Hoy queremos hacernos eco de la entrevista realizada esta semana por Deia a Geoff Mulgan, Director General de NESTA, la Agencia Británica de Innovación, en relación a la European Social Innovation Competition que se ha celebrado en Bilbao estos últimos días.
En la entrevista, Geoff Mulgan destaca que «la innovación social se perfila como la oleada del futuro«. Este vaticinio, que Geoff Mulgan saca a colación cuando se le pregunta por la financiación de los proyectos de innovación social, lo hizo Ronald Cohen, «uno de los inversores de más éxito de Europa»
¿Son necesarios más fondos públicos para innovación social?
Una parte de la financiación de la tecnología y la ciencia proviene de los estados y otra de compañías privadas, aunque ésta suele llegar en etapas posteriores a la investigación. Del mismo modo, para la innovación social necesitamos fondos públicos pero también nuevas inversiones. Por ejemplo, en el Reino Unido tenemos ahora un banco para la inversión social que está financiado por cuentas bancarias no reclamadas, y resulta que hay 800 millones de euros en este tipo de cuentas.
¿Cree que habrá financiación específica para esta actividad?
Según dijo Ronald Cohen, con la inversión social pasará lo mismo que con el capital riesgo y en el futuro vamos a tener cientos de fondos especializados que invertirán en innovación social, en educación, en salud, en medio ambiente…
¿Es urgente esta inversión?
Europa está gastando miles de millones de euros en investigación aeroespacial, farmacéutica, de nanotecnología… y es ahora cuando se ha puesto con el tema de la innovación social. Tenemos una clara crisis de empleo, necesitamos nuevas ideas y nuevos métodos porque si no estamos tirando por la borda las vidas de millones de personas y sus capacidades. Este año he visto claro que tenemos que ampliar drásticamente la innovación sobre el empleo y poner fin al fatalismo de ‘no podemos hacer nada’.
¿Ha visto buenas ideas entre los proyectos seleccionados en la segunda fase de European Social Innovation Competition?
Esta competición es una herramienta para fomentar la creatividad de millones de personas a través de nuevos modelos de capacitación, de relación de trabajadores y empleadores e incluso de nuevos tipos de empleo. No puedo hacer un comentario sobre ideas específicas, porque el proceso sigue abierto y sería injusto, pero sí veo que hay temas en común, como el uso de internet, la utilización de recursos infrautilizados, la creación de oportunidades de empleo para discapacitados, refugiados o gente mayor… lo bueno es que hay mucha creatividad y lo sorprendente es que ninguna de estas ideas tenga el apoyo de instituciones públicas o de empresas.
Este año la competición se centra en la búsqueda de soluciones para el desempleo, pero ¿qué pasa con los otros problemas sociales?
Las organizaciones de innovación social de toda Europa están dedicándose a 4 o 5 temas específicos, a retos como el envejecimiento, la inmigración, la integración, el medio ambiente, la juventud y el empleo. En todos estos campos hay experimentación para generar nuevas ideas, pero descubrir qué es lo que funciona o cómo desarrollar una idea buena surgida en Bilbao, Italia o Finlandia es la tarea de Europa para los próximos 10 años.
¿En la práctica existe mucha diferencia entre los países que cuentan con agencias de innovación social y los que no la tienen?
Sí, y de hecho muchos países que no tienen este tipo de instituciones están tratando de crearlas. A veces estas agencias están impulsadas por los gobiernos, otras veces por la filantropía y en ocasiones por empresas.
¿Se ha avanzado mucho gracias a la labor de las agencias?
Yo empecé a venir al País Vasco para tratar con gente involucrada en la innovación social hace unos 8 años. En esa época se hablaba mucho pero había poco apoyo institucional. Ahora hay una oficina para la innovación social en la Casa Blanca, financiación gubernamental en muchos países, equipos dentro de gobiernos desde Colombia hasta Finlandia, tenemos bancos de inversión, empezamos a crear parques de innovación social, hay políticos que la apoyan, como el alcalde de Seúl, la innovación social está en la agenda del G-8… todo esto supone un gran avance en comparación con la situación que teníamos hace 5 o 6 años, pero todavía hay mucho camino que recorrer.
¿Hay que dejar la innovación social en manos de entidades sin ánimo de lucro?
No, las compañías privadas han tardado en entender la innovación social, pero hay buenos ejemplos de acciones corporativas.
Fuente: Deia