Conoceréis el acertijo del sultán que tenía un hijo y una hija. Siendo jóvenes, les regaló un caballo a cada uno, y les adiestró como veloces jinetes. El del hijo era un córcel negro como la noche, y el de la hija, una yegua blanca como la luna, ambos veloces como el rayo en la tormenta. Los hermanos disfrutaban retándose en carreras. Curiosamente, la hermana ganaba siempre cuando corrían por la noche, y el hermano cuando corrían por el día.

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En el lecho de muerte, el sultán les propuso hacer una carrera para decidir cuál de los dos heredaría el trono, con todas sus riquezas. “Esta carrera será diferente a todas las que habéis hecho hasta ahora porque, para ganarla y recibir mi herencia, vuestro caballo deberá llegar el último a la meta. La carrera empezará en el mismo instante de mi muerte“.

Y quiso el azar que el anciano sultán muriese justo cuando el sol estaba más alto en el cielo. Si te gusta resolver los acertijos tú solo, debes dejar de leer ahora, y deducir por qué ambos hermanos corrieron hasta las cuadras, montaron a gran velocidad, y se lanzaron al galope tendido, corriendo como nunca lo habían hecho, en pos de la meta.

La solución, ya la sabéis: cada uno se montó en el caballo que no era el suyo. No se trataba de llegar el último, sino de conseguir que el otro caballo llegase el primero.

Y es que competir a ser el más lento, el más torpe, el más barato, nunca es una buena idea: hay que correr para ser el mejor. Conseguir mejoras de productividad en un país a base de bajar los sueldos, es asomarse a un pozo que no tiene fondo: siempre habrá países más pobres que nos ganen a baratos…

Me acordé del acertijo del sultán oyendo la entrevista de la científica Amaya Moro-Martín, que también ha tenido que montarse en el otro caballo, el del país que sí quiere ganar esta carrera. Esa misma tarde había oído también la entrevista de Julia Otero a una de las mejores científicas en activo, Margarita Salas, hablando de la situación del CSIC y de su propio centro. Un desastre…

9780262019910También me he acordado de que hay que correr rápido hoy, que me ha llegado el libro que ha publicado en agosto la catedrática del MIT Suzanne Berger “Making in America. From Innovation to Market“. Ya os conté el proyecto que están desarrollando en el MIT para identificar cuáles son las industrias de alto valor añadido por las que USA debe apostar para evitar su deslocalización hacia países de bajo coste (por cierto, este mes presentan un avance de sus conclusiones, merecerá la pena).

 

En síntesis, la respuesta está en un entramado científico-tecnológico pegado a la industria (o viceversa, lo mismo me da), y conectado a los polos globales del conocimiento. Industrias que sepan llevar los últimos avances científicos y tecnológicos a la cadena de producción más rápido, de la manera más innovadora.

Esa es la carrera, y el caballo ganador será quien herede el reino este siglo XXI… Lo acaban de decir, blanco y en botella, en la presentación del Global Competitiveness Report que ha publicado este miércoles el World Economic Forum. España corre ya con el dorsal 35, a ver cuánto tiempo nos dejan estar en el G-20…

Excellent innovation and strong institutional environments are increasingly influencing economies’ competitiveness, according to The Global Competitiveness Report 2013-2014

Por eso que Obama felicite a España por las últimas reformas me parece un sarcasmo. En USA están corriendo para ser los más caros, no los más baratos…

En fin, me ha consolado un poco escuchar las noticias que van llegando del pacto fiscal en Euskadi, que parece que primará a las empresas que mantengan y creen empleo, y a las que inviertan en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i).

Y para dar estabilidad a esas apuestas necesitamos acuerdos amplios, acuerdos estables, y apuestas decididas y firmes. Hay que correr, que todavía podemos ganar esta carrera, si elegimos el caballo adecuado. Hay que correr para ser los mejores.

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