José María Vera, director ejecutivo de Oxfam Internacional, advierte de que existe el riesgo de que la agenda de los ODS “se domestique” y se convierta sólo en “una agenda nacional” por efecto de la pandemia de la COVID-19.
En una entrevista con el Centro de Ética Aplicada, Vera recuerda que la Agenda 2030 tiene “la virtualidad de ser universal» con «un marco que nos ayuda y exige a todos avanzar en una dirección”. «La agenda 2030 no puede ser una agenda de cooperación, ni puede ser solamente una agenda fundamentalmente doméstica, sin una contribución a los objetivos en el mundo y en países de especial fragilidad que sea muy significativa”, señala.
En este sentido, el responsable de Oxfam lamenta que la mayoría de los gobiernos no pone su foco en lo que ocurre fuera de sus fronteras. España, por ejemplo, “está impulsando iniciativas positivas, con un discurso avanzado” en relación a los ODS, pero constata que “esas palabras, sin fondos, acaban siendo palabras vacías”. “En el contexto internacional, así se siente, tienes valor si lo refrendas no sólo con la palabra sino con la financiación”, destaca.
La situación en América del Sur
Vera recuerda los efectos que está teniendo la pandemia en poblaciones ya de por sí vulnerables. En las últimas semanas el coronavirus ha experimentado una fuerte expansión en zonas de América del Sur como Brasil, Ecuador o Perú, donde existen sistemas de salud “no solamente frágiles, sino tremendamente desiguales”.
“Ahí vemos lo que pasa cuando no hay sistemas de salud pública universal. Que quien puede pagar tiene acceso, en el futuro a una vacuna, ahora a los test, a tratamientos y a una hospitalización. Y quien no puede pagar, no. Esto tiene un efecto que multiplica el del propio coronavirus”, señala.
En los países africanos, sin embargo, el coronavirus no ha tenido una afección tan importante, probablemente porque tomaron medidas con “una anticipación mayor”. “Se encerró a la población antes y quizá están menos expuestos a los viajes internacionales”, explica el responsable de Oxfam, quien no obstante recuerda que están por ver los efectos que tendrá la llegada de la época invernal al sur de este continente.
Cierre de rutas
Más allá del virus, la COVID-19 ha provocado que, en los países afectados por conflictos y crisis climáticas, exista una mayor dificultad para hacer llegar la ayuda humanitaria por el cierre de rutas. “Los gobiernos o partes en conflictos están usando la pandemia para restringir un acceso humanitario que ya estaba muy restringido en estos últimos años, aunque el virus no se despliegue con toda su fuerza, su efecto indirecto es devastador”.
Constata, además, una tendencia al “autoritarismo en algunos países”, en los que se utiliza la crisis sanitaria como excusa “para restringir las libertades individuales y los derechos civiles, con amenazas incluso de una reversión en la propia democracia” en casos como Brasil o India.
El efecto en la cooperación internacional
El panorama de la cooperación internacional también se ve afectado por la crisis derivada de la pandemia. Hay una caída de las donaciones, “todavía no muy significativa”, a lo que se añade, en el caso de Oxfam, que “las tiendas han estado cerradas y los eventos de captaciones de fondos como las carreras no se pueden hacer”.
La planificación estratégica de esta ONG “se ha visto acelerada por la situación financiera” existente, de manera que en los próximos dos años cerrará oficinas en diferentes países. No obstante, seguirá trabajando en estos lugares con «aliados y organizaciones locales», tal y como tenían previsto antes de la pandemia.
Vera lamenta que, como en el caso de los gobiernos, si el interés doméstico siempre ha sido prioritario, en una situación como la actual todavía más. Esto hace que «nadie esté mirando el exterior». “Ese foco puesto en lo que ocurre dentro de las fronteras, que es absolutamente indispensable, no debería quitar que tuviéramos ese sentido de responsabilidad global, de humanidad”, concluye.