Procuro no hacer mucho caso a los agoreros. La historia reciente me ha demostrado que se equivocan más de lo que aciertan. Después de la primera gran crisis global, hay muchos que quieren poder decir “Yo fui quien avisó de la segunda” y se tiran a la piscina, con o sin agua.

En Mayo de 2009, un grupo de economistas de PIMCO avisó de algo diferente. No se trataba de la gran crisis, sino de una “nueva normalidad”: un largo período caracterizado por el lento crecimiento de la economía. Estos acertaron más que otros, el tiempo les ha ido dando la razón, y otros han rebautizado a la misma criatura como el “nuevo mediocre” (Chirstine Lagarde) o el “estancamiento secular” (Larry Summers).

Nos estábamos acostumbrando a la idea, cuando el tablero del “new normal” se ha empezado a llenar de luces rojas. Esta misma semana en Project Syndicate uno de los jóvenes de PIMCO que la anunciaron, publica “¿El fin de la nueva normalidad” y Nouriel Rubini (NY University) “La nueva anormalidad de la economía mundial“. Mi Nobel favorito, Michael Spence acababa su artículo de la semana pasada “En busca de estrategias de nuevo crecimiento”

“A falta de tales estrategias, es previsible un largo período de crecimiento insuficiente e incierto (en el mejor de los casos), con riesgos derivados del aumento de endeudamiento en un contexto prolongado de deflación y bajos tipos de interés. Y lamentablemente puede imaginarse un resultado todavía peor: una pérdida mayor de la cohesión política y social de la que depende una respuesta política vigorosa. Si se llegara a ese punto, sería difícil salir del estancamiento.”

Ninguno de los tres necesita más fama o reconocimiento del que ya tienen, y en sus artículos suelen ser equilibrados ¿Por qué todos están encendiendo las luces rojas? ¿No sería mejor centrarse en sacar el máximo partido de la “nueva normalidad” en vez de anunciar su entierro?

Después de leer unos y otros artículos, llego a la conclusión de que tres son las razones por las que la “nueva normalidad” lleva dentro una muerte anunciada, un colapso próximo: el incremento de las desigualdades, el recurso exclusivo a políticas monetarias (que incrementan el endeudamiento y facilitan las burbujas) y la ausencia de liderazgo (o peor, sustitución por populismos).

Todos insisten en que las luces rojas se apagarían si fuésemos capaces de superar esas tres debilidades, aunque ninguno parece confiar excesivamente en que vayamos a conseguirlo. La clase política está perdida en su laberinto de bajas recaudaciones y demandas sociales crecientes, y la clase empresarial demasiado ocupada en entender cómo sacar adelante sus proyectos en esta “nueva normalidad” de crecimientos raquíticos e incertidumbres…

En mi última charla TEDx explicaba que en todo momento hay cuatro tareas: mantener las instituciones, renovarlas, hacer revoluciones para destruirlas o crear cosas nuevas.

No me dio tiempo a seguir explicando: cuantas más luces verdes tiene el tablero, más nos dedicamos a las primeras. Cuantas más luces rojas, más a las últimas.

Viene una década de revoluciones, y de crear cosas nuevas. Viene el Segundo Renacimiento : )

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