Hace ni más ni menos que 20 años tuve la oportunidad de disfrutar de una estancia Erasmus en la Universidad de Estocolmo (Suecia). Además del espectacular país y gente que tuve la oportunidad de descubrir, me encontré con una universidad y una manera de afrontar el aprendizaje muy distinto al que yo estaba acostumbrada. La Universidad estaba plagada de espacios informales en los que reunirse, compartir y trabajar; teníamos acceso a la biblioteca 24 horas al día/7 días a la semana; cada estudiante podía elegir su itinerario de asignaturas; se combinaban sesiones magistrales teóricas y multitudinarias con talleres y seminarios en grupos pequeños en los que aplicar los conceptos a casos y debatir, y hasta había muchos estudiantes que asistían a clase con sus recién nacidos en brazos. El reflejo de lo que denominamos una universidad y proceso de aprendizaje centrado en el estudiante. De todas estas sorpresas, una de las que más disfruté como alumna fueron las asignaturas en formato concentrado (block scheduling).

Y este curso 18/19, por primera vez, nos hemos animado a probarlo como docentes. Hacía tiempo que teníamos la inquietud de cambiar la estructura de las clases, intentando adaptarnos más al perfil actual de estudiante. Contamos en el aula con jóvenes con muchas inquietudes y demandas (tanto de dentro como de fuera de la universidad), trabajadores, curiosos, visuales, orientados a la acción y al corto plazo, y eso nos hacía pensar que el formato concentrado podía sacar lo mejor de ellos y de cada asignatura.

La experiencia ha tenido lugar en la “Especialidad de Marketing” del Grado en Administración y Dirección de Empresas, que se imparte en 4º curso en la Universidad de Deusto.

El formato concentrado supone que los estudiantes cursan una única asignatura cada vez, aproximadamente durante un mes cada una, y de manera intensiva (con sesiones de 3 o 4 horas al día, más el trabajo fuera del aula).

Así, nuestros estudiantes comenzaron en septiembre con la asignatura de Marketing Digital, y una vez finalizada, siguieron con Marketing en Sectores Específicos, Marketing Research, Comportamiento del Consumidor, y Dirección Comercial, cursando una de ellas cada mes a lo largo del semestre.

El principal beneficio de esta opción es que tanto profesorado como estudiantes están al 100% en lo mismo. Para mí, como docente, estar todos los días en el aula con ellos facilita, entre otros, que la atención sea más personalizada, poder guiar mejor el proceso de aprendizaje, adaptarte a lo que en cada momento se necesita. El tener sesiones de más tiempo cada día obliga, además, a que las metodologías sean activas y participativas. Y ayuda a que los contenidos y competencias se puedan trabajar en profundidad. Es cierto que la planificación y diseño de la asignatura cobra si cabe más importancia que en el formato “tradicional”, para poder mantener el interés y evitar distracciones. También creemos que puede haber asignaturas muy complejas en las que este formato no sea adecuado. Y probablemente sea más idóneo para estudiantes de últimos cursos.

Pero en nuestra opinión merece la pena experimentarlo. Como docentes, hemos disfrutado y aprendido mucho en el proceso (por supuesto, también hemos detectado qué no hacer la próxima vez). Y ahora nos queda saber cuál ha sido la percepción de los estudiantes. Aunque de manera informal ya nos han trasladado su satisfacción con el formato, también les hemos pedido que valoren cuantitativamente su nivel de esfuerzo, percepción de aprendizaje, aspectos positivos y negativos frente al formato tradicional, etc., y pronto tendremos sus respuestas.

Si como docente o responsable de un grado te animas a probar el formato concentrado, podemos tomar un café y compartir dudas cuando quieras. Puedes contactar conmigo a través de mi mail: maria.garciafeijoo@deusto.es

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