Invertir en conocimientos produce siempre los mejores intereses
Benjamin Franklin
Este lunes, Eurostat publicaba el avance estadístico con los datos del indicador fundamental de inversión en I+D en Europa. En resumen, Europa sigue estancada en el 2%, mientras se amplía la diferencia entre los países que tienen clara esta apuesta (Alemania y los Países Nórdicos, que siguen incrementando la inversión a buen ritmo) y los despistados que todavía no se han enterado que sin I+D, no hay futuro.
El gráfico que se publicó en la sección Materia de El País, recoge de forma gráfica la foto del 2013.
No es noticia que España está en el grupo de los despistados, junto con el resto del sur de Europa. Unos días antes el INE había publicado el dato para 2013, que había descendido al 1,24% (en 2012 fue el 1,27%). Faltan todavía las estadísticas desglosadas, que saldrán en unos días.
Hasta aquí, no hay demasiadas novedades. Ningún líder de la Comisión Europea o del Gobierno del Estado han comparecido para valorar estos datos, ni para dar explicaciones. Tengo la duda de si es porque no se han enterado, o porque no saben que decir, o porque están convencidos de que este tema no le interesa a nadie.
La triste novedad es la de este jueves, que Eustat ha hecho públicos los datos de Euskadi. Por primera vez desde hace más de 10 años, el dato ha descendido respecto al año anterior. El 2013 la inversión en conocimiento en Euskadi se situó en el 1,99% de nuestro PIB, respecto al 2,06% que habíamos alcanzado el año anterior. El dato no me ha pillado de sorpresa, una crónica de una muerte anunciada.
Y tampoco me ha sorprendido que la única voz que se haya alzado con valentía para expresar su preocupación haya sido la del Presidente de Confebask. A su análisis me remito, difícil encontrar tanta lucidez y criterio en tan pocas líneas. Hace unas semanas alertaba también de los alarmantes datos demográficos. Sin personas y sin conocimiento, no podremos construir la nueva industria que necesitamos para garantizar nuestra prosperidad.
Que queréis que os diga, me llevan todos los diablos del infierno. Para nada me consuela que el 2013 fuese un año atroz. Es en años atroces en los que hay que sacar fuerzas para hacer apuestas audaces que nos ayuden a cambiar el rumbo. Estoy aburrido de discursos vacíos, de estrategias huecas de recursos, de la incoherencia entre los objetivos que nos marcamos y los medios que ponemos para alcanzarlos.
No nos damos cuenta de que es preciso tomar con decisión el timón y girar la nave, desplegar todas las velas para coger el único viento que sopla ya para las naciones desarrolladas, que es el de la nueva industria del conocimiento. Sin infraestructuras potentes de ciencia y tecnología, sólidamente conectadas al tejido empresarial y a la sociedad, no habrá futuro para nuestra industria, ni habrá recursos para sostener nuestro estado del bienestar.
He leído que se va aprobar el PCTI 2020 antes de fin de año, este jueves lo han presentado en Bruselas. Solo leeré una página, y será la de los recursos, públicos y privados, asignados al Plan.
Dante sitúa en el último y peor círculo del Infierno a las personas que traicionan a quienes confiaron en ellas. Hasta ese círculo me arrastrarán los demonios si no veo una apuesta decidida y cierta por la ciencia y la tecnología, unos presupuestos públicos y privados que nos catapulten en 2020 al lugar que debe ocupar Euskadi para defender su tesoro, nuestra industria.
En ese círculo preguntaré a los que me encuentre allí, qué demonios ha cambiado en este País para que no seamos capaces de sostener nuestras apuestas.