Los artículos en prensa esta semana sobre las ondas gravitacionales han despertado una antigua frustración que me acompaña desde joven.
Estaba en segundo de carrera, y nuestro profesor de Física nos introdujo en un par de clases a fin de curso las teorías de Einstein. Me pareció apasionante, pero no entendía nada: las ecuaciones de Einstein aparecían como por arte de magia y aquello no me satisfacía. Quería entender, quería ver de dónde salían.
Compré varios libros y descubrí que no se podía entender la Teoría de la Relatividad con las matemáticas que yo sabía. Si quería entenderla, tenía que sumergirme antes en el cálculo tensorial (1 dimensión=cálculo escalar, 2 dimensiones=cálculo vectorial, 3 dimensiones=cálculo matricial, n dimensiones=cálculo tensorial). Y empecé a estudiarlo de manera autodidacta, hasta que decidí que necesitaba días de 30 horas para aquella aventura (o dejar de dormir), y lo dejé con resignación.
Guardo los libros de cálculo tensorial, y me digo que cuando tenga tiempo me pondré con ello (aunque en ese momento quizá tenga otro tipo de carencias, de tipo más neuronal). Mientras tanto, atiendo las explicaciones sobre la física cuántica, la teoría de las cuerdas o las ondas gravitacionales con esa frustración con la que me aproximé por primera vez. Quiero entender, pero cuanto más me hacen infografías y vídeos supuestamente explicativos, más me parece que me están contando un cuento de hadas…
Algo parecido me pasa con las explicaciones sobre los problemas del Deutsche Bank, su elevadísima exposición al riesgo desbocado de los Bonos Convertibles Contingentes (CoCos) y en general al mercado de derivados. Quiero entender, pero me falta conocimiento profundo de los mercados financieros, algo reservado a los muy especialistas en este campo. Veo las infografías, y me queda la misma sensación (en esta ocasión, los cuentos de hadas son más bien cuentos para no dormir…). Esta avisaba en 2014 de lo que había en riesgo…
Veo el miedo que se ha desatado en las bolsas, y tiendo a pensar que no soy el único que asiste con cierto escepticismo a las explicaciones que tratan de tranquilizarnos. El sentido común me dice que es peligroso jugar con los límites del tiempo y el espacio, la materia y la energía, especialmente si esos juegos quedan en manos de personas fuera del control de la sociedad (no podemos poner límites a lo que no entendemos…). Ese mismo sentido común me dice que jugar con los límites de la economía real y la especulativa, con esa misma opacidad, es muy peligroso.
Veo avanzar mucho más rápido al conocimiento (me da igual físico o financiero), que a los principios de utilización ética de esos conocimientos, y a los mecanismos que garanticen que esos principios éticos quedan preservados.
Y no me da miedo el conocimiento, siempre trae luz. El problema, como con todo, es lo que las personas hacemos con esa luz (me acuerdo de pequeño, achicharrando pobres moscas con una lupa…).
Necesitamos más luz, pero sobre todo necesitamos personas que utilicen la luz para iluminar la Historia.