No he ido hoy a la huelga, tampoco fui el 26-S.
No es por falta de solidaridad con sus fines, ya sabéis que pienso que tenemos que cambiar muchas cosas en esta Europa que nos está conduciendo en una dirección muy equivocada, muy especialmente el reparto muy desigual de las repercusiones de la crisis económica, que está generando una fractura social cada vez más profunda, más insoportable.
Me comentaban hoy, a la sombra de la Casa-Torre de Loiola, un episodio de la vida de Ignacio Ellacuría que me ha servido para pensar en todo ello. Lo contaba su hermano, José Ellacuría, también de la Compañía de Jesús.
“En una ocasión, los universitarios de la UCA hicieron una huelga en contra del Gobierno y se alojaron en el salón de actos de la universidad. Ignacio fue donde ellos, les mandó callar y les dijo: Otros tendrán otros medios para resolver los problemas de la sociedad, pero nosotros tenemos que hacerlo universitariamente, a base de estudios científicos sobre la realidad nacional e invitando a las diferentes partes a construir el país”
Sin duda en El Salvador la situación era más insoportable que la nuestra, y también el riesgo que suponía mediar entre bandos enfrentados con violencia… Este viernes 16 de Noviembre será el aniversario del asesinato de Ignacio junto con otras siete personas, en 1989. Yo justo acababa entonces de terminar la carrera, empezando a dar clases en la Escuela de Ingenieros, y recuerdo que aquello me removió profundamente, me dio que leer y que pensar bastantes días y noches.
Tengo que refrescar aquellas lecturas. La Universidad y el Sistema de Ciencia y Tecnología tienen sin duda un papel que jugar en estos meses y años que vienen, en el que tenemos que tomar las riendas de la economía, para ponerla al servicio de la sociedad, y la sociedad al servicio de las personas. No desde el enfrentamiento de unos contra otros, sino tratando de construir puentes a la luz del conocimiento, y la del compromiso.
Es tiempo de trabajar junto a quienes en este momento tratan de sacar adelante nuestras empresas, nuestras instituciones financieras. Es tiempo de ponerse a su lado, y de entender el esfuerzo enorme que están realizando para mantener el empleo, para mantener la actividad en una economía brutalmente competitiva, que les aboca a decisiones dolorosas, decisiones duras que les corresponde tomar para salir adelante. Sin ellos esta crisis sería todavía más brutal, la destrucción del empleo más salvaje, el estado de bienestar más insostenible.
Es tiempo de trabajar junto a las Instituciones que tienen el poder y la responsabilidad de poner los límites, de arbitrar las soluciones, de proponer las salidas al conjunto de los agentes económicos y sociales. Es tiempo de recordarles que se deben al conjunto de la sociedad, y no solo a una parte de ella.
Es tiempo, más que nunca, de trabajar junto a los que estás sufriendo las consecuencias de las decisiones de los unos y de los otros. A quienes están en desempleo o no han podido siquiera acceder a su primer empleo. Junto a quienes el Sistema Sanitario o Educativo va abandonando a su suerte, desatendidos, desahuciados. Este es el tiempo de la solidaridad.
Es tiempo también de ponerse enfrente de quienes, en cualquiera de esos tres colectivos, está tratando de sacar partido a costa de los demás. Es tiempo de elevar el listón de la ética en todas nuestras actuaciones, en la empresa, en la calle, en casa.
Es tiempo de que el conocimiento y el compromiso nos ayude a tender los puentes que necesitamos para que podamos trabajar todos juntos. No hay otra salida de esta crisis, no saldremos de ella si estamos divididos y enfrentados.
Sin duda las Escuelas de Negocios tenemos un papel fundamental que jugar en todo ello, de corregir este rumbo que en parte hemos ayudado a tomar, somos corresponsables de lo que ocurre. Necesitamos una mirada nueva en quienes conocen este sistema, y nos pueden ayudar a reconducirlo desde el profundo conocimiento financiero, económico y de la gestión empresarial. No saldremos de esta sin estudiar en profundidad las opciones, y sin aplicarlas con un criterio profesional experto, honesto.
Un papel fundamental que no podemos jugar solos: la apertura al resto de disciplinas, las más científico-tecnológicas (necesitamos de mucha innovación, de muchas nuevas ideas, de muchos negocios basados en el conocimiento…), y las humanidades (gran parte de los problemas nos vienen de la deshumanización de la gestión, hemos olvidado las lecciones de la historia, la filosofía…)
Así que te dejo con una cita de otro de los de Loyola, Pedro Arrupe se llamaba, y vio antes que muchos que la globalización había cogido mal camino. Tuvo muy claro que no se podía mirar para otro lado, algún precio pagó también por ello.
“No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido.”
Vamos, es tiempo de que cada uno hagamos nuestro trabajo.