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Aportes éticos de la rendición social de cuentas en clave de género

Las agencias de igualdad de género son los organismos públicos que se encargan de combatir la situación de injusticia estructural que sufren las mujeres y que se agudiza en los sectores más vulnerables afectados por la intersección de múltiples desigualdades. Con este propósito, dichas entidades persiguen impulsar leyes y políticas que respondan a los intereses de las mujeres y, más concretamente, de los movimientos de mujeres y feministas con los que interactúan. Un siglo después del nacimiento de las primeras agencias de igualdad, los procesos de injusticia estructural subsisten porque todavía no se ha alcanzado la paridad real y efectiva en ningún lugar del planeta. Asimismo, la literatura académica especializada detecta déficits en el funcionamiento de estos organismos a nivel europeo que podrían estar dificultando la consecución de los objetivos para los que surgieron. Esta tesis doctoral analiza las interacciones entre Emakunde (Instituto Vasco de la Mujer), la agencia de igualdad que opera en Euskadi, y el movimiento de mujeres y feminista vasco desde la perspectiva de la rendición social de cuentas (RSC) en clave de género. El análisis se realiza desde este paradigma con el objetivo de identificar nuevas vías de interacción entre los actores que ayuden a subsanar algunas de las limitaciones detectadas en el funcionamiento las agencias y a combatir la desconfianza que históricamente un sector del movimiento feminista ha tenido hacia la administración pública.

Claves fundamentales del paradigma de la rendición social de cuentas en clave de género

Desde la perspectiva de género, la rendición social de cuentas es una forma de relación entre las mujeres y las instituciones públicas, en la que estas últimas rinden cuentas a las mujeres, como sujetos que participan en el proceso político, y rinden cuentas por los avances conseguidos en materia de igualdad. La RSC supone un cambio en la comprensión tradicional del poder porque se transita del “poder sobre” al “poder compartido”. La primera forma de poder se singulariza por la existencia de espacios cerrados de toma de decisiones, mientras que el poder compartido estimula la creación de espacios invitados, creados o conquistados que pueden favorecer un control democrático del poder y estimular la influencia de las mujeres en los procesos de diseño, seguimiento y evaluación de las políticas públicas de igualdad. Para ello, debe promoverse un adecuado modelo de representación que combine la representación numérica y sustantiva de los diversos perfiles de mujeres y de las organizaciones que las representan en los espacios de interacción. La RSC en clave de género es un paradigma que ha sido desarrollado fundamentalmente por académicas que centran sus investigaciones en países en vías de desarrollo. No obstante, dicho modelo puede tener potencial de aplicación en las democracias consolidadas para efectuar un balance crítico del funcionamiento de las interacciones entre las agencias de igualdad y los movimientos de mujeres y feministas.

Las sombras del feminismo institucional

La literatura académica especializada denuncia que las agencias de igualdad representan un feminismo hegemónico que no responde al necesario giro interseccional. Asimismo, sostiene que las agencias de igualdad podrían estar estimulando la cooptación de los objetivos del movimiento feminista y la despolitización de la igualdad de género. Dicha despolitización deriva de una lógica burocrática que prioriza la participación de expertas en una toma de decisiones que se guía por criterios técnicos y que tiende a domesticar al movimiento feminista. Igualmente, critica que las agencias podrían estar instrumentalizando la igualdad de género al servicio del beneficio económico, priorizando aquellas demandas feministas que más se ajustan a la agenda de mercado y argumentando la importancia de conseguir sociedades más igualitarias por los beneficios socioeconómicos que genera a medio y largo plazo.

Las asociaciones vascas entrevistadas reproducen estas mismas críticas. Además, la tesis revela la existencia de una cuarta crítica que las asociaciones feministas vascas reproducen con frecuencia y que está relacionada con la falta de influencia de Emakunde dentro del Gobierno vasco. Por lo general, las agencias de igualdad suelen actuar como agentes intermediarios y como asesores del resto de responsables políticos en materia de igualdad. Estas instituciones diseñan las leyes y los planes de igualdad que se ponen en marcha con cada nueva legislatura, pero carecen de competencias para implementarlos y para sancionar a aquellos poderes públicos que incumplen los compromisos adquiridos. La ubicación de estos organismos en la arquitectura administrativa es otro elemento que determina su capacidad para materializar la transversalidad de género y para rendir cuentas a la ciudadanía. En sus conferencias mundiales, la ONU recomendó que las agencias de igualdad estuviesen adscritas a los estamentos más altos de los gobiernos, a las presidencias, para favorecer que la igualdad de género sea una cuestión nuclear en la toma de decisiones. En el caso vasco, Emakunde nació como un organismo adscrito por ley a la Presidencia. Sin embargo, en septiembre de 2020, el Gobierno vasco decidió reubicar al Instituto en la Consejería de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales. Este cambio puede suponer un retroceso para las políticas públicas de igualdad en Euskadi en la medida en que desactiva una parte importante del potencial de Emakunde.

Las interacciones entre Emakunde y el movimiento de mujeres y feminista vasco en el seno de la Comisión Consultiva

La Comisión Consultiva es el espacio invitado que funciona como principal cauce de comunicación entre Emakunde y el movimiento de mujeres y feminista vasco. En este mecanismo participativo se desarrollan procesos de RSC porque el Instituto informa sobre sus intervenciones y las del resto de poderes públicos en materia de igualdad. Sin embargo, la tesis revela la existencia de déficits en el funcionamiento de la Consultiva que reducen su potencial transformador y que limitan la efectividad de los procesos de rendición social de cuentas. Precisamente, la investigación realizada pone de manifiesto la insatisfacción de una parte significativa del tejido asociativo de mujeres y feminista vasco con los procesos de RSC que Emakunde lidera.

La Comisión Consultiva no representa suficientemente la heterogeneidad del movimiento de mujeres y feminista vasco porque está formada principalmente por asociaciones de mujeres socioculturales, que no necesariamente asumen una perspectiva feminista, y porque hay una clara ausencia de las organizaciones feministas más críticas, los grupos que representan a las mujeres víctimas de la intersección de múltiples desigualdades y las generaciones más jóvenes. Además, este espacio tiene un carácter meramente informativo y consultivo. Las asociaciones pueden trasladar sus críticas y aportaciones, pero su participación no es vinculante y carecen de mecanismos formales para sancionar a Emakunde sin consideran que esta incumple los compromisos adquiridos en los encuentros.

Las dificultades que las asociaciones tienen para canalizar políticamente sus demandas y definir la agenda de los encuentros podría ser fruto de la naturaleza de los espacios invitados, los cuales suelen estar liderados por la administración pública. En el caso vasco, Emakunde se encarga de convocar a las asociaciones y determina los temas que se van a trabajar en las reuniones. Para superar tales limitaciones, la RSC contempla otro tipo de espacios -creados y conquistados- donde las agencias de igualdad tienen algún tipo de presencia, pero que otorgan mayores cotas de autonomía al tejido asociativo. La Ley vasca de Igualdad, aprobada en 2005, contemplaba la creación del Consejo Vasco de las Mujeres. Dicho espacio se diseñó como un mecanismo participativo con personalidad jurídica propia y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines. El Consejo Vasco de las Mujeres podría estimular la independencia de las asociaciones respecto de la administración pública, ya que aquellas serían las encargadas de liderarlo y gestionarlo. Sin embargo, dicho consejo nunca llegó a crearse y en la última modificación de la Ley vasca de Igualdad, aprobada en marzo de 2022, las referencias a este mecanismo participativo desaparecen. Para favorecer la generación de espacios de interlocución más horizontales y efectivos, se recomienda a Emakunde volver a plantear la creación del Consejo Vasco de las Mujeres.

Ayala Maqueda Aldasoro, es doctora en Derechos Humanos: Retos Éticos, Sociales y Políticos por la Universidad de Deusto. El pasado 24 de febrero defendió su tesis doctoral, que lleva por título “Rendición Social de Cuentas y Género en la Comunidad Autónoma Vasca: Evaluación de las experiencias de interacción de Emakunde con el movimiento de mujeres y feminista vasco”, evaluada por las doctoras Raquel Royo Prieto, Eva Martínez Hernández y Ruth Anunciación Iguiñiz Romero.

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