La siguiente reflexión nace a raíz de una conversación que tuvimos en clase hace un par de semanas sobre quién tendría razón en una situación hipotética en la que una intervención no ha alcanzado el objetivo que se esperaba. ¿Sería responsabilidad del emisor por no plantear la intervención de manera adecuada?, ¿o de los receptores por no mostrarse lo suficientemente abiertos ante lo que se exponía? Para no encasillarnos en este caso concreto podemos generalizar y abrir el debate a cualquier situación de la vida en la que exista una interacción entre dos o más personas.
Que cada persona tiene una percepción del mundo única e intransferible es tan cierto como que detrás de las nubes está el sol, pero es algo en lo que ni nos paramos a pensar. Como el hecho de que detrás de las nubes está el sol. El ego nos nubla la vista y nos dificulta pararnos a pensar en cómo está(n) viviendo la misma situación que estamos viviendo nosotros la(s) otra(s) persona(s).
Lo único que concebimos del mundo es lo que captamos a través de los sentidos en conjunción con una masa compleja de experiencias y vivencias previas que condicionan cómo percibimos esos estímulos. Esto hace que la experiencia personal cobre mucha importancia, llegando a situarse en una posición de superioridad con respecto a las percepciones del resto de las personas y, por ende, a ellas.

Y justo por la misma razón por la que nadie podrá llegar a comprender la forma en la que nosotros vivimos una experiencia, nosotros no podremos llegar a comprender cómo lo vive otra persona. Por lo que es necesario un ejercicio de madurez, humildad y empatía continuo en el que, de manera consciente, nos desprendemos de nuestro ego para tener en cuenta el punto de vista de las demás personas.
Es por esto por lo que la única herramienta que está a nuestro alcance para alcanzar el objetivo que deseamos es nuestra actitud frente a la actividad que vamos a desarrollar. Independientemente de si queremos motivar o desmotivar, alegrar o entristecer, informar o desinformar, …, el carácter que demostremos y con el que respaldemos nuestra acción marcará, en una parte importante, el grado de éxito que obtengamos con respecto de lo que esperábamos. Pero es justo por esta misma razón, que la actitud de cada uno es un factor de influencia grande sobre el resultado de una acción, por la que el nivel de desempeño estará también muy marcado por la actitud del resto de personas.
Por lo tanto, a la hora de evaluar una situación con diferentes puntos de vista (incluso en situaciones en las que pueda surgir un conflicto), es prácticamente obligatorio abstraerse de la visión de uno y acercarse a la del resto para obtener una versión más cercana a la verdad, entendida como la unión de cada una de las posturas.
pablomartin
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Me encanta Pablo como lo has abordado y enfocado. El tema que tratas, en mi opinión es una de las razones por las que suele ser tan difícil la comunicación entre las personas. Cuando pensamos igual es muy fácil estar de acuerdo y todo fluye pero cuando hay discrepancias es cuando surgen los conflictos, los distintos puntos de vista. Si el tema o las consecuencias de las que se trata son importantes para ambas partes es cuando se hace muy difícil desprenderse de la visión de uno mismo. Me gusta mucho como lo has contado.