Todos sabemos contar. Todos sabemos leer. Mentira.
Dependerá de qué es lo que se pide contar, o que es lo que se pide leer. No se le puede pedir a una persona que solo hable Euskera, que sea capaz de leer un texto en cirilico al momento. Es imposible. Pero lo que no es imposible es ser diferente.
Y es que últimamente las empresas se pelean unas contra otras por el podium en la innovación, implantando nuevas formas de gestionar a sus trabajadores, nuevas metodologías de trabajo, de gestión de proyectos, etc. Unas votan por el implementar sistemas de desarrollo ágil como Scrum o Kanban con la idea mágica de que automáticamente, y solo por el hecho de seguir las recomendaciones y formas de trabajo de dichos sistemas, su productividad mejorará. Otras por el contrario intentan adaptar la metodología LEAN a su modelo de negocio y a su plan estratégico para eliminar despilfarros, aportar valor real al cliente, etc. Pero todas ellas se centran en la compañía en si, y en cómo se realizan las tareas o procesos. Seguramente muchas de ellas tengan, a su parecer, bien definido su plan estratégico, su misión, visión y objetivos.
Pero, que hay de los empleados?
Ellos también comparten la forma de trabajo de la compañía o se sienten como un peón al que se le impone una nueva metodología porque un grupo de directivos ha leído en LinkedIn que está de moda?
En España, la educación está a cargo de los centros especializados, como los institutos de formación profesional o las universidades. Independientemente de donde se estudie me atrevo a confirmar, que ambos se rigen por los reales decretos publicados en el B.O.E y por la normativa del espacio europeo de educación superior. Por lo que, cualquier centro educativo se debe acoger a los requisitos estipulados en dichos documentos. Esta medida es una buena forma de asegurar una educación y conocimientos mínimos independientemente del centro en el que se estudie. Sin embargo, tiene como consecuencia que muchos de los futuros profesionales del sector, tengan los mismo conocimientos base, sean casi copias idénticas unos de los otros, e incluso que desempeñen su futuro posible trabajo como autómatas, porque eso es lo que se les ha enseñado.
Dichos trabajadores, que siempre han realizado sus actividades de la forma que han sido instruidos, y que nunca se han preguntado el porque estaban haciéndolo de esa manera, formarán en un futuro parte de la plantilla de alguna de las empresas que comentaba al principio. La empresa orgullosa de captar un nuevo trabajador recién graduado, le impartirá su forma de trabajo interna, y este, acostumbrado a aprender cómo se trabaja sin poner en duda la efectividad de esos procesos, trabajara sin rechistar acorde a sus nuevas directrices.
Pero un buen día, de repente, los directivos decidirán cambiar las metodologías de trabajo arcaicas que llevaban aplicando desde el origen de los tiempos, por otras que parecen mucho mas efectivas para esa misma labor. Orgullosos de tal hazaña, comunicarán a sus subordinados dichos cambios, empezarán a dar cursos de formación, etc. Pero esos empleados, que nunca se han cuestionado el porqué de las cosas, preferirán seguir haciendo el trabajo de la misma vieja manera. Seguirán haciéndolo como toda la vida lo han hecho, porque simplemente funciona. ¿Y para que cambiar algo que funciona?
Toda esta situación, causada por el extremo desarrollo de la capacidad analítica por parte de las universidades, genera trabajadores cualificados que generalmente sufren de un déficit practico en sus conceptos estudiados.
Y es que, tras un breve análisis, el éxito o fracaso de una empresa no depende de la tecnología que use, de las ideas que tenga, del capital financiero en el que se apoye, etc. Cada vez son mas las compañías que empiezan a valorar las aptitudes no técnicas que el candidato posee, dejando temporalmente al margen su formación técnica, títulos obtenidos, proyectos realizados, etc.
Una buena persona, con entusiasmo en lo que hace, que se esfuerza por ser eficiente en los trabajos de equipo, que siempre trata de superarse a si mismo y no tiende a dejar las cosas a medias, que entiende la importancia de estar en el lugar correcto a la hora correcta, que ayuda a sus compañeros en vez de quejarse, … aporta un valor añadido que las empresas buscan y que no todos poseen.
Y es que, teniendo a una buena persona entre tus empleados, y no solo a un buen profesional, se generan muchas mas ventajas que teniendo solo a un buen profesional.
Así que, sé diferente y marca la diferencia. Eso si, en tu mano está, que esa diferencia sea a favor o en contra.
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Me ha encantado y ademas lo comparto al 100%, el mayor activo de una empresa son sus empleados y clientes, casualidad ambos grupos son personas. Cuidar y tener en cuenta a las personas es el secreto del exito