Escrito por Pablo Simón @Kanciller
Tras más de 30 años de historia, la evolución política de la Comunidad Autónoma de La Rioja puede enmarcarse dentro del patrón general de otras comunidades de vía lenta. Desde 1995, junto a otras autonomías como Murcia, Madrid o Valencia, La Rioja es una de las bases del poder territorial del Partido Popular. Menor en peso demográfico o económico que las otras, sin duda, pero una de sus baronías más apuntaladas. Pedro Sanz, presidente autonómico desde entonces y principal artífice de la hegemonía de los conservadores en la región, ha sabido construir en torno a su partido una coalición de hierro entre los sectores rurales conservadores, dispersos en pequeños pueblos, y las clases funcionariales/ profesionales de la capital, que concentra la mitad de la población de la Comunidad Autónoma.
Sin embargo, un aderezo nada desdeñable de esa alianza ha sido el agravio con el País Vasco, estrategia “rally ´round the flag” de manual. El conflicto por las vacaciones fiscales vascas y el efecto frontera – que hace que las empresas se instalen al otro lado del Ebro para pagar menos impuestos – han sido muy batallados en la comunidad. Han servido, en gran parte, como un instrumento para cohesionar a los votantes. Y aunque la vía jurisdiccional ha sido la recurrente, a veces la escalada ha llevado hasta situaciones críticas en extremo como la denegación de la asistencia sanitaria a los alaveses en los centros de salud riojanos. Algo que, por cierto, ha llevado a Pedro Sanz a tener conflictos con su propio partido.
A grandes rasgos la estructura de competición en La Rioja se basa en un sistema de dos partidos y medio. Sin embargo, a diferencia de otras regiones, el pequeño partido bisagra no es Izquierda Unida, que tan solo obtuvo representación en 1995 con dos escaños (de los 33 del Parlamento). El “medio partido” que predomina en la esfera riojana es el Partido Riojano, antes Partido Riojano Progresista. Este partido se fundó en 1983 por Rodríguez Moroy, un antiguo miembro de la UCD que no llegó a entrar en el CDS y decidió presentarse con sus propias siglas. De hecho, su actual líder, González de Legarra, fue de las juventudes de UCD antes de ser elegido presidente de su partido en 1991, lo que señala el vínculo con la extinta formación centrista.
El PR ha obtenido de manera ininterrumpida dos escaños desde que existe la comunidad autónoma, con lo que no se puede hablar de un cleavage territorial más allá de cierto regionalismo de baja intensidad. Y aunque desde 1995 el PP encadena mayorías absolutas, en el pasado los regionalistas fueron decisivos para formar gobiernos. En 1987 el PSOE solo ganó por un escaño de diferencia a Alianza Popular en un parlamento en el que el CDS también obtuvo representación. Sorpresivamente, AP pudo formar un gobierno en minoría con la abstención de este último partido y el apoyo puntual del PR. Sin embargo, tras casos de transfuguismo e inestabilidad parlamentaria, en 1990 el PSOE ganó una moción de censura apoyada por los propios regionalistas. PSOE y PR lograrían sumar para gobernar en coalición la legislatura de 1991 a 1995.
Entre 2007 y 2011 también hubo una coalición entre PSOE y PR, solo que esta vez fue en Logroño. Por primera vez desde que Pedro Sanz era presidente hubo alternancia en la ciudad más importante de La Rioja con un alcalde socialista. A efectos prácticos ello supuso una tensión permanente entre ambos niveles de gobierno. El gobierno autonómico, ejerciendo de diputación, controla una parte importante del presupuesto de las entidades locales y ha empleado esos recursos instrumentalmente para insistir en “las bondades” de tener al mismo partido en ayuntamiento y comunidad. Sin embargo, Logroño era una ciudad de suficiente entidad como para convertirse en un contrapoder efectivo al gobierno autonómico y podía acceder a recursos desde el gobierno nacional, también de color socialista.
Las pasadas elecciones de 2011 pusieron un fin abrupto a cualquier horizonte de posible cambio de ciclo. El Partido Popular ganó ampliamente en todas las cabeceras de comarca, incluyendo la capital. De hecho, en el propio consistorio de Logroño tan solo obtuvieron representación PP y PSOE, dado que las otras cuatro fuerzas restantes (PR, Ciudadanos, IU y UPyD) se quedaron debajo del 5% mínimo. Además, el PR pactó con el Partido Popular los gobiernos de dos ciudades importantes, Arnedo y Santo Domingo, demostrando que es un partido fuertemente autónomo a nivel local. Por último, el PP pasó de 17 a 20 escaños, acrecentando su margen con un PSOE estancado desde su derrota y constatando que en La Rioja el tsunami popular se sumó a una marea azul que ya estaba bastante alta.
Mientras tanto, el PSOE se ha caracterizado por estar sumido en discrepancias internas al menos desde las pasadas elecciones locales. Francisco Martínez Aldama, su candidato en las últimas tres convocatorias, tuvo que confrontar en 2011 un intento de primarias desde el sector crítico de su partido. Tras las pasadas Elecciones Generales Aldama se retiró al senado. Ahora el secretario general de los socialistas riojanos es César Luena, diputado en el Congreso y cercano a la actual ejecutiva federal de su partido. Sin embargo, las tensiones internas no han cesado tras su elección. Hasta tal punto han llegado las luchas intestinas que Luena llegó a disolver recientemente la agrupación de Logroño, crítica con el nivel regional, y constituir una gestora.
En el futuro, a tenor de las encuestas, es probable que aumente la pluralidad política en municipios y parlamento autonómico. La barrera electoral autonómica es del 5%, la misma que las locales, y en superarla se centran todos los esfuerzos de IU y UPyD. De momento, las encuestas parecen señalar que lograrían colarse en el Parlamento. Sin embargo, la llegada de estos nuevos partidos no parece que fuera a comprometer la acomodada mayoría absoluta del partido popular. El resultado previsible para 2015 sería una mayor fragmentación de la oposición en el parlamento de La Rioja, comunidad que indefectiblemente ha avalado al Partido Popular como la fuerza hegemónica en la región.
Personalmente pienso que la mayoría absoluta del PP solo esta avalada por encuestas de prensa del grupo Vocento y La razón, y un CIS del que prefiero no hablar. Será bueno un gobierno sin mayoría absoluta, más explicaciones y transparencia; menos fraude de programa y falsedades.