Hacía tiempo que no os contaba una historia del Renacimiento, así que este fin de semana os contaré una que quizá no conocéis. En un post que os dejé hace tiempo, ya os decía que el origen del ajedrez está en la India, en un juego que se llamaba Chaturanga. Vino viajando por el norte de África (el término procede del árabe, shatranj) hasta llegar a Europa, en el Siglo X, y se hizo muy popular por estos lares en la Edad Media. Lo que quizá no sabéis es que las reglas con las que se juega el ajedrez moderno tardaron en llegar, y nacieron al mismo tiempo que el Renacimiento, en torno a los Siglos XV y XVI. En ese momento se da un cambio muy substancial: la Dama hasta entonces era una pieza torpe, casi sin poder, supeditada al Rey. Pero se produce una transformación de las reglas en las que la Dama pasa a ser la pieza más poderosa…
El primer documento que recoge ese cambio es un poema manuscrito en valenciano “Scachs d’amor“, publicado en 1475, aunque quedó perdido entre archivos y fue descubierto por un jesuita a principios del Siglo XX. Los ingleseses, franceses e italianos no acogieron este cambio con mucho agrado, y bautizaron a esta modalidad de juego “madwoman’s chess“, “échecs de la dame enragée“ y “alla rabiosa”, respectivamente. El juego de la Dama loca, la Dama enfurecida, la Dama rabiosa… Suena a miedo ¿verdad?
Pero lo cierto es que esta modalidad se impuso a todas las demás. Dar el poder a la Dama convirtió al ajedrez en un juego mucho más interesante y divertido…
El Renacimiento tuvo intuiciones muy ciertas de los cambios que era necesario hacer para que la sociedad avanzase. Es una lástima que el cambio que se produjo en las reglas del ajedrez, no se extendiese también a las normas sociales. A pesar de los siglos transcurridos desde entonces, el tablero social y económico sigue sin reconocer el papel fundamental de la mujer, la profundidad de su juego, la amplitud de su mirada…
Pensaba en ello este jueves, en la celebración del 2º Aniversario de Doce Miradas, cuando le oía a María Silvestre hablar de la mala fama que tiene tantas veces el feminismo. Se repite la historia: la Dama loca, la Dama enfurecida, la Dama rabiosa…
No tengo ninguna duda que en este Segundo Renacimiento que necesita Europa, una de las claves consiste en trasladar lo que ya hicimos en el ajedrez hace cinco siglos, al tablero real de la igualdad. El Rey y la Dama no son idénticos en movimientos, pero sí en importancia. Así que feliz segundo aniversario a Doce Miradas, y también felicidades al Programa de Mentoring de MET (Mujer, Empresa, Tecnología) en Euskadi, que en unos días celebrará el evento de clausura de la primera edición. Felicitaciones y agradecimiento: el trabajo de cambiar las reglas siempre es ingrato…
Pero hay que cambiar las reglas de este juego, nos va mucho en ello. Además, así será mucho más divertido : )