Esta noche he soñado que estaba dentro de un cuadro.
Hay dos personas en un bar, conversando. Una tercera, un poco más alejada en la barra, parece ensimismada, aunque puede escuchar lo que dicen los otros dos. El bar se llamaba “Europa”, y las dos personas que hablan tienen por nombre “Empresas” y “Administraciones Públicas”. La tercera, perdida en sus pensamientos, se llama “Sociedad”.
Al parecer, el tema es una deuda que tienen las dos primeras con la tercera. De vez en cuando se refieren a esa deuda como “estado del bienestar”, o “derechos sociales”. Por la conversación puedo deducir que, en algún momento, “Sociedad” confió a “Empresas” y “Administraciones Públicas” esta preciada herencia. Y al parecer también, en los últimos tiempos, esa inversión se ha empezado a devaluar, y “Sociedad” anda un poco preocupada.
A “Empresas”, hay dos conversaciones que le ponen de bastante de mal humor. La primera es “fiscalidad”, y la segunda se llama “empleo de calidad”.
Porque “Administraciones Públicas” dice que la mejor forma de resolver el problema es que alguien pague más impuestos. A veces mira de reojo a “Sociedad”, pero como ve que anda un poco cabreada, no le parece una buena idea decirle que el pato lo van a pagar las clases medias (que en “Sociedad” es quien suele acabar pagando estas rondas). Así que mira a “Empresas”.
Es una conversación que no tiene demasiado recorrido. Con las empresas grandes, porque tienen mecanismos de lobby y de presión para que no les anden molestando con estas cosas. Tienen personas muy preparadas que saben que, cuanto más impuestos paguen, menos dinero llegará a sus accionistas. Con las empresas pequeñas y los autónomos, muchas veces el problema es otro, no hay demasiado de donde rascar.
Así que abordan una segunda conversación. Al parecer, la herencia se podría recobrar si se crease más empleo, y de más calidad. Pero últimamente el empleo que se crea en este bar de “Europa” (especialmente en el ala sur) es cada vez más parcial y temporal. Algunos dicen que tiene que ver con los robots, que cada vez son más inteligentes. Charlas de bar, ya se sabe.
“Empresas” contesta que para crear más empleo estable y bien retribuido, tendría que tener un poco más de certidumbre, que últimamente los mercados andan revueltos y no hay forma de invertir con un poco de fuste a medio y largo plazo. Y, de paso, pregunta que cuándo va a haber políticas de apoyo con algo de presupuesto, que últimamente todo va a gasto social, pensiones y sueldos de funcionarios, y que la “política industrial”, la de “I+D+i”, la de “compra pública innovadora” siempre se quedan a la cola.
Aquí la conversación se estropea definitivamente. A “Sociedad”, el tema de las pensiones le pone de los nervios. Y para “Administraciones Públicas”, sacar el tema de los funcionarios es como mentar a la madre que les parió (a todas ellas y ellos).
Así que las dos conversaciones, fiscalidad y empleo, acaban en vía muerta. De vez en cuando alguien entra en el bar, pide tabaco y comentan algo antes de volver a salir a fumar. Se llaman “ONGs”, “Sindicatos”, “Universidad”… pero generalmente los que están dentro del bar, opinan que todos ellos viven en una realidad paralela. También suelen llevarse la mano a la cartera, en un gesto mecánico, cuando ven que alguno de estos tres se acerca.
Juncker, que tiene una imaginación desbordante, en su Libro Blanco que ha publicado ha escrito cinco finales para esta escena. Yo soy solo un camarero, pero de mi experiencia sirviendo copas detrás de esta barra, creo que solo hay dos…
En el primer final, “Empresas” y “Administraciones Públicas”, siguen enredados en estas dos conversaciones infinitas (fiscalidad y empleo), mientras que la Sociedad va perdiendo las esperanzas de recuperar su herencia. Los reproches van subiendo de tono, y ya se sabe lo que pasa en los bares de madrugada con estas historias. Aquí inventamos el Rosario de la Aurora, precisamente en un pueblo llamado Espera, te dejo la definición de la RAE: «desbandarse descompuesta y tumultuariamente los asistentes a una reunión, por falta de acuerdo»
En el segundo final, encuentran una tercera conversación. “Sociedad” deja de estar ensimismada, y se une con los otros dos para hablar con ellos. Es una conversación nueva, diferente… No hablan tanto de las herencias, sino de un futuro que llega diferente, y que necesita de nuevas formas de mirar, de conversar.
Los tres salen juntos del bar, hace una preciosa madrugada de primavera, empieza a amanecer. Me dicen que cierre el bar y que vaya a dar una vuelta con ellos. Estas cosas también pueden pasar…
Tú ¿te vienes…?