“Las aventuras pueden ser locas,
pero el aventurero debe estar cuerdo”
G.K. Chesterton “El hombre que fue jueves”
Escribe Sabin Azua en el último número de “El Economista” un excelente artículo que ha titulado “El Museo Guggenheim de Bilbao no existiría“. Viene a decir que necesitamos gobiernos que sepan hacer apuestas de futuro. Que sean capaces de asumir riesgo en decisiones audaces que, bien gestionadas, creen valor a largo plazo (como lo fue y es el Guggenheim, que el año que viene cumplirá 20 años).
Con mucho acierto, Sabin no detiene su reflexión en las administraciones públicas, y en sus últimas líneas también dirige nuestra mirada a la sociedad “La ciudadanía prefiere servidores públicos que sean administradores y no directivos que contribuyan a construir el futuro”.
Estoy este año de aniversarios de varios proyectos en los que participo. Alboan celebraba ayer en Bilbao 20 años de trabajo en Euskadi y Navarra por unir el Norte y el Sur, de compromiso con un mundo más justo, más solidario. El Centro Unesco del País Vasco cumple 25 años de compromiso vasco para que la Ciencia, la Educación y la Cultura estén al servicio de la Humanidad. Deusto Business School cumple 100 años en Bilbao (“La Comercial“) y 60 años en Donosti (“La ESTE“), muchas décadas, muchas generaciones de profesionales formados en valores para poner la empresa y la economía al servicio de la sociedad. Apuestas que merece la pena hacer durar…
Todos ellos, iniciativas nacidas de la sociedad civil de este pequeño gran País. Personas que se juntaron un día para soñar un futuro diferente, y que dedicaron su tiempo y sus recursos a construir apuestas audaces, pero bien gestionadas (“las aventuras pueden ser locas, pero el aventurero debe estar cuerdo“).
Hace 100 años las instituciones y la sociedad civil de este país supieron mirar al futuro, encararlo. Eusko Ikaskuntza, Euskaltzaindia, tantos talleres y empresas creados en esa década en la que la primera Guerra Mundial sacudió Europa… Hace 40 años fuimos capaces de superar una durísima reconversión industrial, la recuperación de nuestras instituciones.
Nos corresponde la responsabilidad de administrar aquellas apuestas, de hacerlas durar. Pero sobre todo, nos corresponde el honor de mantener la tradición de una sociedad civil y unas instituciones puestas en pie, con la mirada en el futuro, y con las manos en la tarea de construirlo con audacia, con acierto.
Que dentro de varias décadas, estén celebrando los aniversarios de los proyectos que necesitan de nuestra apuesta hoy. Porque en eso consiste vivir, en eso consiste el secreto del mundo: encararlo por enfrente, y no dejar que nunca nos dé la espalda.
¿Quieren ustedes que les diga el secreto del mundo?
Pues el secreto está en que sólo vemos las espaldas del mundo.
Sólo lo vemos por detrás, por eso parece brutal.
Eso no es un árbol, sino las espaldas de un árbol;
aquello no es una nube, sino las espaldas de una nube.
¿No ven ustedes que todo está como volviéndose a otra parte y escondiendo la cara? ¡Si pudiéramos salirle al mundo por enfrente!…
G.K. Chesterton “El hombre que fue jueves”