Amy Cuddy es una profesora de Harvard que ha adquirido cierto reconocimiento por establecer la conexión que existe entre nuestra postura física y nuestra posición mental, y proponer que puede funcionar en las dos direcciones.
Porque ya es sabido que nuestra situación psicológica determina habitualmente nuestros gestos (la timidez y la inseguridad nos lleva a encogernos, y la confianza hace que busquemos instintivamente más espacio con nuestros brazos y piernas). Lo que no es tan conocido, es que podemos también hacer cambiar nuestra mente si adquirimos la disciplina de adoptar gestos o posturas determinados. “Fake it until you make it” o “Finge el sentimiento, hasta que lo sientas de verdad” (Tienes una charla TED muy buena donde lo explica).
En Diciembre ha publicado un libro que, al hilo de estas ideas, determina tres reglas para el éxito (a los americanos les encanta esto de tener éxito utilizando reglas simples). Las tres reglas no parecen complicadas
1. Te crees tu propio relato
2. Demuestras confianza, pero sin arrogancia
3. Lo que dicen tus palabras, y lo que dice tu cuerpo, está sincronizado
Me viene bien la historia para pensar en lo que necesitaríamos como sociedad para salir con soltura de la coyuntura que sigue complicada (los últimos datos del PMI de esta semana no han sido particularmente tranquilizadores, con Francia en números rojos y Europa con los peores datos del último año…).
Lo primero que tendríamos que tener es un relato compartido de lo que nos ocurre, y de lo que tenemos que hacer para cambiarlo. Sin ese relato creible, empezamos mal. Ya decía Ortega “No sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa“. Las semana pasada en Shangai los líderes del G20 fueron perfectamente incapaces de generar un relato mínimamente coherente, y se limitaron a constatar que las políticas monetarias que han puesto en marcha no acaban de funcionar… Como en las políticas fiscales no se ponen de acuerdo (a vueltas con el endeudamiento y la austeridad), solo queda el manido recurso a las “reformas estructurales”, que los ciudadanos ya hemos aprendido que consisten en pasarnos la factura para que acabemos pagando nosotros. En conclusión, no hay crónica de Shangai.
Así como el primer punto (creerte tu relato), es la llave para los otros dos (confianza y coherencia), su ausencia trae de la mano la arrogancia y la incoherencia.
¿Qué hacer en esta situación? Desde luego, dejar de esperar que la luz vaya a venir del G20… Si el relato no nos viene construido de arriba a abajo, habrá que construirlo de abajo hacia arriba. Así que busca a personas, a empresas, a instituciones que te ofrezcan un relato creible. Que muestren confianza, pero sin arrogancia. Y que sean coherentes, que sus palabras y sus actos vayan de la mano. Si somos capaces de sumar sus relatos, podremos entonces escribir un relato colectivo de superación y de esperanza.
Y si a veces te puede el pesimismo, y pierdes la confianza en el futuro, entonces recuerda el consejo de la Profesora Cuddy: “Fake it, until you make it” : )
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PS1.
La semana pasada se me fue sin post, perdonad. Estaba en esto de buscar relatos de muchas personas que fueran creibles, confiados y coherentes : )