Tus creencias se convierten en tus pensamientos, tus pensamientos se convierten en tus palabras, tus palabras se convierten en tus acciones, tus acciones se convierten en tus hábitos, tus hábitos se convierten en tus valores, tus valores se convierten en tu destino (Mahatma Gandhi)
Llevar a cabo una guía detallada de los pasos que debemos dar para conseguir los objetivos que nos hemos fijado es tan difícil como definir dichos objetivos. Hoy en día, son pocas las personas que se paran a reflexionar sobre el destino al que quieren llegar y los caminos que deben tomar para conseguir llegar a él.
Pero existen ocasiones en las que reflexionamos sobre ello, y es en esos momentos en los que nos damos cuenta de que no es tan sencillo como sumar 1+1=2. Durante toda nuestra vida respondemos de manera inconsciente a las premisas que marcan nuestros objetivos, todas las decisiones que tomamos y acciones que llevamos a cabo cada día de nuestra vida están respondiendo a la incógnita sobre a dónde queremos llegar y qué consideramos necesario hacer para llegar al destino fijado por nosotros mismos. Pero estas acciones que llevamos a cabo no responden a una planificación exhaustiva, una planificación a largo plazo que nos indica las acciones que debemos llevar a cabo en el futuro; todo lo contrario, responde a una planificación pobre y muy genérica, que la mayoría de veces se corresponde con una planificación a corto plazo en la que no se han considerado el resto de aspectos de nuestra vida a los que dichas acciones pueden afectar o que pueden repercutir sobre dicha planificación.
Es posible que el motivo de que la mayoría de personas gestionen su futuro de una manera tan vaga se deba a la complejidad que muchas veces nos supone marcar y definir unos objetivos en la vida, la falta de capacidad para analizar todos los posibles giros que pueden darse en nuestra vida y que condicionan nuestras decisiones y acciones, la opción de eliminar el libre albedrío del que disponemos a cada segundo.
Como seres humanos, tendemos a generalizar en muchos casos los objetivos que nos marcamos, estableciendo objetivos difícilmente evaluables que realmente no sabemos determinar cuando se han cumplido o no. Podríamos decir que esta falta de detalle al marcarnos un objetivo se puede deber al miedo que tenemos ante la posibilidad de no cumplirlo a lo largo de nuestra vida y que este hecho nos haga sentir como individuos no realizados.
No solamente encontramos dificultades en el momento de fijar la visión de nuestra vida, sino que también pecamos de falta de realismo al establecer los valores que nos representan. En muchas ocasiones, no sabemos distinguir la delgada línea que separa lo que desearíamos representar de lo que realmente representamos. Posiblemente, la falta de entereza nos llegue a defender una serie de valores que en el momento de la verdad, en el momento en el que esos valores se ponen a prueba, no se ven representados por las acciones que llevamos a cabo. La pertenencia a una sociedad de individuos nos lleva a modelizar una serie de valores considerados ‘correctos’ por el resto de individuos, los cuales nos esforzamos por desear representar, por miedo a que el hecho de no representarlos realmente nos excluya de la sociedad a la que pertenecemos.
A las personas nos aterra la idea de exponer nuestras carencias y debilidades al resto de la sociedad, y no es necesario hacerlo, pero debemos ser lo suficientemente maduros como para reconocer que poseemos esas debilidades y carencias que nosotros mismos, individualmente, hemos detectado para poder trabajar sobre ellas y poder corregirlas.
«Nunca podremos hacer nada para cambiar las circunstancias, pero siempre podremos elegir nuestra actitud frente a ellas. Es verdad que las circunstancias influyen, y que el entorno condiciona, pero siempre hay ese pequeño espacio donde nosotros decidimos nuestra actitud y cómo afrontarlo, y en cada instante estamos decidiendo nuestra actitud. Por eso cada instante nos acerca un poquito más a la grandeza, o un poquito más a la mediocridad, y el único objetivo que tiene esta vida es sumar instantes fantásticos, es luchar cada día para ser la mejor persona que tú puedes llegar a ser en los ámbitos que te han tocado, que al final, cuando alguien vea el recorrido de tu vida, eso sea una obra de arte.» (Víctor Küppers)
Ruben Ares Sánchez
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Muy buen post Ruben, muy bien relacionada la actitud, las acciones, la planificación, la estrategia. Excelente