Ya sabéis que a uno de mis abuelos le gustaba ponerme acertijos. Me ha venido estos días a la cabeza una prueba de pensamiento lateral que le gustaba mucho, y que consistía en hacer una cruz con tres monedas.
Tenemos también ahora tres monedas que se nos quedan cortas:
- Una moneda la tenemos que invertir en las políticas sociales. No podemos construir un futuro donde solo cabe una parte de la sociedad.
- La otra moneda la tenemos que invertir en nuestra industria y en nuestras infraestructuras de conocimiento. Sin ellas no habrá prosperidad económica, y sin prosperidad, por bien que repartamos, la sociedad será cada vez más pobre.
- Y la última moneda, la tenemos que dedicar a pagar nuestras deudas. Hay que recuperar la estabilidad presupuestaria, y no podemos seguir endeudando a nuestras administraciones para cuadrar el puzzle.
El problema es que cuando sumamos lo que recaudamos, no nos da para poder pagar las tres. Nos falta también la cuarta moneda (más recaudación), que resolvería el acertijo.
Mi abuelo me miraba sonriente, mientras yo me estrujaba la cabeza tratando de formar la cruz, poniendo las monedas en equilibrios imposibles. Al final le dije “Es imposible, esta prueba no tiene solución”.
Entonces mi abuelos sonrió, apiló las tres monedas, las sujetó entre sus dedos, y trazó con ellas, como si fueran una tiza, una cruz que quedó marcada en el mantel de la mesa.
No hay otra salida que un nuevo liderazgo, que sea capaz de integrar las tres monedas, y que sea capaz de explicarle a la sociedad que la salida de este laberinto exige trabajar juntos, con imaginación y con esfuerzo, con la mirada puesta en el largo plazo (bueno, eso y que desaparezcan del mapa todos los corruptos que ni intentan resolver la prueba y, en un descuido, se meten las monedas en sus bolsillos.)
Ahora que ya sabes la respuesta al acertijo ¿seguirás diciendo que es imposible?