¿Dónde queda el derecho al juego, a la actividad física y al deporte cuando la pobreza condiciona cada paso?
Según el Análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida 2025, más de la mitad de la infancia en España (51,6 %) pertenece a los dos quintiles de renta más bajos. Esta realidad no afecta por igual a todos los menores. En el caso de las niñas, el impacto es doble: a la desigualdad económica se suma la discriminación estructural por razón de género.
Los datos son especialmente alarmantes en los hogares monoparentales, la mayoría de los cuales están encabezados por mujeres. El 50,4 % de estas familias se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, y un 42,4 % vive por debajo del umbral de pobreza. Además, un 16,6 % sufre carencias materiales severas y un 17,7 % presenta baja intensidad laboral. Esta precariedad limita el acceso a recursos esenciales, entre ellos, las oportunidades de participación en actividades físicas y deportivas.
La exclusión también se manifiesta en los espacios deportivos
En este contexto, hablar de actividad física y deporte es hablar también de barreras de acceso. El coste de las actividades, la escasez de instalaciones deportivas adecuadas en áreas alejadas de las grandes ciudades, la falta de programas públicos gratuitos o adaptados, y la ausencia de políticas con enfoque de género e infancia constituyen obstáculos que impiden la participación plena de muchas niñas. Esta situación no solo dificulta el acceso a la educación o a la atención sanitaria, sino también a espacios seguros donde niñas y adolescentes puedan jugar, moverse, explorar y desarrollarse mediante la actividad física.

En el ámbito educativo y deportivo, resulta imprescindible considerar el contexto socioeconómico de las niñas con las que se trabaja. Las condiciones materiales de vida inciden directamente en sus posibilidades reales de participación. Cada vez que se solicita una equipación, se propone una excursión o se organiza una actividad extracurricular, deberíamos preguntarnos: ¿puede esta niña asumir ese coste?
Por ello, es fundamental que quienes trabajamos en estos entornos —docentes, entrenadoras, monitores, responsables de programas— vayamos más allá de una oferta estandarizada. No basta con generar oportunidades: es necesario acompañar, comprender y adaptar las propuestas a las realidades de quienes más lo necesitan.
En definitiva, garantizar el acceso igualitario a la actividad física y al deporte no es solo una cuestión de salud o desarrollo personal. Es una cuestión de justicia social y de derechos. Hacerlo posible para todas las niñas no es una utopía: es una urgencia inaplazable.
Fuente: Instituto Nacional de Estadística (INE), UNICEF España, & Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil. (2025). Análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida con enfoque de infancia. https://www.plataformadeinfancia.org/documento/analisis-de-la-encuesta-de-condiciones-de-vida-con-enfoque-de-infancia-2025/