Nuestra invitada de hoy es Jacqualine Kopcho, que participó en el Programa de Lengua y Cultura Españolas de la Universidad de Deusto hace 15 años. ¡Gracias por compartir tu experiencia con nosotros!
Puedes encontrar el testimonio original aquí.
«Han pasado unos 15 años desde que estudié en Bilbao y los efectos de ese viaje aún resuenan en mi vida. Cuando decidí estudiar en el extranjero, mi prioridad era Florencia (Italia). Tenía amigos que estarían allí, y pensé que la primera vez fuera de casa, estaría más cómoda rodeándome de caras conocidas. Después de que la Universidad de Fordham me dijo que Florencia, y en general estudiar en el extranjero no era posible debido a mi GPA, me sorprendí. Sin embargo, decidí que mi universidad no me impediría participar en lo que podía ser uno de los momentos más emocionantes de mi vida. Les dije que estudiaría en el extranjero, y tras semanas de idas y venidas, me dijeron que su escuela hermana en Bilbao (España) me aceptaría. Enseguida busqué en Google «¿Dónde está Bilbao, España?», pero no importaba. ¡Iba a estudiar en la Universidad de Deusto!
Llegué a Bilbao a principios de enero de 2006 con la mente abierta, muchos nervios y un nivel de español insuficiente. El personal del CIDE de la Universidad de Deusto me recogió en el aeropuerto e hicieron que mis primeros pasos en este país desconocido fueran muy bien recibidos. Su entusiasmo y perspicacia fueron de mucha ayuda mientras me familiarizaba con los cursos, la ciudad, el sistema de transporte y la hermosa Universidad. Las clases fueron un reto, pero siempre tenía un compañero que me ayudaba. Al final de mi estancia, me alegra decir que mis habilidades en español habían mejorado notablemente, y me sentía mucho más segura al hablar el idioma.
Durante el programa, viajé a muchos lugares fabulosos. Como clase, recorrimos lugares de toda España en frecuentes excursiones, aprendiendo sobre las diferentes culturas e historias sociales y comerciales de las ciudades. Uno de mis viajes favoritos fue a Hondarribia. Las casas y los negocios del barrio de los pescadores son únicos y coloridos, y los árboles no se parecen a nada que haya visto antes.
Sin embargo, puedo decir que hay dos cosas obvias que han tenido un gran impacto en mí, tanto en 2006 como todavía a día de hoy: las personas que conocí y la empatía que aprendí a tener.
En Bilbao conocí a algunos de mis mejores amigos. Me ayudaron a superar las clases, viajaron conmigo por Europa, me acogieron e hicieron sentir bienvenida en una ciudad extranjera y me ayudaron en mi crecimiento personal y profesional. Casi 15 años más tarde, seguimos manteniendo el contacto (prácticamente a diario), nos vamos de vacaciones juntos, confiamos los unos en los otros, ¡y a menudo recordamos nuestra estancia en el norte de España! Ha sido una bendición ver a cada uno de mis compañeros crecer hasta lograr ser las personas que son hoy, y estoy emocionada por ver lo que está por venir.
Además de mis amigos, Bilbao me nutrió para ser una persona más empática. Cuando bajé del avión en 2006 me dirigía hacia lo desconocido. Tuve que experimentar diferentes culturas en idiomas desconocidos y con gente de diferentes ámbitos de la vida. Como nada me resultaba familiar, pude acercarme a todo ello como si fuese la primera vez. Tenía los ojos siempre bien abiertos, tratando de entender las culturas, la forma en que la gente hacía las cosas y sus experiencias relativas. Al salir de mi zona de confort y experimentar cosas nuevas, pude ver el mundo de una manera que nunca hubiera podido si en lugar de en Bilbao, hubiese estado en Florencia con mis amigos de casa. Hoy en día, sigo abordando todas las situaciones de la vida y los negocios con la misma perspectiva. ¿Cómo piensa la gente? ¿Qué sienten? ¿Cómo puedo entender su perspectiva? Todo esto me ha convertido en una mejor mujer de negocios, socia, amiga y viajera del mundo.
Sin dudarlo, puedo decir que mi estancia en Bilbao fue el momento más transformador de mi vida».