Los perdedores siempre me han parecido más interesantes que los ganadores, y ya sabéis que por eso el mes de octubre lo dedico a pensar en ellos. Desconfío de las personas que ganan siempre, de los triunfadores, y también de los que buscan el éxito en su vida. Quien persigue un sueño que merezca la pena, disfruta más a menudo de la compañía de esa impostora a la que llamamos derrota, que del otro impostor al que llamamos triunfo.
Os podría hablar de mis propios fracasos (daría para un blog, soy un perdedor muy entrenado). También de todas las veces que me caigo mientras voy subiendo al monte (de la última llevo una cicatriz en la barbilla, que me encuentro todas las mañanas al afeitarme), y de todas las veces que una cima me ha recordado que es ella la que decide quién llega y quién no.
Prefiero contaros hoy la historia de Zakaria.
Ya sabéis que me interesa lo que pasa en el mundo. Voy leyendo a Parag y Ayesha Khanna, a Timothy Garton Ash, a Dani Rodrik, y también suelo seguir en CNN el GPS de Fareed Zakaria (”Global Public Square”). Son personas con una mirada global, cuentan historias relevantes, me ayudan a cuidar mis alas. Alas y raíces, ya sabes (por cierto, muy interesante y bien contado lo último de Parag en el dominical del New York Times: “The New World”, aunque se ha dejado algunos…)
Fareed Zakaria es un triunfador. Por eso este año le encargaron que diera el discurso en el “Commencement Day” que todos los años celebran el Alumni de la prestigiosa Universidad de Harvard. Zakaria mismo se doctoró en Harvard en 1993 – como yo, aunque no en Harvard : ) . Leí su discurso con interés, encontré luces y sombras. Un discurso esperanzado sobre los avances de la Humanidad, a pesar de todas las crisis que nos azotan estos días. Y un discurso que acababa apelando a los valores, y a las raíces.
But one thing I do know is that human beings will reward and honor those talents of heart and mind they have always honored for thousands of years: intelligence, hard work, discipline, courage, loyalty and, perhaps above all, love and a generosity of spirit (…) Trust yourself; you know what you should do. You know the kind of life you should live. You don’t need an ethics course to know what you shouldn’t do. Just trust in your instincts, be true to them, and you will make for yourself a great and a good life. And, in doing so, you will change the world.
¿Las sombras? En su mensaje también hubo espacio para confudir a los jóvenes de Harvard, para explicarles que realmente una gran vida consiste en que todos reconozcan tu triunfo, mientras que una buena vida consiste en que te reconozcan tus amigos. Lo que os decía: el triunfo estropea a las personas…
Those are the qualities that, at the end of the day, make you live a great life, one that is rewarded by the outside world, and a good life, one that is rewarded only by those who know you best.
Pues bien, este joven, con el que comparto edad, resbaló y cayó en Agosto. Una caída bastante estrepitosa, bastante poco edificante: plagió de otro periodista un párrafo entero en un artículo su columna en el TIME y su blog en CNN, sin citar su fuente. Fue descubierto, y tuvo que remitir un comunicado admitiendo su grave error. Un buen comunicado, me parece, sin excusas ni explicaciones: he caído, disculpas. TIME y CNN inmediatamente le suspendieron por un mes, para investigar si había sido un error aislado, o si Zakaria era en realidad un copión. La historia la resumía con detalle el 10 de agosto el Huffington Post, te dejo el link.
Seguí con interés el culebrón: muchos anticiparon leña del árbol caído, todos disfrutaron viendo caer al triunfador, aprovecharon para recordarle la ética que constantemente predicaba en sus discursos, comentaron que el error probablemente sería del “negro” que le escribía a Zakaria los artículos… La Universidad de Yale, por ejemplo, se apresuró a emitir un comunicado comentando que estaba pensando echarle de su Junta de Gobierno, a la que por supuesto pertenecía…
El culebrón acabó rápido, en una semana: el 17 de agosto TIME y CNN concluyeron de su investigación que Zakaria no era un copión habitual, sino que había tenido un error puntual. Zakaria volvió, y declaró que aprendería de su error: había querido hacer demasiadas cosas, así que iba a empezar a dejar alguna. Por ejemplo, les mandó una amable carta a Yale explicándoles que, lamentablemente, no iba a tener tiempo ya para ellos… Donde las dan, las toman y todos tenemos memoria…
Ganar o perder, tener y parecer o ser… Muchas moralejas en esta historia, en el que la ética de unos y otros no me parece que salga particularmente favorecida, demasiada velocidad en todo ello, demasiados triunfadores, demasiada prisa por parte de todos. En el fondo, una historia de eso que llamamos ahora “personal branding”: Fareed se ha convertido en una marca de mucho valor para CNN y TIME, un personaje, igual que las marcas de Harvard o Yale… y ¿quién quiere una marca que no esté asociada con el éxito?
Te dejo la moraleja que me queda a mí. Vivimos en un mundo en el que países, empresas, centros tecnológicos, universidades y hasta las mismas personas tenemos que gestionar nuestra marca, de eso no tengo ninguna duda. Por supuesto que la comunicación hay que gestionarla, y, como en todo, hay buenos y malos profesionales.
Pero lo que realmente distingue a unos y a otros no es su dominio de los medios. Me parece, más bien, que lo que marca la diferencia es a qué conceden importancia: si a ser, o a tener y parecer.
Así que elige bien tus asesores: elige a quien te recuerde que debes dedicar tiempo a saber quién eres tú y cuál es el proyecto que compartes con otras personas en tu empresa, centro tecnológico, universidad, o país. Por supuesto, que luego te ayude a comunicarlo bien. Si, por el contrario, te hablan de tener éxito, o de parecer un triunfador, o de cómo contar una historia distinta en cada sitio para ocultar tu falta de historia real, deberías buscar otros asesores… Te lo digo porque tengo la fortuna de haber encontrado lo primero, y también he tenido la suerte o el acierto de haber esquivado lo segundo.
Y mi experiencia vital es que esa pareja de impostores, el éxito y la derrota, han venido, y vendrán. Y, de la misma forma que vienen, se irán. No deberías preocuparte por ello.
Elige bien, elige ser. Si te toca ganar, no te conviertas en un imbécil. Y si te toca perder, ya sabes: caemos para aprender a levantarnos.