La procrastinación es una habilidad con la que todos nacemos. El término procrastinar se refiere a la costumbre de aplazar tareas importantes en las que no nos encontramos cómodos. Estas tareas pueden ser trabajar en un proyecto, escribir una redacción o incluso tareas rutinarias como hacer ejercicio o comer sano. A todos nos ha pasado alguna vez que en el momento en que tenemos que comenzar alguna tarea que nos requiere esfuerzo (ya sea porque nos la hemos impuesto nosotros mismos o una tercera persona), de repente, otra cosa se vuelve mucho más urgente: ordenar el cuarto, revisar el correo, pasar el antivirus… y eso si tenemos suerte, ya que dichas tareas al menos tienen una finalidad o un resultado. En cambio, muchas veces anteponemos otras actividades insignificantes como entrar en una espiral de vídeos de YouTube o decidir qué imagen utilizar como fondo de pantalla de nuestro escritorio, todo con el objetivo de aplazar (de manera consciente o inconsciente) esa tarea que tanto esfuerzo nos requiere.
¿O quizás no nos requiera tanto esfuerzo, pero lo que realmente nos cuesta es comenzar a realizarla? Realmente, el acto de procrastinar no es puramente aplazar una tarea, sino una falsa priorización de nuestras tareas. El proceso que sigue nuestra mente en el momento comenzar una tarea ardua es el siguiente:
- Percibimos ansiedad o incomodidad frente a esa tarea que tenemos que afrontar.
- Automáticamente nuestro cerebro busca aliviar esa sensación mediante una distracción o una tarea diferente que no es de prioridad en ese momento.
- Nuestro cerebro refuerza la tarea inicial como dolorosa y busca alguna razón lógica o excusa para justificar por qué la pospusimos, por ejemplo: “estaba cansado”, “era importante contestar al correo”, “mañana lo voy a hacer mejor”. Cuando recordamos otra vez la tarea que tenemos que realizar, percibimos dicha ansiedad de nuevo, volvemos al punto de partida y entramos en un círculo vicioso.
La pregunta es, ¿por qué sucede este mecanismo en nuestro cerebro cuando se presenta el momento de decidir qué tarea realizar? Existen tres razones principales:
- Preferimos una recompensa instantánea: Preferimos una recompensa inmediata frente a cultivar una recompensa mayor en un futuro. Por ejemplo: es más fácil descansar viendo una serie que trabajar en algún proyecto; comer chocolate es más atractivo que comer verduras. Además, con estas actividades no tenemos consecuencias negativas inmediatas (aunque pagaremos por ello más tarde).
- Sobrestimamos nuestra productividad futura: Creemos fielmente que cuando posponemos una tarea a momento futuro, realmente la vamos a realizar en ese momento (cuando es muy probable que la volvamos a posponer). Por otro lado, creemos que el momento perfecto para hacer algo es después, y no ahora, cuando esto es simplemente una excusa para no afrontar la tarea en ese mismo instante.
- Miedo: Las personas sentimos miedo, y este es otro motivo muy importante por el que aplazamos nuestras tareas, haciendo algo sencillo y seguro en su lugar.
Generalmente se dan dos tipos de procrastinación. El primero sucede cuando las tareas que posponemos tienen una fecha límite. Por mucho que aplacemos dichas tareas, cuando falten unos pocos días para la fecha límite no nos queda otro remedio que realizarlas. Cuando llega este momento, hacemos las tareas a toda prisa y con el agobio de no llegar a terminarla, lo que da lugar a un trabajo final de mucha menor calidad.
Por otro lado, el otro tipo de procrastinación sucede cuando dichas tareas no tienen fechas límite, como hacer ejercicio, comer saludable, terminar con una relación tóxica, plantar cara a nuestros miedos… Este tipo de procrastinación tiene mucho peligro, ya que al no tener fechas límite, es muy tentador posponer dichas tareas o quehaceres. Las consecuencias a largo plazo de esta actitud pueden ser terribles para nuestra salud física y mental, ya que la continua ansiedad y el remordimiento que provoca el posponer una tarea puede desencadenar la pérdida de ambición a tener éxito, no lograr nuestras metas, ganar una mala reputación con los compañeros de trabajo, influir en nuestra autoestima y estado de ánimo…
Por esta razón, la manera de solucionar el problema es rompiendo el ciclo de la procrastinación desde el principio, adoptando ciertos hábitos y técnicas que nos permitirán desempeñar nuestras tareas de manera productiva. Estos hábitos involucran establecerse horarios fijos para desempeñar dichas tares, y planificar nuestros momentos de descanso. Dicho en dos palabras, la solución es organización y disciplina.
Como conclusión, el momento perfecto para afrontar nuestros problemas y obligaciones es ahora. Debemos tomar las riendas de nuestra vida y no dejar que las distracciones se apoderen de nosotros.
Bibliografía:
- TedTalks. <<Tim Urban: Inside the mind of a master procrastinator>>. Acceso el 28 de octubre de 2018. https://www.ted.com/talks/tim_urban_inside_the_mind_of_a_master_procrastinator?language=en
- Habitualmente. <<La estrategia perfecta para dejar de procrastinar hoy mismo>>. Acceso el 28 de octubre de 2018. https://habitualmente.com/dejar-de-procrastinar/
jon.iturmendi
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Que gran término y concepto. Casi siempre solemos dejar para último momento aquellas tareas que no nos apetecen y buscamos cualquier excusa para adelantarla. Requiere de constancia y de disciplina. Mi punto de vista aquello que nos cuesta lo mejor es quitárnoslo cuanto antes y liberarnos de esa presión. Trata de aplicar el lema «en lugar de hacer lo que te gusta es mejor hacer que te guste lo que haces», es ahí donde tienes que buscar retos y encontrar la motivación.