Para un pregón de Fiestas

Andrés Ortiz-Osés
(Fiestas de Tardienta, 2010)

Queridos paisanos, amigas, conocidos y algún desconocido:

Es para mí un honor volver a dirigirme a vosotros, después de haberlo hecho hace bastantes años en una conferencia pública en plena transición democrática. Esta vez lo hago como Pregonero de Fiestas, invitado por nuestra alcaldesa y su Corporación en plena democracia, lo cual me llena de satisfacción porque este país en general, Aragón en particular y Tardienta específicamente han avanzado mucho en los últimos tiempos. Pero nada es perfecto y, como decía mi antecesor el químico José Barluenga, hay que proseguir avanzando y progresando entre todos en lo posible; por eso si alguna vez he criticado a Aragón lo he hecho por amor a su desarrollo o mejora posible.

Precisamente nuestra patrona santa Quiteria es la abogada de lo posible (y no de lo imposible como santa Rita). Nuestra patrona es una virgen y mártir de época incierta, ubicada en Galicia o en Aquitania, el sur francés provenzal y trovadoresco en el que se pasará del matrimonio pagano por dinero al matrimonio cristiano por amor, lo que conlleva una cierta liberación de la mujer convertida en auténtica dama. He aquí que santa Quiteria, convertida al cristianismo, se enfrenta según la tradición tanto a su padre, un déspota pagano que pretendía casarla con un rico pretendiente, como a este mismo pretendiente asimismo pagano. Frente a estas dos figuras patriarcales, la santa afirma su independencia casi feminista, viviendo a su aire libre y pobremente, hasta que la doble conspiración del padre y del pretendiente acaban con su vida, en lo que es una especie de “violencia de género”. En efecto, en una tradición la santa muere a causa de las heridas provocadas por los perros  azuzados por su cruel padre, los cuales acabarían también rabiosamente con la vida de este; en otra tradición, muere decapitada por orden de su pretencioso pretendiente. No deja de resultar curioso que santa Quiteria sea considerada la abogada contra la rabia animal, aunque lo sea sobre todo contra la rabia animal del hombre. A ver si la Iglesia católica la convierte en Patrona contra la violencia machista, pero para ello tendría  que abrirse y superar su cerrazón y encarquecimiento presente.

Pero bueno, no quiero ponerme pesado con santa Quiteria, ya que su Fiesta no es sólo religiosa sino también civil y folklórica, y espero que lo pasemos todos bien con la música y el baile, la amistad y el humor, la bandera y los danzantes, el ternasco y el vino autóctono, la jota y algunas risas y jolgorios, todo de acuerdo al lema clásico “nada en demasía”, evitando los extremos y el extremismo (ni demasiado mucho ni demasiado poco). Hace años que no asisto a estas bellas Fiestas de mi pueblo, pero ahora que tengo más tiempo voy a aprovechar y acompañaros de nuevo. En mi memoria ha quedado grabado sobre todo el arte de nuestros Danzantes, al son de algunas músicas preciosas, como ese fino diálogo melódico entre la hermosa cardelina y el dulce ruiseñor (sol-sol-sol-fa-sol-fa-re-mi-mi…). Recuerdo aún perfectamente cómo esta fina cancioncilla comenzaba lentamente y, poco a poco, se aceleraba hasta lograr un final contundente.

Pues bien, yo pienso que esta bella música danzarina es un apropiado símbolo de esta Villa, la cual ha tenido un pasado un poco retardado, como su nombre de Tardienta pareciera indicar, hasta que con la venida del Ferrocarril en pleno siglo XIX comienza a acelerarse con ímpetu. El precipitado de esta aceleración es la propia Estación y las Escuelas, el Canal y la Harinera, la reconstrucción de la Iglesia y finalmente, más recientemente, los nuevos Servicios deportivos y sociales, como la Residencia de mayores. Pero aún falta sin duda proseguir reafirmando el pueblo y fortalecerlo hasta consolidarlo, para que llegue a sostenerse firme y acometer el embellecimiento de sus casas, incluidas las fachadas (que todo ayuda a la vivencia y convivencia); pues venimos a este mundo para aportar algo a este mundo. La consolidación de nuestro pueblo quizás esté ya marcada por el Parque eólico, cuyos bellos molinos, gigantes y cabezudos pueblan nuestro otrora pelado monte, aprovechando el aire en movimiento que es el viento en su raudo paso entre ontinas y tomillos, aliagas y hierbajos. La palabra “eólico” proviene del griego Eolo, el dios del viento, de modo que curiosamente la nueva tecnología “realiza” la vieja mitología clásica. Eola lanza el viento fresco (el cierzo) por su boca abierta, pero sólo se sospecha por dónde lanza el viento bochornoso (sin duda por el sur)…

Respecto a nuestra política cultural, se trata siempre de conservar lo bueno que tenemos (como el carácter noblote) y aprender de Europa lo bueno que tienen (como su capacidad de organización). Por fin tenemos una democracia que, como sabemos, es el régimen menos malo, basado en el ideal de “la libertad, la igualdad y la fraternidad”, ideal que podemos traducir como “vivir, dejar vivir y ayudar a vivir”. En efecto, la clave de la existencia está en tratar de remediar la propia y ajena existencia, ya que estamos en el mismo barco, pues toda existencia es coexistencia o existencia en común. Por ello para convivir hay que abrirse al otro, y no encerrarse en sí mismo, teniendo en cuenta algo fundamental: que todos somos iguales y diferentes al mismo tiempo, y que en el fondo nos necesitamos mutuamente.

Pero veo que me estoy poniendo algo filosófico, y es que la cabra tira al monte y el filósofo a la filosofía. A este respecto, tengo que confesaros en esta ocasión solemne que alguna clave fundamental de mi filosofía procede de la filosofía popular que he mamado de niño y adolescente en mi patria chica de sonoro nombre, Tardienta, y es que este pueblo imprime cierto carácter. Pondré como ejemplo esa visión popular algo somarda de la vida considerada como una cierta “melopea”, palabra que provienen del griego clásico y significa “música”: como indicando que la vida debe ser como una música que trate de armonizar en lo posible las disonancias y contrariedades de la vida, tanto a nivel individual como social o colectivo (tratando de amansar la fiera que llevamos dentro). Para lograr esa cierta armonía hay que “saber ladearse”, como dice nuestro Baltasar Gracián, saber esquivar “de bislay” el toro de la vida, aunque al final nos acaba cogiendo de mala manera brutal y mortalmente…

En este contexto de filosofía popular recuerdo que, cuando se hablaba solemnemente del amor, se añadía con retranca “el amor, dijo Valero el pastor”, como poniendo un toque escéptico o ambivalente al tema universal, conjugando así existencialmente amor y humor. Pues bien, yo mismo asumo con amor y con humor el “currículum vitae” de mis trabajos especificados por nuestra alcaldesa, aun sabiendo que junto al currículum positivo tenemos un ridículum menos brillante en el que constan nuestras defectos y defecciones,  no sólo porque somos listos para una cosa y tontos para otra, sino porque todo hombre es un pobre hombre, habida cuenta de sus límites y ridiculez (lo cual por cierto nunca debería provocar envidia sino compasión).Sin embargo, precisamente la Fiesta consiste en convertir lo ridículo en risas, y saberse reír hasta de uno mismo. Sólo así podemos reírnos con los demás de igual a igual, en un mismo terreno común, a gusto.

Albricias y júbilo: amor y humor: que toque la música en vuestro loor.

(Posdata)

Ya se ha desvanecido el eco de mi Pregón en el portal de los Monegros y han pasado las movidas fiestas de mi pueblo. Como hacía 20 años que no asistía, he podido comprobar la mejora económico-social del vecindario a pesar de la crisis, la participación masiva y la fuerza del ritual tradicional. Había ido con la idea de proponer cambiar algún rito o tradición, pero al convivenciarlo he podido experimentar que su poderío radica precisamente en la repetición cíclica, la ceremonia acompasada y el ritmo exacto. Todo ello nos confronta con una especie de límite transhumano, simbolizado por la Bandera con la efigie de la santa Patrona, cerniéndose sobre nuestras cabezas a modo de trascendencia. Como contrapunto, los danzantes simbolizarían la emergencia colorista del juego humano en libertad y autoafirmación inmanente.

En mi participación festiva en dichas fiestas y festejos he podido observar también tres ámbitos diferenciados de nuestra población: El primer ámbito es el propio Pueblo con sus casa y escuelas, comercios y bares, cultivos y deportes: es el ámbito delimitado de la vida laboral ordinaria, cuyo centro cívico es el Ayuntamiento. El segundo ámbito es la Sierra como lugar inhóspito de la vida extraordinaria o alejada, donde la gente se echa al monte en plan belicoso, anarcoide o venatorio (de caza), tal y como Goya plasmó en sus cuadros sobre fundición de balas en la guerra de la Independencia, pero también el lugar donde se alojaban los pastores con sus ovejas en las llamadas “parideras”, así como el lugar de laboreo del campo irredento por cuanto sediento: el centro neurálgico es la Ermita que fuera frente belicoso y hoy de encuentro religioso en la misa campestre o bien gastronómico en la llamada costillada o asado de ternasco (que es el cordero tierno) por parte de las cofradías; curiosamente hoy es también el habitáculo de los artefactos eólicos con sus aspas al viento haciendo aspavientos. Por último, el tercer ámbito está formado por la Iglesia en un apartado del pueblo, relacionada geográficamente con el cementerio aún más apartado: este tercer ámbito es el liminal o intraordinario, por cuanto en la Iglesia se concelebran los ritos de iniciación (bautismo, comunión, matrimonio) y finalización (el funeral seguido del sepelio).

He pasado por el pueblo a ritmo de pasodobles y música danzante, he subido al monte en romería y he acudido a la concelebración en la Iglesia. Finalmente he visitado el cementerio, pero esta vez no he visitado las tumbas o nichos de vecinos o conocidos, parientes o seres más queridos, para evitar que el pasado me engulla, aunque he desfilado junto a la hilera de cipreses sobre la tierra polvorienta, enjuta y calcinada de dolor. Sólo me he detenido un momento en la lápida con la foto de un joven amigo que murió en accidente de tráfico. Simplemente he pensado que en la juventud el acordeón de la vida parece desplegarse amplio e indefinido, hasta que poco a poco se va replegando definida y definitivamente. En ese camposanto he enterrado mis viejos recuerdos para que florezcan purificados y regenerados, trasfigurados y sublimados. Y he pensado que la vida es una lucha que el hombre debe mantener humanamente con el destino, aunque al final sucumba.

(Pero estos pensamientos graves proceden sin duda de la resaca, ya que después de fiesta y cofradía nunca es buen día).

Escudo Universidad de deusto