«El destino es algo que se debe mirar volviéndose hacia atrás,
no algo que deba saberse de antemano”
Haruki Murakami, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo
A las cosas que nos ocurren y escapan a nuestro control, les damos diferentes nombres: Destino, Fortuna, Providencia… A varios sesudos científicos les ha preocupado entender si estos acontecimientos son fruto del azar o existe alguna causa o conexión con nuestra alma, que se nos escapa. Por ejemplo Jung, el padre del psicoanálisis, y Pauli, el de la mecánica cuántica, dieron muchas vueltas en su correspondencia epistolar a estas conexiones (Sincronicidad, les llamaban).
Más vueltas han dado a estos caprichos del Destino en los libros, las canciones y las películas. Desde Dante en La Vida Nueva que nos cuenta cómo sus encuentros con Beatrice habían estado marcados por el número 9, hasta la obsesión del protagonista de “El número 23″ (Schumacher, 2007), hay infinidad de historias que nos hablan de estas conexiones improbables que se dan en nuestra vida. Claro que otros científicos te explican que los números que se repiten en nuestra vida son consecuencia del “sesgo de selección“: los encontramos, simplemente, porque los buscamos.
Es un tema divertido que daría para unos cuantos posts, aunque como nos explica Hamlet en el monólogo del “Ser o no ser”, la cuestión no es si hay un guión escrito que marca nuestra vida, la pregunta relevante es qué decidimos hacer con ese guión que vamos descubriendo a medida que nos sucede. Dante, por ejemplo, acaba su relato en La Vida Nueva con la decisión de escribir La Divina Comedia (luego le costó 14 años terminarla, nada menos).
Así que de vez en cuando conviene pararse un ratillo, tratar de entender la obra que nos ha tocado representar, y decidir qué hacemos con todo ello.
Por ejemplo, en el guión de este último año se han acabado para mí algunas escenas (IK4 e IDE), otras han empezado (Unesco Etxea, Alboan, Gipuzkoa Berritzen, MET…), y otras han continuado (Deusto, este blog, mis visitas a la radio, la misma conferencia que repito cada vez que me invitan…). En todas ellas, he tratado de representar con honestidad el papel que me ha correspondido, he tratado de ser leal y amable con el resto de protagonistas (he descubierto que cada vez son más jóvenes, será eso o que cada año yo soy un poco más viejo…)
He aprendido que no hay que dar mucha importancia a los papeles que en cada momento te toca representar, van y vienen. Lo explica muy bien Dante en la Comedia:
El mundano rumor no es más que un vaho
de viento, que ora viene, ora va,
y muda de nombre porque muda de lado.
Si no, te puede pasar como a Alicia, que a mitad de la película, cuando Absolem le pregunta quién es, le contesta hecha un lío “Ya no lo sé, señor, he cambiado tantas veces que ya no lo sé…“. A veces a mí me pasa también un poco, tengo que confesarte.
Así que aprovecho estos días de fin de año para recordar quién soy, cuál es mi viaje, y lo más importante de todo, qué compañía elijo de entre las personas que el Destino me ha presentado. Trazo mis cartas de navegación para el próximo año, que aunque el viento y las tormentas ya se encargarán de dibujar una derrota siempre diferente al rumbo que hemos marcado, no por eso vamos a soltar el timón ¿verdad?
Para que pienses en todo ello, te dejo dos regalos navideños. El primero, a Benedict Cumberbatch recitando “All the world’s a stage” de Shakespeare, para que no olvides cómo acaba esta obra, y que merece la pena aprovechar el tiempo.
El segundo, ahora que ya estás decidido a salir, deberías leer “No te detengas“, de Walt Whitman. Vamos, la escena nos espera y todos estamos esperando la estrofa que tú puedes aportar : )
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…