Lo primero que nos podría venir a la cabeza, a la hora de hablar sobre Big Data, son grandes empresas con sus herramientas de Business Intelligence, utilizadas para la toma de decisiones. Podríamos pensar que el Big Data no es algo que forme parte de nuestro día a día, que es algo relacionado con el mundo empresarial, ajeno a estudiantes o trabajadores que no ostenten un cargo elevado dentro de su organización.
Nada más lejos de la realidad, el Big Data es un concepto que define una realidad que ha convivido con nosotros desde el momento en el que nacemos. Estoy hablando del hecho de que todos nosotros, en el momento de tomar una decisión, analizamos el entorno que afecta a dicha decisión. Variables como el tiempo que dedicamos a analizar dicho entorno, o la cantidad de datos distintos que analizamos sobre dicho entorno, nos llevará finalmente a tomar una decisión u otra. Y os estoy hablando de decisiones tan comunes y cercanas a nosotros como pueden ser la elección de vestimenta para un evento concreto o la elección del desayuno que tomamos cada mañana.
Sumado a este hecho, otra de las realidades con las que convivimos es la rapidez. ¡Vivimos en una época en la que las prisas nos comen! Vivimos estresados, y cada vez más, y no tenemos ganas de perder nuestro bien más preciado, el tiempo. Hoy en día nuestra mayor preocupación es cómo tomamos decisiones, queremos tomar la mejor decisión en el menor tiempo posible. ¿Vísteme despacio, que tengo prisa? ¡Eso es agua pasada! La evolución tecnológica pone a nuestro alcance herramientas que nos permiten tomar cualquier decisión en tiempos cada vez más reducidos.
No olvidemos que las empresas la forman personas como nosotros, y por eso mismo, toda empresa comparte las mismas realidades que los usuarios que la forman… ¡tomar decisiones correctas en franjas de tiempo mínimas! Pero para ello se necesita información, y no cualquier información, sino aquella que esté directamente relacionada con los productos y servicios que ofrece… Los consumidores, sus clientes, es decir, nosotros. Nos desconcertaría saber lo que las grandes plataformas de internet saben de cada uno de nosotros: Google, Facebook, Amazon, Twitter, WhatsApp, Linkedin, Tripadvisor, … Hay quien dice que somos sus esclavos y su producto. En realidad lo que van conociendo de nosotros les permite definir y ajustar su plan estratégico. Esa es su gran ventaja estratégica: cómo captan la información, la organizan, la modelizan y la convierten en productos.
Esto me hace recordar, a raíz del revuelo que se montó por las distintas filtraciones de información desde varias redes sociales conocidas, una conversación que mantuve con una de mis amistades. Esta persona estaba muy preocupada por el hecho de que distintas empresas pudieran acceder al contenido de sus conversaciones. Pero, ¿realmente es lo único de lo que debemos preocuparnos? Me parecería muy inocente, por nuestra parte, creer que lo único que analizarían en este caso, sea el contenido de la conversación.
¿Recordáis el cuento de Hansel y Gretel? Dos hermanos que dejan un rastro de migas de pan en el bosque para saber volver a casa. Pues así somos nosotros, la diferencia es que nosotros no tiramos las migas intencionadamente, se nos caen del bolsillo sin saberlo.
Desde el primer momento que accedemos a Internet vamos dejando nuestro rastro sin saberlo, y por lo tanto dicho rastro puede ser utilizado para que terceros puedan analizar todos nuestros movimientos en la red y obtener información sobre ello. Información que proporcionará conocimiento sobre nuestros hábitos de consumo, de salud, sociales, … sobre todos los aspectos de nuestra vida. Estas pequeñas migas de pan digitales pueden otorgar una ventaja competitiva fundamental a aquellos que la sepan explotar.
Vivimos en una sociedad donde las empresas, al fin, han entendido que los clientes y consumidores somos el núcleo de su negocio, y por ello mismo han tomado medidas. Han cambiado su estrategia, han dejado de centrarse en trabajar sobre sus productos para centrarse en estudiar a sus clientes, a las personas. Nos han convertido en su nuevo producto.
La información que poseen las empresas sobre nosotros crece cada día que pasa, nuestro contacto con la tecnología no hace más que aumentar su banco de información, llegando a conocer todos los aspectos de nuestra vida. No creo que deba alarmarnos que una empresa conozca el contenido de una de nuestras conversaciones, ni que conozca qué ropa hemos comprado el último mes, ni las estadísticas de la última vez que salimos a correr. Lo que me preocupa, y me asusta, es que el día de mañana, una empresa posea tanta información sobre uno de nosotros que sea capaz de responder a cuestiones como … ¿qué nos hace felices?, ¿qué deseamos hacer con nuestro tiempo libre?, ¿con quién queremos pasar nuestra vida?, … y dar una respuesta más acertada de la que daríamos nosotros mismos. Ese día, la imagen de mi madre sujetando con la mano su zapatilla mientras nos perseguía a mi hermana y a mí por casa, no me parecerá tan terrorífica.
Ruben Ares Sánchez
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Buen post de inicio. Pero no te olvides que tu tema es bastante preciso … sobre riesgos y fraude.
(me ha encantado lo de la zapatilla :-)). Mi madre también nos la lanzaba a mi hermano y a mi!!)