Patxi Lanceros, profesor de Filosofía política y Antropologia y miembro del Centro de Ética Aplicada, reflexiona en este artículo publicado en ‘El Correo’ sobre las manifestaciones de algunos filósofos entorno a la crisis del Covid-19:
Pandemia y filosofía
Las voces negacionistas suenan a bravata ignorante y ridícula
Pasaba un servidor estos días de monacato obligatorio meditando sobre el ser en cuanto ser, dado que una venerable tradición decreta, con insistencia, que un filósofo ha de plantearse tal cuestión si quiere ser alguien, e incluso si quiere ser nadie; y yo, de manera negligente o culpable, ya había postergado durante mucho tiempo ese asunto urgente y crucial.
Pero ni oculto en el domicilio, ni sumergido en las imposibles profundidades de la ontología, puede uno aislarse del murmullo: sí del virus, no del rumor. Y el rumor crecía. No como crecen los datos de la pandemia: el número de infectados, de muertos, el número de parados, el incalculable número de dramas cotidianos. No se trata de esa desgarradora escalada.
No. El rumor que medra, y que me interesa por motivos profesionales –«no es nada personal, solo son negocios»–, es el de unas cuantas voces que, empadronadas en la remota provincia de la filosofía o en alguna circunscripción colindante, se han precipitado casi en tromba a la escena pública con el fin de mostrar lo que (en) la pandemia (se) oculta, lo que usted inadvertidamente padece; o peor: aquello en lo que quizá inconscientemente colabora.