“Aquellos que no pueden recordar el pasado
están condenados a repetirlo.”
George Santayana, La razón en el sentido común, 1905
Me viene de maravilla la cita (que, por cierto, con frecuencia se atribuye de forma incorrecta a Churchill), para introducir el post de esta semana.
Dani Rodrik (también profesor en Harvard, como lo fue Santayana hace un siglo) ha publicado esta semana en Project Syndicate un articulo cargado de sentido común “La política de la ira“, en el que repasa el reciente auge de los populismos y establece el paralelismo con la que vivimos hace un siglo en el período entre las dos Guerras Mundiales.
Me parece que Rodrik hace algo que pocos consiguen en la coyuntura actual de incertidumbre, y es ofrecer un diagnóstico claro de las razones que nos han conducido a esta situación, y también una receta de los posibles remedios. Del diagnóstico y de la receta, me quedo sobre todo con la segunda:
“El atractivo de los populistas es que dan voz a la ira de los excluidos. Ofrecen una grandiosa narrativa y soluciones concretas, aun cuando sean engañosas y, a menudo, peligrosas.
Los políticos dominantes no recuperarán el terreno perdido hasta que también ellos ofrezcan soluciones serias que dejen lugar a la esperanza. Deben dejar de esconderse detrás de la tecnología o la globalización inevitables, estar dispuestos ser audaces y encarar reformas de gran escala que afecten la forma en que funcionan las economías locales y la mundial.”
No puedo estar más de acuerdo, de esta encrucijada de la historia, sólo saldremos por dos caminos. El primero nos conducirá por las soluciones mágicas de los populistas, que la Historia nos dice que siempre han acabado en lugares oscuros. El segundo por embridar el capitalismo global, una tarea formidable que hay que abordar en paralelo desde lo global y desde lo local.
Otra cita (ésta sí que es de Churchill) me ayuda a terminar el post, quizá con tantos días de lluvia se me esté metiendo la niebla por dentro.
“Cuando la situación era manejable, no se aplicaron las recetas adecuadas.
Y ahora que está completamente fuera de control, aplicamos demasiado tarde los remedios que hubieran servido, aplicados a tiempo.
No hay nada nuevo en la historia. Es tan antiguo como los libros sibilinos.
Es largo y triste el catálogo de experiencias que han sido inservibles para la humanidad, que han confirmado nuestra incapacidad de aprender.
Falta de previsión, falta de voluntad para actuar cuando la acción hubiese sido simple y eficaz, falta de claridad de pensamiento, confusión hasta que llegue la emergencia, hasta que el instinto de conservación golpea su discordante gong…
Estas son las características que constituyen la repetición sin fin de la Historia”
Winston Churchill
Cámara de los Comunes, 2 de Mayo de 1935