Ya sabéis que en la Capilla Sixtina, entre santos y profetas, Miguel Angel dibujó a las cinco sibilas más famosas. Tiene su tema colar en el Vaticano a cinco sacerdotisas, a las que el dios Apolo inspiraba para que pudiesen ver el futuro… La rebuscada excusa es que ellas también anunciaron el fin de imperios como el griego o el romano, una condición previa para el advenimiento del nuevo reino…

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Predecir que un imperio de este mundo acabará no tiene riesgo: la Historia nos enseña que todos terminan. Acertar en qué momento terminarán, requiere algo más de habilidad. Aplicando el principio de Copérnico, los científicos han elaborado una fórmula que vincula la probabilidad de acertar y la precisión de una profecía. Este principio tiene aplicaciones tan divertidas como predecir el día del juicio final (que por cierto, también pintó Miguel Angel en la Capilla Sixtina).

Así que predecir que el sistema económico y social imperante (capitalismo global basado en la sociedad del consumo) acabará algún día, no tiene mérito. Acertar cuándo acabará, es un poco más complicado.

Ya os conté que otro científico, Thomas Kuhn, en su libro La Estructura de las Revoluciones Científicas, nos dejaba una pista muy relevante: cuando se empiezan a acumular anomalías o paradojas que no tienen explicación dentro del paradigma imperante, es que necesitamos un “nuevo paradigma”, un nuevo sistema en el que encontremos nuevas explicaciones.

¿Cuáles son las tres paradojas que anuncian el fin de este modelo? En estas semanas de fin de año voy a explicarios las tres paradojas que anuncian el fin del capitalismo global. Os avanzo los titulares:

  • El mundo crece, la economía no: Durante todo el Siglo XX, los motores de la economía han sido el incremento de población (más en particular, el de las clases medias), y la aparición de nuevas tecnologías que abrían camino a nuevos productos y servicios para satisfacer las necesidades de esa población. El Siglo XXI, esos dos motores siguen a pleno rendimiento, y sin embargo la economía mundial ha entrado en la “nueva normalidad” caracterizada por el lento crecimiento de la riqueza mundial ¿por qué?
  • Liberados del empleo, exiliados del consumo. El avance de la tecnología, y en particular de la inteligencia artificial, destruirá millones de puestos de trabajo en todo el mundo, a más ritmo del que somos capaces de crear nuevos empleos (o de nuestra capacidad de adaptarnos a esos cambios). Y sin empleo, no hay salario, y sin salario ¿cómo sobreviviremos en una sociedad en la que “eres lo que consumes”? Y si se deshacen las “clases medias” ¿qué motor tirará de la economía?
  • El sistema insostenible. Esta tercera paradoja está relacionada con las dos anteriores. En Europa hemos conquistado con esfuerzo un “estado del bienestar”: educación, sanidad, pensiones de jubilación… todo al servicio de una vida mejor de las personas. El problema es que el envejecimiento de la población, el lento crecimiento de la economía y la falta de liderazgo para abordar reformas en profundidad del sistema público nos aboca sin remedio a una profunda crisis: no salen las cuentas para pagar el sistema público que sostiene el bienestar. No te digo nada si para solucionar la segunda paradoja, sumamos la Renta de Garantía de Ingresos universal…

Tranquilidad, que este post no va de Apocalipsis, no creo que el Juicio Final se acerque. Es un post de Adviento: pronto necesitaremos un nuevo modelo para entender la economía y la sociedad, que ya está viniendo. Ese será mi regalo en el quinto y último post de la serie, que escribiré el día de los tres Reyes Magos. En estos tiempos modernos, lo mismo al final resulta que eran las cinco Sibilas Griegas : )

 

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