Los últimos datos para Europa que acaban de salir del PMI, no podrían ser más esperanzadores. Junckers y Draghi tardaron mucho en decidir que la austeridad era una mala idea, pero los resultados demuestran que más vale tarde que nunca…

Después de una década de sustos, vivimos por fin un momento dulce de las previsiones económicas. Claro que todas las personas a las que les ha tocado incorporarse al mercado laboral en esta última década, quedarán marcadas por lo que la Historia recordará como la primera gran crisis global.

Pensaba en ellos, la generación que ahora tiene entre 20 y 30 años, al ver ayer la pirámide demográfica de Euskadi para 2031 que publicaba EUSTAT (los círculos rojos son míos).

En 2031, esta generación estará en torno a los 40 años, sufriendo el mordisco demográfico de los dos círculos rojos de arriba. Soportando con sus impuestos el estado del bienestar de la masa demográfica azul de la generación del baby boom. Una carga muy pesada…

Sus hijos estarán llegando a la Universidad, que verá como cada año llegan menos estudiantes nacidos en Euskadi (los dos círculos rojos de abajo, las últimas estadísticas de nacimientos siguen en caída libre). Ojalá hayamos espabilado y para entonces tengamos Universidades reconocidas internacionalmente, con jóvenes de todo el mundo aportando diversidad y futuro a nuestras aulas y a nuestro país.

Escuchaba esta semana a la siempre interesante Mariana Mazzucato en la televisión italiana, advirtiendo del tremendo error que estaba cometiendo Italia al no abordar con mayor decisión el problema del empleo juvenil y de la apuesta por el conocimiento y la innovación.

No puedo estar más de acuerdo.

Ojalá este repunte económico que ha venido a visitarnos (no sabemos por cuánto tiempo), nos ayude a recuperar el rumbo después de esta tormenta, y acertemos en las prioridades. Tenemos que ayudar a que esta “generación interrumpida” encuentre sentido a un futuro al que se han incorporado cuesta arriba.

Siempre me ha hecho pensar en mis abuelos la dedicatoria en la última escena de “Volver a empezar” (Garci, 1982).

“A todos los hombres y mujeres que empezaron a vivir su infancia y su juventud en los años treinta, en especial a los que aún están aquí, dándonos ejemplo de esperanza, amor, entusiasmo, coraje y fe en la vida.

A esa generación interrumpida, gracias”

Sin duda debemos mucho a los que supieron reconstruirnos desde un país devastado por una Guerra Civil, y en medio de una postguerra de dictadura y racionamientos.

Una deuda parecida vamos construyendo con esta nueva generación interrumpida que está dejando la crisis global. Acertaremos, me parece, si no tardamos cincuenta años en reconocer esa deuda, y nos ponemos desde ahora a su lado en la tarea de construir un futuro del que se sientan protagonistas.

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