Fue muy celebrada la ocurrencia de bautizar a la crisis que, salvo brotes verdes, nos acompaña desde 2007, como la crisis ninja (empezó por las hipotecas subprime concedidas en USA a personas con “No INcome, no Jobs, no Assets”).
Parece que, por fin, la crisis ninja empieza a dejarnos, Salvo imprevistos, la victoria de Angela Merkel mañana y los datos positivos del Flash Manufacturing Markit PMI de la Eurozona que saldrá el lunes, irán despejando las nubes del horizonte de los próximos meses. Algunos dirán que la crisis, por fin, ha acabado.
No estaré entre ellos. Tiendo a pensar que lo que está ocurriendo en realidad es que la crisis, como el lobo feroz, se está disfranzando de abuelita, para que nos dejemos devorar por ella, casi sin enterarnos.
Me contaba Paul esta semana la interesante conferencia de Emilio Lamo de Espinosa en las jornadas organizadas el lunes por la AECID “El mundo que queremos. Hacia una agenda post 2015″, en la que defendía que nos encontramos en el punto de inflexión de tres ciclos de crisis histórica:
1. un ciclo corto, económico (el de la crisis ninja)
2. otro ciclo de medio/largo plazo, que es social y político, el de la globalización (1989)
3. el tercer ciclo, de largo plazo, del ciclo “civilizacional” europeo y occidental.
Coincido mucho con esa visión. Creo que el segundo ciclo es también tecnológico (ya sabéis, las ondas de Kondratiev), y llevo tiempo predicando de que Europa necesita un nuevo Renacimiento. Pero son matices que describen una misma realidad: una crisis, dentro de otra crisis, dentro de otra crisis: la feroz “crisis matrioska”.
Para salir de la primera, necesitamos ganar en productividad e internacionalizarnos con decisión. Para salir de la segunda, necesitamos abrazar una profunda transformación de nuestro tejido económico y social (ya lo hicimos una vez, cuando cayó nuestra industria pesada), apostando por la industria del conocimiento. Y para salir de la tercera, necesitamos un nuevo Renacimiento, volver a poner a la persona en el centro, volver a poner la economía al servicio de la sociedad…
Luchar contra estas tres crisis a la vez nos enfrenta a profundas paradojas: ¿llevamos nuestras fábricas fuera (globalización), o retenemos nuestra industria? ¿jugamos a las organizaciones jerárquicas que siempre han funcionado, o adoptamos nuevos modelos de participación, que todavía nadie sabe muy bien cómo funcionan? No hay respuestas sencillas, no hay atajos…
Me pareció muy creativo el diseño de la matrioska que he elegido para ilustrar el post. Me sirve también para recordarte alguna de las moralejas del cuento: no debes hacer caso del lobo cuando te recomiende el camino corto: si hay una receta para el fracaso en esta crisis matrioska es dejarse llevar por el corto plazo.
Tenemos que elegir el otro camino: el de la visión a largo plazo, el de profundizar en las raíces de las tres crisis, que nos ayuden a entender la solución, el camino del esfuerzo. No hay atajos en esta transformación, que tiene que llevar al conjunto de la sociedad a apostar por el conocimiento, y por las personas. Por una educación excelente, basada en valores, por infraestructuras del conocimiento que apoyen a nuestra industria en su transformación…
Adios, crisis ninja, ya era hora de que viésemos tu negra espalda. Bienvenida crisis matrioska, pero nunca olvides: tú pasarás, nosotros quedaremos.