“Dejen que el destino diga la verdad
y evalúe a cada uno de acuerdo a sus trabajos y a sus logros.
El presente es de ellos,
pero el futuro, por el cual trabajé tanto, es mío.”
Nikola Tesla
Habrás visto el anuncio de Campofrío, “Hazte extranjero“. Ese que dice “La tecnología de por ahí, es lo más. Pero qué hacemos con eso de abrazarnos, de tocarnos todo el rato…”.
Está muy bien eso de animar a las personas y consolarlas con este mensaje tan visionario “Aunque seamos un desastre en educación o en tecnología, no pasa nada, porque sabemos divertirnos como nadie, y aquí los bares cierran más tarde que en el resto del mundo”. Y para finalizar, nos explican que la condena es, además, perpetua: “Uno puede irse, pero no hacerse”.
A todos los jóvenes que han tenido que hacer las maletas este año para encontrar trabajo en otros países este anuncio les va a encantar. Volver a casa por Navidad y encontrarse con este mensaje tan tranquilizador: “No preocuparse, que aquí las cosas no van a cambiar, no pueden cambiar, por que somos así…”.
Para rematar el simbolismo, esta misma semana la multinacional mexicana Sigma y la china Shuanghui se han aliado para lanzar una OPA y controlar Campofrío… Uno podría consolarse pensando eso de que en Euskadi somos diferentes, pero todavía está fresca la compra de Patricio Echevarría por una multinacional canadiense…
No me extraña que haya personas que, con todo esto, decidan abonarse al desánimo, aceptar el declive como inevitable. Lo mismo Campofrío tiene razón, y lo que hay que hacer es relajarse y disfrutar mientras nos dejen. No hay otra alternativa ¿verdad?
Pues lamento informarte que sí existe una alternativa. Hay un país que rompe la condena esa de que “puedes irte, pero no puedes hacerte”, porque le ocurre exactamente lo contrario, nunca podrás ir, pero siempre podrás hacer que sea tuyo…
No te hagas extranjero, hazte del futuro.
Es una decisión que podemos tomar las personas, las organizaciones, y los países. Decidir que el futuro nos pertenece, y que nuestro pasado o nuestro presente no son una condena ni una maldición, sino simplemente la base sobre la que podemos construir un futuro diferente. Y si algo sabemos de ese país, es que siempre está en movimiento, y siempre nos sorprende.
Este verano me regalaron el libro de “El gran Mónico” (mil gracias, Aitor), que cuenta la historia de un joven de un pueblo perdido que partiendo de la nada supo construir un futuro diferente, con esfuerzo, con imaginación, con voluntad… Si tienes adolescentes en casa y no sabes qué libro regalarles, es una opción bastante recomendable. Te advierto que cuenta una historia bien distinta a la del anuncio de Campofrío.
Mónico conoció sin duda en su aventura americana al genial Nikola Tesla, una persona imprescindible para entender la prosperidad que ha construido el mundo en el último siglo. Suya es la cita que abre el post, y te dejo con otra también suya, que nos recuerda que no siempre los proyectos que merecen la pena cosechan sus frutos en el corto plazo…
“El científico no busca un resultado inmediato.
No espera que sus ideas avanzadas sean fácilmente aceptadas.
Su deber es sentar las bases para los que vendrán, señalar el camino”