A lo largo de las últimas semanas de clase hemos abordado un asunto tan presente en nuestro día a día como es el asunto de la planificación, sobre el cual estoy seguro de que es posible que encontremos opiniones completamente dispares e incluso contrapuestas según a quién preguntemos. No obstante, la mayoría de las personas coincidiremos en que de una u otra manera, planificamos nuestro día mentalmente de forma inconsciente e incluso puede que contemos hasta con alguna aplicación destinada a planificar la realización de diferentes tareas y organizar las mismas (sí, yo cuento con alguna de estas últimas, aunque he de reconocer que he estado este primer mes de clase sin utilizarla).
Durante nuestra vida, y en el ámbito académico mayoritariamente, hemos tenido que planificar multitud de proyectos sin tener muy claro siquiera los pasos que íbamos a tener que seguir y llevando cabo estimaciones de tiempo que, en cierto modo, teníamos que calcular a ojo de buen cubero. Con esto no quiero decir que fuese completamente inservible realizar los ya de sobra conocidos diagramas de Gantt de turno, pero sí, era inservible o casi inservible si tenemos en cuenta cuál era su cometido. Basándome en experiencias personales, a excepción de un par de salvedades en las que se nos requirió en proyectos grupales realizar el mismo previamente y entregarlo, en el resto de las ocasiones su realización se hizo a posteriori, una vez el proyecto había llegado a su fin práctica o completamente.
En este momento, puede que estéis pensando que teníamos algún tipo de enajenación mental por hacerlo de tal manera, puede ser (no lo voy a negar), pero tampoco es que hacer dicho diagrama nos fuese a librar de ella. La cuestión es que este tipo de planificaciones están muy bien en la teoría, pero cuando después se aplican empiezan a relucir las carencias, de la teoría a la práctica hay un salto. Y es que es imposible establecer todos y cada uno de los tiempos que pueden requerir las tareas, no podemos planificar proyectos a largo plazo con tanto nivel de detalle.
He aquí el quid de la cuestión, por alguna razón, nuestra naturaleza como humanos parece que nos fuerza a querer controlar todos y cada uno de los aspectos de nuestros proyectos, y, al igual que pasa con la vida, esto es imposible. Obviamente podemos hacerlo mejor o peor, y aquí jugará un papel importante la experiencia, pero probablemente nos equivoquemos la mayoría de las veces. Quien mucho abarca poco aprieta. Planificar es una buena práctica, no cabe lugar a dudas, pero hacerla de manera burda intentando controlar absolutamente todo, incluso los imprevistos, es una pérdida de tiempo. Por ello, creo que deberíamos limitarnos a planificar a corto plazo, y en el caso de que necesitemos a largo plazo ser un poco abstractos en la definición de las tareas teniendo en mente que muy posiblemente haya variaciones a lo largo del tiempo.
En este punto, me gustaría abordar el segundo punto clave de este artículo, realmente cuando planificamos, ¿lo hacemos para ser más eficientes a la hora de abordar nuestras tareas? Es posible que en muchos casos así sea, pero también es posible que haya algo más detrás, y ese algo al que me refiero es lo que se denomina procrastinación. Es decir, ¿puede darse el caso de que planifiquemos para procrastinar? Pues yo opino que así es, y muchos estaréis haciendo esto sin ser conscientes de ello.
Aunque pueda parecer paradójico, ambos términos tienen más relación de la que pudiera parecer en un primer instante, y es que la planificación puede ser el paso previo a la procrastinación. Me explico, cuando tenemos que hacer una tarea podemos procrastinar la misma de una manera placentera y disimulada incluso para nosotros mismos, esto es, en lugar de hacerla cuando toca, planificamos una fecha más adelante para llevarla a cabo y sentirnos bien en el momento, puesto que nos sentimos organizados e incluso en ocasiones, productivos. De esta manera, hay incluso ocasiones en las que volvemos a tropezar con la misma piedra y cuando llega el momento de abordar la tarea que hemos planificado, en lugar de afrontarla ponemos de nuevo otra excusa que para nosotros es como una panacea, volviendo a posponer su ejecución. Ahora bien, la planificación la llevamos a cabo de nuevo para sentirnos realizados.
Hay ocasiones en las que somos incluso conscientes de que no vamos a cumplir ni por una remota casualidad con nuestro itinerario a pesar de que lo hemos establecido nosotros mismos, pero aun así nos sentimos bien con nosotros por habernos “organizado”.
Esto que podría parecer una tontería, es precisamente algo que reconozco que me pasa a mí a menudo, y más de lo que me gustaría. Es más, como recordaréis, anteriormente mencioné que utilizaba alguna aplicación para planificar mis tareas diarias, pues precisamente ayer planifiqué varias tareas para realizar en el día de hoy, las cuales he tenido que volver a replanificar puesto que no las he realizado (este artículo se encuentra entre ellas, sois muy sagaces). En cierto modo, hay ocasiones en las que somos incluso conscientes de que no vamos a cumplir ni por una remota casualidad con nuestro itinerario a pesar de que lo hemos establecido nosotros mismos, pero aun así nos sentimos bien con nosotros por habernos “organizado”.
Sin embargo, procrastinar no tiene por qué ser necesariamente algo negativo, hay ocasiones que los quehaceres requieren en cierto modo de espontaneidad y hemos de encontrar el momento adecuado para abordarlas, el cual no podemos planificar nosotros a menos que tengamos un don divino (que imagino que no será el caso). Como podéis comprobar, soy afín a esta práctica, no lo niego, en ciertas ocasiones juega malas pasadas, pero en general rara vez me ha funcionado mal de acuerdo con mis experiencias. No hay nada como la presión para trabajar de manera óptima. Procrastinar es un estilo de vida y planificar es para cobardes (sin ánimo de ofender, entiéndase la exageración).
Y vosotros, ¿planificáis o procrastináis?, ¿o sois como yo, planificáis para procrastinar?

ikerchavez
Latest posts by ikerchavez (see all)
- Los datos y el conocimiento - 5 enero, 2021
- Sistemas de control industrial: un vistazo al futuro y reflexiones - 24 noviembre, 2020
- Controles y auditoría aplicados a los sistemas de control industrial en infraestructuras críticas - 24 noviembre, 2020
Me ha gustado Iker, si que es verdad que en las planificaciones si solo intervienes tu puedes procrastinar ya que las consecuencias del cumplimiento o no de dicha planificación las asumiras tú, pero si hay terceros, en dicha planificación entra en juego la coordinación entre las partes y la procastinacion en ese caso va a generar incumplimiento y por lo tanto mala imagen pública y mala relación. Coincido que la planificación es muy compleja y más si se quiere llegar a muy bajo nivel. No obstante a alto nivel en los proyectos se suele querer tener un rango de fechas de referencia. Enhorabuena, me ha gustado.