Que nadie se quede atrás. Ese podría ser el título del último panorama social de América Latina publicado por la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina (CEPAL). Este año el documento entero se dedica a un tema estrella: la desigualdad. Se analiza la desigualdad como reto y se atiende específicamente al gasto social, a la matriz de la desigualdad y a las poblaciones afrodescendientes. El resultado: un informe con algunos hallazgos significativos, una mezcla estridente de temas y alguna puntada metodológica innovadora.

Desigualdad: mejora en los ingresos, pero no de la propiedad

La desigualdad en la distribución del ingreso se ha mantenido igual en el 2015 que en el 2014, dentro de una tendencia a la disminución de la desigualdad que marca el periodo 2008-2015. Esto se evidencia a través del incremento relativo de los ingresos de la población más pobre, tanto en lo que respecta a ingresos laborales como jubilaciones y transferencias. El Coeficiente de Gini se mantiene en 0,469, después de haber caído un 1,5% de media en el periodo 2008-2012 y un 0,6% entre 2012 y 2015.  Los ingresos de las mujeres son menores que los de los hombres: perciben un 83,9% del salario de los hombres y solo 1 de cada 2 mujeres en edad de trabajar tiene un empleo o lo busca. Las mujeres también dependen más de las transferencias del Estado: suponen un 16,8% de sus ingresos cuando para los hombres éstas suponen menos del 10%.

El análisis de la  participación de los ingresos laborales en el PIB proporciona una información valiosa sobre la dinámica de los ingresos del trabajo y del capital. Fue en los 60 y a principios de los 70 cuando se llegó a la mayor participación del salario en el PIB, con un leve repunte en los 90, sobre todo en Brasil y Argentina. Sin embargo, se detecta un primer hallazgo significativo: si bien en casi todos los países desciende el Coeficiente de Gini, solo en 5 países aumenta la participación de los salarios en el PIB. Esto quiere decir que las mejoras logradas no estuvieron fundamentalmente asociadas a un reparto más equitativo de las retribuciones al capital y al trabajo. Si se mira a los activos físicos y financieros, el panorama latinoamericano desvela una realidad aún más desigual, con Coeficientes de Gini que llegan al 0,93 cuando se miden los activos físicos de las empresas mexicanas o el 0,79 de los activos totales de las familias del mismo país. La CEPAL admite que “la concentración de la propiedad es aún más intensa en lo referente a los activos financieros y sigue concentrándose” (p.13).

Las políticas públicas: aumento del gasto en protección social, pero dificultades de ejecución

En 2015, el gasto público social del gobierno central y del sector público alcanzó como promedio simple un 10,5% y un 14,5% del PIB, 20 puntos porcentuales menos que la UE y casi 10 menos que los EEUU. El promedio per cápita ha experimentado incrementos de casi el 50% con respecto al año 2000 y de casi un 10% en relación con el 2010.  Sin embargo, existen problemas de ejecución del presupuesto, de alrededor del 10% en promedio en materia de protección social.

La matriz de la desigualdad: la edad como eje de las desigualdades sociales

La CEPAL adopta la perspectiva del ciclo de vida para estudiar la desigualdad social y su encadenamiento en cada etapa de la trayectoria de vida, prestando una atención especial a las poblaciones indígenas. Los datos de mortalidad infantil según condición étnica muestran brechas notorias entre la población indígena y no indígena en países como Panamá o Bolivia.  Lo mismo con el acceso a la enseñanza preescolar, que es peor en las zonas rurales. Destacan los datos positivos de finalización de la secundaria, que ha aumentado entre 2002 y 2014, tanto en hombres como en mujeres (de un 18,7% a un 38,4%  para los hombres y de un 20,4% a un 42,2% para  las mujeres). Sin embargo, las mujeres jóvenes lo siguen  teniendo más difícil ya que asumen una gran parte de las labores de cuidado.

Distribución del tiempo

Las mujeres latinoamericanas dedican entre 1/5 y 1/3 de su tiempo a los cuidados, mientras que los hombres dedican alrededor del 10% de su tiempo. El informe presta especial atención al uso del tiempo de niños y de niñas, al igual que visibiliza la situación de las mujeres latinoamericanas mayores de 65 dedicadas al cuidado. Igualmente, el informe  estima que la economía de los cuidados representa entre el 15,2% y el 24,2% del PIB, aunque no está recogida en la economía de las cuentas naciones ni se hayan homogeneizado las encuestas de uso del tiempo.

Poblaciones afrodescendientes

Se calcula que la población afrodescendiente ascendió a 130 millones en 2015, con concentraciones considerables de población en Brasil, Cuba, Colombia, Costa Rica, Costa Rica, Ecuador y Panamá, fundamentalmente en núcleos urbanos, excepto en Honduras. Tanto en materia de ingresos como de mortalidad infantil y de embarazo adolescente esta población muestra peores indicadores, a pesar de las mejoras en escolaridad,  especialmente de las mujeres afro. En la actualidad, un problema fundamental que enfrentan es la brecha existente entre los marcos legales y la implementación efectiva de políticas.

En resumidas cuentas, el panorama social de 2016 pone en práctica el lema cada vez más popular en la cooperación internacional del “que nadie  se quede atrás”. Abre su mirada a las mujeres, al uso del tiempo, a los pueblos indígenas y a la población afro-descendiente, mientras parece mirar hacia otro lado en la cuestión de la eficiencia de las políticas públicas y, sobre todo, de la concentración de la propiedad y la riqueza.