Las primeras firmas de órdenes ejecutivas de Trump han tenido un eco global, han llenado las noticias y las tertulias en los medios. Ayer mismo firmaba dos nuevas órdenes para anular las reformas en el sector financiero que se hicieron tras la crisis de Lehman Brothers, y así eliminar los controles que se establecieron para reducir la especulación en el sector financiero. Claro que si ha fichado al Presidente de Goldman Sachs como asesor económico principal, no cabía esperar nada diferente…

Más desapercibida, por desgracia, ha pasado la última firma que hizo Barack Obama, la mañana del día en que entregó el poder a su sucesor. Se trataba de una orden que había pasado ya por el Congreso (409 votos a favor, 8 en contra) y por el Senado, y contaba por tanto con el apoyo de las cámaras legislativas.

La orden establece con caracter permanente un programa que se había implantado de forma piloto en esta legislatura, el “Presidential Innovation Fellows“. En esencia, consiste en incorporar en estancias de un año a personas que han liderado con éxito proyectos innovadores en el sector privado, para que colaboren en equipos del sector público con el objetivo de impulsar la innovación en el sector público, en retos cruciales para el país. Luego vuelven al sector privado, enriquecidos por la experiencia.

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Hasta ahora habían pasado por la prueba piloto 112 “agentes de cambio”, y las historias de su trabajo con los equipos de la administración van en la dirección correcta, me parece. Ponen el valor el conocimiento y la experiencia de los funcionarios, y al mismo tiempo lo apoyan con la incorporación de perfiles innovadores y con experiencia en la transformación del sector privado (que difícilmente se sienten atraídos por una carrera en el sector público).

Le escuchaba ayer en una magnífica entrevista en BBC TechTent a Asier Alea, que las administraciones debían arriesgarse a ser innovadoras, emprendedoras si quieren ayudar con eficacia a la sociedad a la que sirven. Tiene toda la razón, aunque los tiempos actuales no facilitan precisamente que los servidores públicos se animen a tomar riesgos…

Igual que me han producido desasosiego las firmas de Trump, me ha dado esperanza leer la historia de la firma de esta última orden de Obama, leer las historias de los “Presidential Innovation Fellows”.

La firma estuvo a punto de no producirse, porque la orden se había ido quedando enganchada en las infinitas bandejas que tenía que atravesar hasta llegar a la mesa del Despacho Oval, y no llegaba a tiempo. Pero un antiguo miembro del equipo (que hace unos meses regresó al sector privado como Director of Tecnología e Innovación Social de Microsoft), persiguió sin descanso el traslado del expediente, mesa a mesa, y pudo así llegar en el tiempo de descuento…

Decía este joven, que se llama John Paul Farmer, “No quería rendirme, a pesar de que sabía que las probabilidades eran muy escasas…“. Que su frase sirva de homenaje a todas las personas que pelean cada día por innovar en el sector público, y como estímulo a los que desde el sector privado y la sociedad civil tenemos la responsabilidad de ayudarles.

Que la historia no la escriban las órdenes ejecutivas de Trump, sino el trabajo de muchas personas que en lo público y lo privado trabajemos sin descanso para hacer una sociedad mejor, para que la tecnología y la innovación estén al servicio de las personas.

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