Asisto, entre el interés y el desconcierto, a la conversación global sobre el futuro de los países desarrollados en general, y del nuestro en particular.
En un lado de la conversación, los organismos multilaterales que nos leen una y otra vez el libro de recetas de la austeridad y la competitividad por la vía de costes (nos las acaba de recordar el FMI, por si se nos habían olvidado: moderación de salarios y abaratamiento del despido). Están además últimamente encantados de haberse conocido, porque los datos macroeconómicos apuntan a una recuperación en 2014, que ellos atribuyen a sus recetas (los últimos datos del PMI apuntan a una franca recuperación, por fin).
En el otro lado de la mesa, varios premios Nobel (Joseph Stiglitz, Michael Spence, Paul Krugman…) que avisan que esas recetas nos llevarán en el mejor de los casos a una economía de crecimiento raquítico, y a una sociedad dividida por la desigualdad (como muestra el último artículo de esta semana de Krugman, Stagnation by design). Para evitarlo, proponen más generosidad con los estímulos a la economía, y más exigencia con la redistribución de la riqueza. Claro que esas medidas incrementan una deuda que ya parece inasumible en su tamaño actual…
Escucho a unos y otros, y no puedo dejar de pensar que vienen tiempos difíciles, en cualquier caso. Las personas, las empresas, las instituciones, se enfrentan a una creciente complejidad e incertidumbre, a paradojas que nos paralizan e impiden que tomemos decisiones, que hagamos apuestas a largo plazo…
En medio de esta oscuridad, de este tiempo revuelto y de estos cielos grises y lluviosos, ha entrado como un rayo de luz la entrevista de Nuccio Ordine (la pista me la dejó en Twitter @vicentebou, mil gracias). Nuccio Ordine es filósofo, profesor universitario, y uno de los mayores expertos contemporáneos en el Renacimiento (es Fellow del Harvard University Center for Italian Renaissance Studies, por ejemplo). ¿Te has saltado el link? No lo hagas: lee la entrevista, es espectacular.
Las recetas de este joven precisamente se centran en dejar de escuchar a los economistas, y volver la mirada a la cultura y a los clásicos, que nos ayudarán a recordar que estos problemas nos han acompañado desde antiguo, y siempre han tenido la misma solución: personas que dejen de preocuparse de la economía, y se centren en lo importante, en el sentido de la vida, en crecer como personas y no como cuentas corrientes o productos interiores y brutos. Leeré con atención su libro “La utilidad de lo inútil“, que tiene una pinta inmejorable, ya os contaré.
En tiempos difíciles nos queda la esperanza, siempre… Para que el invierno no os encoja los corazones, os dejo con las recetas de Morfeo contra los tiempos difíciles.
Yo las suelo escuchar de vez en cuando, cuando ando bajo de moral, y luego subo el volumen para que me arrastren los tambores de Zion.