La campaña electoral de las fuerzas estatales sigue siendo el principal combustible que alimenta el contexto político de las próximas elecciones locales. Por desgracia, sigue siendo un combustible contaminante que impide que emerja y se consolide una agenda local que ayude a detectar mejor a los malos gestores municipales. Lo peor es cuando se utilizan presuntos intereses locales para armar una batalla electoral que trascienda a todo el territorio. Lo normal es que se elijan temas donde cada partido estatal cree que tiene una mejor reputación que su rival o donde la posición sobre ese tema se cree más cercana a una mayoría social.
La estrategia del Partido Popular introduciendo la crisis climática y la conservación del medio ambiente en campaña es difícil de entender atendiendo a estos parámetros. Ha activado el altavoz de su Gobierno andaluz para que se escuche bien fuerte que el desarrollo económico está muy por encima de la protección del medio ambiente. Ha activado una iniciativa legislativa temeraria que prevé legalizar mil hectáreas de regadío en el entorno de un parque, el de Doñana, en peligro de desertización. Busca que la todavía balbuceante conciencia ambiental de la ciudadanía de muchas partes del Estado gire hacia un interés cortoplacista que obvia todas las advertencias de científicos y expertos relacionadas con la emergencia climática. Una irresponsabilidad.
Es verdad que la opinión pública española, también la vasca, simpatiza con la causa climática. Por ejemplo, el 66% de la ciudadanía vasca cree que el cambio climático ya tiene un efecto en su vida diaria y el 90% considera urgente la implementación de nuevas medidas. Los valores ecologistas son mayoritarios dentro de los votantes de los principales partidos, incluidos los vascos. Y también es mayoritario y transversal el apoyo a medidas como la expulsión de los coches del centro de las ciudades o el aumento de la presión fiscal a las empresas más contaminantes. También en Euskadi. Pero no son opiniones intensas ni cristalizadas. No forman parte todavía de nuestra identidad. En un contexto económico adverso, la capacidad de penetración de los discursos populistas que desdeñan la urgencia climática aumenta.
Por eso es bueno que en los debates políticos relacionados con el medio ambiente se conteste con toda la información disponible y que se visibilicen las compensaciones que se proponen para que no cale en la ciudadanía que la conservación del medio ambiente es cosa de ricos. El problema es que ningún partido en España ha conseguido ser el referente de las posiciones que hay que tener en relación a la defensa del medio ambiente y la mitigación de la crisis climática. Y en Euskadi tampoco tenemos a ese partido. La última vez que se preguntó a la ciudadanía vasca qué partido estaba mejor preparado para afrontar el cambio climático en Euskadi, el 55% contestó que ninguno.
Artículo publicado en El Correo (18/04/2023)
Braulio Gómez