Estaba soñando, y en mi sueño me sentaba junto a Merlín. A nuestro lado, una hoguera iluminaba una roca. Una espada se hundía profundamente en ella. Frente a nosotros, había cuatro sombras en la oscuridad de la noche. Miraban la espada y miraban a Merlín, y, por turno, se acercaron a la hoguera y hablaron así.
El primero, vestía y hablaba como un Rey, y estas fueron sus palabras: ”Oh Merlín, sabio entre los sabios. Yo soy Arturo, y debes dejar que yo vuelva a sacar la espada de la roca. Sólo yo puedo salvar Camelot, porque sólo yo y los que son como yo, sabemos gobernar este pueblo. Esta crisis acabará, y todo volverá a ser como antes. Para ello, el pueblo debe acostumbrarse a vivir con menos, los jóvenes deben emigrar a tierras más prósperas, y nuestras empresas, bancos y políticos deben seguir siendo poderosos. Ya sabes, Merlín, que no debemos creer a los que dicen que esto puede cambiar: siempre que hay crisis lo dicen, pero al final vuelve la calma y todo sigue igual, así que déjame reinar, y seré un Rey justo y honrado”
El segundo, vestía y hablaba como un Caballero de la Tabla Redonda: “Oh Merlín, que lees el futuro en las estrellas. Yo soy Arturo, y debes dejar que yo empuñe la espada, y sea coronado como nuevo rey. Esta crisis acabará, pero mientras dure yo usaré el poder del trono para cambiar muchas cosas. Refundaré nuestros colegios y universidades, daré dinero a los sabios para que investiguen, defenderé nuestras industrias. Subiré los impuestos a los ricos, y no dejaré que la crisis se cebe con las clases medias, protegeré sus derechos. Sé que es difícil ser Rey y desafiar a los poderosos, pero lo haré con astucia y con perseverancia, y conseguiré cambiar muchas cosas, todas las que debemos cambiar ahora”.
La tercera era una Joven, no parecía pertenecer a la nobleza: “Oh Merlín, que has vivido en el futuro y has regresado para acompañarnos. Yo soy Arturo, aunque ahora nadie lo sospecharía, porque todos piensan que Arturo es un hombre. Igual que piensan que pueden salvar Camelot desde el trono, cuando para mí es evidente que eso es imposible, porque el complejo equilibrio de intereses que te permite reinar, es el mismo que te impide cambiar las cosas. Dame a mí el poder de la espada, que con mis amigas y amigos seremos capaces de crear otro nuevo Camelot, con una nuevas leyes: con empresas más abiertas y en las que participen todas las personas. Un nuevo reino fundado sobre el conocimiento, en el que no buscaremos el crecimiento y la expansión, sino vivir en equilibrio con nuestro entorno. Realmente, Merlín, no sé si quiero tu espada, lo único que sé, es que necesitamos nuevos líderes que construyan este nuevo Camelot, y como no los encuentro, he venido a preguntarte si debo ser yo quien lleve la espada a mis compañeros y entre todos podamos crear el nuevo Reino…”
El cuarto, era un Dragón y en su mirada se reflejaban las llamas “Oh Merlín, que vives desde siempre y hasta siempre vivirás. Déjame que yo, Arturo, destruya con rabia la espada que un día fue mía, y que después destruya el viejo Camelot, hasta sus cimientos. Solo las llamas y la destrucción pueden purificar este reino corrupto y cansado, solo podremos empezar de nuevo si antes llevamos a la hoguera a los poderosos señores que ahora están abusando del pueblo. Yo arrastraré a las masas, arderá el salón del trono y todos los libros de las leyes. Para que podamos volver a la luz, antes necesitamos años de oscuridad. Merlín, viejo amigo, sabes que siempre ha sido así, y una vez más volverá a ocurrir…”
Merlín ha sonreido y me ha preguntado ¿A quién crees que debería la roca dejar arrancar la espada? (en realidad, como todos sabéis, la roca obedece a Merlín y entrega la espada a quien Merlín decide…).
En el sueño, me he visto contestando a Merlín “El Rey me parece que está muy equivocado, el poder le ha estropeado. Al Caballero me gustaría creerle, pero creo que no mide bien sus fuerzas. El Dragón me da miedo, la oscuridad lleva el dolor a muchas familias… ¿Le vas a entregar la espada a la Joven? Parece que todavía está un poco despistada, pero con tu ayuda…”
Entonces Merlín volvía a sonreir en el sueño y me decía: “Ven conmigo, acércate a la roca porque la espada es tuya. Para construir el nuevo Camelot, necesitamos a los cuatro Arturos que has visto en el sueño: necesitamos Reyes honrados, Caballeros astutos, Jóvenes audaces y Dragones desatados. Ten, toma la espada, y húndela en tu corazón, que quedará dividido en cuatro: no debes dejar que ninguno de los cuatro te la arranque, aunque te duela estar dividido. En el futuro entenderás que los cuatro Arturos realmente son el mismo, y que todos se necesitan entre sí: consigue que trabajen juntos, y Camelot renacerá”.
Entonces me he despertado. El corazón me dolía un poco, hubiese preferido que Merlín eligiese a la Joven, la verdad… He pensado que me perderé en la montaña y le preguntaré a la Dama del Lago, ella siempre sabe qué hacer. Mientras tanto, os cuento esta historia, lo mismo Merlín os ha visitado también a vosotros en vuestros sueños : )