Puestos a ser sinceros, la verdad que tenía pensado escribir esta reflexión sobre la importancia de escuchar. De hecho, antes de empezar a hablar del tema principal, me gustaría remarcar una vez más lo importante que es escuchar a los que nos rodean. Obviando que por mero respeto se debería prestar atención a lo que nos están contando, las consecuencias de no hacerlo tienen una gran repercusión en una relación. Poniéndonos en un caso práctico, ¿Contarías algo que te ha pasado en el día a esa persona que te comenta y te ayuda a reflexionar sobre ello, o, por el contrario, a aquella que lo ignora y da la vuelta a la conversación para contarte sus “movidas”? Claramente, la respuesta sería la primera.
Acabando con esta breve reflexión, agradecería que nos parásemos un momento a escuchar a la gente que pone su confianza en nosotros para contarnos tanto las cosas más importantes como las que nos pueden parecen más prescindibles. Escuchar es valorar, mostrar apoyo y dar a saber que existe un mínimo interés por la otra persona y no es algo que se debería pasar por alto.
Bueno, habiendo escupido esa primera opinión, me gustaría enfocar lo que queda de post alrededor de un aspecto relacionado con la autocrítica. Hemos comentado en clase como nos es muy fácil encontrarnos fallos y que, sin embargo, necesitamos más tiempo para remarcar un par de aspectos positivos.
Voy a llevar un poco más allá esa idea y hablar sobre el victimismo (si no encontráis relación, llevadlo todavía un poco más lejos), que, en cierta manera, como luego intentaré haceros ver, está relacionado con la escucha.
Suena contradictorio, pero a pesar de que como he comentado, seamos expertos en encontrarnos fallos, cuando fallamos en algo, y estoy hablando en rangos generales, tendemos a culpar a la gente que nos rodea, limpiándonos las manos y pretendiendo que nuestras acciones han sido las correctas. En esta situación he identificado tres tipos de personas:
- Demasiado autocríticas: esas personas que se culpan demasiado y creen que todo lo sucedido se ha desencadenado por algo que ellos han hecho, lo que lleva a una falta de autoconfianza. Y no confundamos a esta gente con la falsa humildad, estos realmente sienten que todo ha sido su culpa. Puede sonar muy dramático, pero si se es capaz de sacar provecho a esa meticulosa detección de los fallos, puede tener grandes beneficios, no va a ser todo negativo.
- Racionales: por desgracia, creo que escasea este tipo de personas, o es difícil transmitir esta posición sin ser criticado por los demás, ya que aparte de saber qué han hecho mal, reconocen que no son los únicos responsables de lo sucedido, y saben identificar a aquellas personas con las que comparten responsabilidad.
- Víctimas: por desgracia, cada vez estoy conociendo a más gente que encaja en este perfil. La clásica respuesta de esta gente cuando se les intenta hablar de algo que no han hecho correctamente, es una frase con tono irónico diciendo “sí, sí, todo ha sido culpa mía”. Cuando lo hacen por primera vez, lo pasas por alto sin apenas darle importancia, pero cuando te encuentras por enésima vez en esta situación, vuelves a intentar entablar una conversación para solucionar un problema o aclarar un malentendido, y siguen con esa postura defensiva, de autoculpa irónica, sin admitir nada de lo que han hecho. Que esto quede entre nosotros, pero sinceramente, dan ganas de sacar la mano a pasear.
Voy a centrarme en este último perfil, ya que, en mi caso por lo menos, con los dos primeros se puede entablar una conversación, hablar de lo sucedido y generalmente continuar la relación de manera sana.
Por desgracia, tengo un caso cercano que representa perfectamente el perfil de víctima, de hecho, seguramente de manera inconsciente esa descripción refleje a la perfección mi relación con esa persona. Soy una persona que intenta mirar detrás de estos comportamientos, intentando encontrar la razón por la que la gente actúa de esta manera, dejando claro que no tengo conocimientos sobre psicología ni nada que se le asemeje. Sin embargo, creo que la experiencia es también una gran base del conocimiento.
La conclusión a la que he llegado, por desgracia, después de años relacionándome con gente así, es una falta de confianza en ellos mismos, y seguramente, en la gente que le rodea. Y es que creo que esa falta de autoconfianza es la que no les permite dejar entrar críticas, críticas constructivas, imagino que por miedo a darse cuenta de que han fallado, de que han cometido un error. Pero si nos paramos a pensar, esto se convierte en un círculo vicioso: desconfianza -> no aceptación de las críticas -> victimismo -> inferioridad -> desconfianza. Y la manera más sencilla de salir de esta situación no es más que escuchar a la gente que intenta hacerte una mejor persona, reflexionar sobre esas críticas constructivas (claramente, identificando las destructivas e ignorándolas), empezar a valorarse a uno mismo y darse cuenta de que no eres un mártir, de que estamos ahí para ayudarte, no para destruirte.
Voy a intentar emplear una técnica que se utiliza en los monólogos, que es acabar esta reflexión haciendo referencia al tema con el que se ha empezado. Y es que de verdad creo que escuchar es la solución para muchos de los problemas sociales que sufrimos. Pero escuchar de verdad, y así te darás cuenta de que esa persona que en un principio pensabas que te estaba criticando, tan solo está intentado entablar una conversación con la más honesta intención de buscar una situación beneficiosa para ambas partes.
Y, por último, mezclando la rabia acumulada por parte de los dos perfiles que he comentado, los que se hacen la víctima y los que no escuchan, creo que no hay peor combo que esa persona que no admite sus errores, con la que intentas dialogar, y responde con un simple “ajam”. Una palabra tan fácil de pronunciar, pero un mensaje que como he dicho antes, vuelve a dar ganas de sacar la mano a dar una vueltita.
jondiezb
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Muy de acuerdo con muchas de las ideas, Jondi. Creo al igual que tú en la escucha, no en el oír, sino en la escucha profunda, la que escucha lo que hay detrás de las palabras, la que trata de escuchar las razones reales que llevan a la otra persona a hablar.
Me ha gustado mucho