El Consorcio de Inteligencia Emocional, en colaboración con la Universidad de Deusto y Deusto Innovación Social, presentó ayer, miércoles 22 de enero de 2014, el libro “Cuestiones sobre bienestar”, del catedrático de Orientación Psicopedagógica de la Universidad de Barcelona, Rafael Bisquerra. El acto, acogido por la Universidad de Deusto, estuvo representado por Garbiñe Henry, Directora de Deusto Innovación Social, y Rogelio Fernández, Profesor, investigador y director del CECSLC.
El autor, en la jornada de presentación, aprovechó para manifestar que la base de partida para escribir este libro fue, entre otras razones, la constante aparición en medios de comunicación de la palabra bienestar, no siempre en tono positivo, sino muchas veces haciendo referencia a “la crisis del estado del bienestar”. Destacó que cuando se analiza qué se debe entender por la palabra bienestar, uno se da cuenta de que resulta un concepto mucho más complejo de lo que en un inicio podría parecer.
Al parecer, en general, cuando los articulistas en la prensa y los políticos en los mítines, en sus discursos, hablan de bienestar tienden a referirse al bienestar material, que se caracteriza por el desarrollo económico que hace posible el desarrollo tecnológico. Destacó este aspecto como importante, sin ninguna duda. Resulta importante que existan países que tengan presente este bienestar porque, en último término, se requiere un primum vivere, deinde philosophare (primero vivir, después filosofar). Por tanto, satisfacer las necesidades básicas de su ciudadanía debe ser el objetivo de todo país.
Pero dicho esto, el catedrático manifestó la necesidad de hacer algo más. Entre los datos aportados, advirtió a la audiencia de que en este país a día de hoy, las personas más ricas poseen más riqueza que el 20% de toda la población que está en la parte inferior de la economía mundial, lo que correspondería a unos 9 millones de personas. Es decir, 20 personas tienen más riqueza que 9 millones de personas en el mismo país. Añadió que todos somos conscientes de la gran crisis que estamos padeciendo, a veces directamente y otras indirectamente, a través de los medios de comunicación. Por ello, parte de la convicción de que para asegurar el desarrollo del país, se debería, en primer lugar, garantizar una renta básica para la supervivencia de todas las personas. En su opinión, habría que buscar las estrategias oportunas para lograrlo. Cualquier persona debería tener unos ingresos mínimos de sueldo base, toda persona debería poder tener una atención educativa básica y toda persona debería tener una atención sanitaria básica, como primeras necesidades. Esto debería garantizarse por el simple hecho de ser persona. Lamentablemente, en muchos casos no es así, por falta de sensibilización, por falta de voluntad política, de organización…
Por otro lado, se señaló que tampoco las personas que poseen mucha riqueza, en todos los casos, son más felices que aquellas que no poseen riqueza. Parece haber evidencia empírica de que el bienestar material es una necesidad básica, pero al parecer, superados unos límites, a partir de un umbral, a más dinero no hay más felicidad. Es decir, el bienestar material es muy importante, pero a partir de un cierto umbral, necesitamos otros tipos de bienestar.
El bienestar global, siendo como es un proyecto personal y social de construcción, puede estar compuesto por diversos tipos de bienestar existentes. En su ponencia, Rafael Bisquerra destacó los siguientes:
- Bienestar físico, la salud. La salud es algo que se va construyendo, con la práctica, cuidando la alimentación, con ejercicio físico, con descanso y con lo que se denominan estímulos de vida saludables. Muchas personas tienen salud pero esto no significa que tengan asegurada la felicidad. Hay algo más además de la salud.
- Bienestar social: es un concepto muy amplio y habría que definir qué se entiende por bienestar social, pues en ocasiones se entiende como tal el atender al bienestar material de las personas con necesidades que de otra forma no podrían satisfacer. Este concepto se podría distinguir, a su vez, en tres niveles:
– Nivel político: se trataría del bienestar que obtiene una persona que tiene la suerte de vivir en un país donde hay democracia, justicia, libertad, respeto a los derechos humanos, seguridad…Esta persona tiene más probabilidades de sentir bienestar que, por ejemplo, una persona que vive en un país dictatorial, donde se producen injusticias, donde no se respetan los derechos humanos, donde hay inseguridad ciudadana. Desgraciadamente, hay muchos países aun en estas condiciones.
– Nivel comunitario: se refiere a cómo uno se siente en su empresa, en su entorno, en su comunidad de vecinos, con las personas con las que se relaciona habitualmente. El tener con estas personas una buena relación contribuye al bienestar global.
– Nivel interpersonal: viene más dado por las relaciones íntimas y, por tanto, hace referencia a la relación de pareja, a la relación con los hijos, con hermanos, padres…con las personas y amistades más íntimas.
- Bienestar profesional: se trata de la satisfacción que deriva de que una persona cumpla con en el ejercicio de su profesión; teniendo en cuenta que pasamos la mayor parte del tiempo en el trabajo, es muy importante mantener el bienestar profesional. Este bienestar está compuesto por una serie de características que enriquecen la tarea que uno está realizando y también por la actitud que uno adopta frente a su trabajo, como el concepto de engagement (el compromiso que uno tiene con el trabajo). En la medida en que la persona se siente comprometida, implicada, con su trabajo, fluye en su trabajo, se aproxima al bienestar profesional. Lo que a veces denominamos comúnmente “tener un buen trabajo” debe llevar implícito el hacer un buen trabajo.
- Bienestar emocional: en este caso, se trata de un tipo de bienestar subjetivo; es decir, solamente uno mismo puede comunicar en qué grado se siente bien. Es un aspecto que puede estar presente, como mínimo, en el bienestar profesional y en el bienestar social. Las relaciones satisfactorias con las personas activa el bienestar emocional, que se caracteriza por la experiencia de emociones positivas. Al consultar a las personas qué es lo que más desean en esta vida, cada persona generalmente tiene una única respuesta, pero en su conjunto, la mayoría responde que lo que más desea en esta vida es la felicidad. Y esto nos lleva a discurrir sobre qué es la felicidad. Llevamos más de 1.500 años de historia debatiendo sobre qué es la felicidad, desde disciplinas diversas como la filosofía, la antropología… Pero ¿qué es la felicidad sino la experiencia de emociones positivas, de emociones satisfactorias? La felicidad es el gozo que nos puede proporcionar nuestra propia actitud ante la vida, lo que estamos pensando, lo que estamos sintiendo, lo que estamos haciendo. Dentro de este bienestar emocional, hay toda una serie de matices: bienestar hedónico (bienestar proporcionado por los sentidos, proporcionado por múltiples situaciones que experimentamos en nuestra vida) y bienestar eudaimónico (que proviene de la teoría aristotélica de la eudaimonía = eu = buen, daimon=destino). Somos lo que hacemos y somos lo que hacemos en la medida en que lo que hacemos tiene un sentido, un significado y una trascendencia en la construcción del bienestar social. Por tanto, la contribución al bienestar social es una de las mejores estrategias para construir el propio bienestar. Dicho de otra forma, produce gran satisfacción hacer algo en favor de los demás. Y esto tiene que ver con el bienestar eudaimónico. A la hora de consultar a la audencia sobre qué prefieren, si pedir un favor o hacer un favor, se concluyó que hacer un favor puede proporcionar mayor satisfacción que pedir un favor. Aquí está un poco el núcleo del bienestar eudemónico. Es un aspecto de la prosocialidad, aspecto, a su vez, del altruismo. Es tomar conciencia de cómo acciones tomadas en bien de otras personas, sin esperar nada a cambio, son un motivo de satisfacción.
Para finalizar, todo lo expuesto llevó al autor a destacar la importancia de constituir organizaciones orientadas al bienestar, pues las organizaciones empresariales actuales están, en general, orientadas al desarrollo tecnológico, al desarrollo económico o al bienestar material. Y esto es, sin duda, importante. Pero a su vez, en su opinión, habría que reorientar las organizaciones hacia la construcción del bien común, hacia la construcción del bien global, en el que ya se incluyen el bienestar material, el bienestar social, el bienestar profesional, el bienestar físico y el bienestar emocional; los cinco tipos de bienestar básicos, pilares del bienestar en su conjunto.
Según sus palabras, las organizaciones deberían tomar conciencia de que su misión es contribuir a la construcción del bienestar global de la ciudadanía, por tanto, deberían ir más allá del bienestar material. Esto afecta a las asociaciones empresariales, a las organizaciones sanitarias y a las organizaciones educativas (educar para el bienestar y educar desde el bienestar), organizaciones políticas (partidos políticos, gobiernos) para que dejemos de evaluar el bienestar de un país centrados única y exclusivamente en el bienestar material evaluado por su PIB, hay una cantidad enorme de elementos que contribuyen a aumentar el PIB. Es escandaloso que el bienestar de un país continúe midiéndose exclusivamente por su PIB. En definitiva, el bienestar subjetivo, el bienestar emocional, el bienestar global, profesional, etc. deberían llegar a ser, conjuntamente, indicadores del bienestar de un país.