No sé si has visto “Salvar al soldado Ryan” (Spieberg, 1998). Si no, no sigas leyendo, que voy a contar la escena final. Merece mucho la pena ver la película, igual que la última “El puente de los espías” (Spielberg, 2015).
A punto de morir, el Capitán Miller se despide de Ryan con una frase sencilla “Haz que haya merecido la pena“. Al final, han cumplido su misión de salvar al joven soldado. Aunque por el camino, lo han perdido todo, hasta la propia vida.
En la vida, nos pasa un poco como al Capitán Miller. Cuando acabe nuestra película, lo habremos perdido todo, y hay dos formas de aceptar esa inexorable verdad que nos acompaña a todas las personas.
Una es el plan “YOLO” (You Only Live Once): Vives una vez, así que disfruta a tope. Que te quiten lo bailado. Eso de que “Cuando estés a punto de morir no te arrepentirás de lo que no has hecho, sino de lo que has dejado de hacer”. Gasta la vida, que no hay más que una. etc. etc. Me decía un amigo que lleva 5 años en USA que ahora hay muchas camisetas con ese lema YOLO por allí…
La otra, es la de cumplir la misión que crees que tienes que cumplir. Pensar en tu vida como una semilla de una planta que probablemente no verás florecer, que dará su fruto después de que tú te hayas ido. Despedirte con la sensación de que has hecho lo que había que hacer, de que ha merecido la pena… Tendríamos que hacer más camisetas “MIWI” (Make It Worth It), me parece…
Existiría una tercera opción, que no consiste ni en gastar la vida, ni en invertirla. Hay personas que deciden ahorrarla, y quizá esa sea la peor decisión de todas. Decidir dejar para más adelante la vida, ir dejando pasar los días entre el miedo y la indecisión. Conservar la vida, esperando el momento adecuado. Solo hay un momento adecuado para vivir, me temo, y es ahora…
Así que ahora, que además acaba el 2015, deberías pensar si te apuntas al plan YOLO (que lo disfrutes con salud, en ese caso), o si vas a tratar de invertir tu vida en algo más, en dejar algo que quede cuando tú te vayas. Si estás en esta última opción, te animaría a que dediques un ratillo a pensar en el último consejo del Capitán Miller.
Una cosa que he aprendido con la edad es que, cuanto más merece la pena un objetivo, más difícil es de conseguir. ¿Conoces, por ejemplo, los 17 Objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible? Todos merecen la pena, todos parecen imposibles de conseguir.
Hay personas que creen que esto de la ONU, UNESCO, etc… no sirve para nada. Que la burocracia y la complejidad del Sistema de Naciones Unidas, unido a los intereses de los estados, acaban por hacer inútil cualquier esfuerzo. Sinceramente, no creo que sea así. Por eso, estos días con más tiempo he leído las 820 páginas del “Informe Unesco sobre la Ciencia”, que se publica cada 5 años, el último en Noviembre de 2015. (tienes también un resumen ejecutivo de 46 páginas en castellano aquí).
La verdad es que me ha movido el mapa… Ya sabes que una de las cosas en la que he invertido mi tiempo es en que Euskadi tenga unas infraestructuras de educación y de ciencia y tecnología decentes, porque en eso va la prosperidad de nuestros hijos. Creo que voy a cambiar de mapa. Porque si no resolvemos el puzzle del mundo, no podremos encontrar el lugar que nos toca en ese rompecabezas.
Y el puzzle del mundo tiene mucho más que ver con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que con las agendas del FMI o de los Bancos Centrales. Hasta que no entendamos eso, no saldremos del laberinto en el que se ha metido la economía mundial…
En fin, ya te iré contando más de estas cosas, que estamos a fin de año y hay que aprovechar el tiempo. Busca tus propios objetivos, o ayúdame con los ODSs. Pero no te olvides, “Haz que haya merecido la pena”.