La competencia ética en el contexto del paradigma pedagógico ignaciano

Una de las competencias que los/las alumnos/as aprenden a desarrollar en la Universidad de Deusto es la del Pensamiento crítico y el Sentido ético dentro de las asignaturas de “Formación humana en valores” y de “Ética”. Básicamente se trata de que los estudiantes incorporen conceptos, términos, y contribuciones teóricas básicas para reflexionar sobre ética y moral y se aproximen así a la actividad profesional desde parámetros éticos y asumiendo la dimensión ética en las diversas esferas de actuación y relaciones que conforman las organizaciones.

Ética y gestión de empresa, análisis/reflexión del contexto y capacidad de actuación, algo muy parecido a lo que el famoso y prestigioso MIT (Massachusetts Institute of Technology) de Estados Unidos resume en su lema “mind and hand”, que en latín y castellano sería “mens et manus”, “mente y mano”.

Pero este connubio entre la teoría y la práctica, entre la capacidad de análisis y de toma de decisiones arraiga en nuestra Universidad en lo que es el “Paradigma Pedagógico Ignaciano” que deriva de la Pedagogía de los Ejercicios espirituales ignacianos, y que se ha transformado en el ámbito educativo en un auténtico e innovador modelo de enseñanza capaz de promover la capacidad del estudiante.

En definitiva, según este paradigma el estudiante es un sujeto activo y protagonista del tiempo de aprendizaje y presta especial atención a:

la lectura del contexto, incluyendo las formas en las que el alumnado adquiere los conocimientos;
la experiencia, entendida como un medio para disfrutar de las cosas internamente;
la reflexión, entendida como el compromiso de buscar el significado de lo que aprende;
la acción, entendida como un proceso de cambio que el alumno y la alumna viven en su propia persona;
la evaluación, entendida como una toma de conciencia por parte de los educadores y los estudiantes del progreso en el conocimiento y en el crecimiento personal.

Dentro de las asignaturas de Formación humana en valores y de Ética, por lo tanto, se trata de utilizar dicho marco para analizar la realidad social, económica, política y empresarial para aprender a analizar, reflexionar y sobre todo tomar decisiones acordes con las contextualizaciones y reflexiones llevadas a cabo previamente.

En definitiva, esta metodología en las asignaturas mencionadas sirve para desarrollar un trabajo sólidamente académico, capaz de formar “hombres y mujeres para los demás y con los demás” (Kolvenbach), y promover los valores ignacianos de servicio a la fe y promoción de la justicia a través del portafolio educativo.

Además dicho modelo permite al alumno un aprendizaje personal, activo y crítico, alimentando el placer de estudiar y de desarrollarse en el propio contexto social, mientras que sugiere a los educadores/profesores múltiples itinerarios para el trabajo personal y colectivo, siguiendo de forma más atenta el progreso del alumnado.

Podríamos así resumir el rol del profesorado, guiando a los estudiantes en el desarrollo de competencias recorriendo las etapas de 1º Contexto; 2º Experiencia; 3º Reflexión; 4º Acción; 5º Evaluación. Dentro de este recorrido el/la profesor/a trata de poner la máxima atención personal y mostrando aprecio al estudiante y su desarrollo. Le ha de confirmar en cada momento su actitud de servicio, ayudándole en definitiva a poder tener las condiciones que les puedan ser útiles en el camino de discernimiento personal hacia la verdad y especialmente hacia la propia responsabilidad en la toma de decisiones tanto en el ámbito personal como profesional.