El año pasado se cumplieron cincuenta años del libro de Thomas Kuhn “La Estructura de las Revoluciones Científicas“, una reflexión brillante sobre la forma en la que unas ideas sustituyen a otras en la ciencia. ¿Te suena la expresión “cambio de paradigma“? Viene de este libro.
Kuhn, aplicando nociones que vienen de la historia y la sociología, explica que la ciencia avanza durante largos períodos dentro de un paradigma determinado, en el que toda la comunidad científica trabaja de acuerdo a ese modelo. Por supuesto, el modelo nunca explica la realidad de forma completa, quedan problemas no resueltos. Pero en estos períodos de “ciencia normal”, los científicos se empeñan en utilizar el mismo modelo para tratar de dar solución a esos problemas. Y cada vez que un problema encuentra solución, el paradigma queda más reforzado, y la comunidad científica más satisfecha y orgullosa de la potencia de su paradigma.
El problema surge cuando las “anomalías” y “enigmas”, como los llama Kuhn, empiezan a amontonarse sobre la mesa. Entonces es cuando llega el turno de la “ciencia revolucionaria”, en el que un científico arriesgado propone un nuevo paradigma, una nueva forma de mirar la realidad. Al principio, los nuevos paradigmas son rechazados por la comunidad científica, que simplemente es incapaz de cambiar su perspectiva, la que tantas alegrías le ha proporcionado. Pero después de un período, si el nuevo paradigma es mejor, acaba sustituyendo al anterior, creando su nueva “comunidad científica”. Y volver a empezar.
Algo así nos está ocurriendo. Hemos vivido muchas décadas en un paradigma que combina democracia y capitalismo global, en el que hemos dado solución a muchos enigmas, hemos solucionado muchos problemas. Así que estamos muy orgullosos de este modelo. Pero se nos empiezan a acumular las “anomalías”: tasas de desempleo inasumibles, deterioro de las clases medias, corrupción, lobbies más poderosos que las entidades que deben regularlos, un mundo en equilibrio cada vez más inestable…
He sacado el libro de la balda, porque precisamente un sociólogo, Dipankar Gupta, vendrá en unos días a hablarnos de un libro que ha escrito “Revolution from Above: India’s Future and the Citizen Elite“. En esencia, viene a decir que India necesita un nuevo paradigma, en el que una clase política que se mueve únicamente por fines electorales (y por lo tanto hacen lo que sea más popular), sea sustituida por personas que adopten las medidas que sean necesarias para construir la prosperidad económica y la justicia social en la India a medio y largo plazo (sean o no populares a corto plazo).
Y viene a Euskadi porque el último capítulo de su libro cita como ejemplo la transformación que fuimos capaces de construir con la llegada del gobierno autonómico. Se tomaron muchas decisiones arriegadas, desde crear una Hacienda propia en régimen de Concierto con el Estado, hasta abordar una profunda reconversión del tejido productivo e iniciar una apuesta de largo plazo para crear infraestructuras de Ciencia y la Tecnología que en aquel momento eran inexistentes. Un auténtica revolución.
Ya sabéis que tengo mis dudas sobre los conceptos de élite y de liderazgo, pero me acercaré con mucho interés a la charla que nos dará el Prof. Gupta el martes 5 de Noviembre (con un introductor de lujo, además). Necesitamos renovar la apuesta que hicimos hace treinta años, y no acabo de ver el nuevo cambio de paradigma, ni las decisiones que son precisas para transformar de nuevo nuestro pequeño gran País (este Noviembre conoceremos las estadísticas de I+D en Euskadi en 2012, será un día triste…) Dejaríamos una herencia triste si en tan poco tiempo hubiésemos perdido esa capacidad de forjar nuestro futuro que a Dipankar le impresionó tanto en su última visita.
Estás cordialmente invitado a la presentación, lo mismo después de la charla decidimos que ha llegado el momento de la Revolución. Sería una fecha muy adecuada, martes de la XIII Semana de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en Euskadi ; )