Carta blanca a Fernando Arrabal
Le escribo de Don porque es usted un don inapreciable, un don sin dominio, un Dómine sin condominio.
Su obra pone toda ortodoxia y toda heterodoxia ortodoxa “patas arriba”, lo que es bien propio de su “patafísica”.
Su talante configura una panfilosofía o filosofía pánica presidida por Pany su pánico naturalista y abierto.
Su figura es la figuración y la configuración de una realidad surrealizada y de un idealismo fementido.
Su actitud desmitologizadora abre la tapa de los sesos y remitologizael sexo en sexualidad polimorfa.
Sus arrabalescos y arrabalerías son arrebolerías que enrojecen solarmente el pálido pensamiento nebuloso.
La ausencia del Padre en su vida y la compresencia de la Madre han precipitado un espíritu fraterno de Fraternidad unidiversal.
Su mera presencia incluso ausente inspira un ámbito simbólico de libertad y de imaginación activa (pero no reactiva).
Sin embargo, por encima de todo usted encarna y personifica el alma “anarcoidal/anarcordial” basada en la bonhomía y la bondad.
Por todo ello le doy carta blanca para que usted siga haciendo de las suyas, o sea, de las nuestras humanamente.
Arrabal me pone surreal.
Suyo afectísimo que besa su mano,
AOO, episcopus nullius.