cívico que asegure la calidad del aprendizaje, y con ella el interés por el ApS como herramienta idónea para lograr estos objetivos. El año pasado la Comisión de Sostenibilidad de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas proponía la institucionalización del ApS en las universidades españolas para contribuir al desarrollo de una sociedad más justa y mejorar los aprendizajes académicos y sociales que favorecen el desarrollo competencial de los estudiantes. En muchos lugares se van dando pasos para asegurar que los estudiantes puedan experimentarlo, y en nuestra  Comunidad Autónoma contamos con apoyos como la Fundación Zerbikas, una de las entidades de referencia en la promoción del ApS (no perdáis la oportunidad de echar una ojeada a las guías prácticas).

¿Es posible entonces llevar el ApS a cualquier asignatura? Digamos que probablemente. Si la asignatura ofrece algún punto de contacto con la realidad extracadémica que pueda afectar a la vida de la gente, entonces seguro que sí. Porque al final de eso trata el ApS: de vincular aprendizaje y mejora en las condiciones de vida de las personas en la experiencia y reflexión de nuestros estudiantes.

 

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Jorge Canarias Fernández-Cavada

Profesor de la Facultad de Teología. Coordinador del Módulo de Formación Humana en Valores en el Campus de Bilbao.
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