Según T. Mann, Jacob y José serían figuras lunares, frente a Esaú y los hermanos de José que serían solares (patriarcales). También el Tristán de Wagner estaría bajo la concepción lunar (véase al respecto J. Campbell, Las máscaras de Dios).
(De Interludio: Razones afectivas, #28)
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Mi obrita El matriarcalismo vasco es el ejemplo de cómo no hacer antropología: pues una antropología científica hubiera consistido en recontar el número exacto de madres vascas y dejarse de mitos, arquetipos y símbolos colectivos.
(De Interludio: Razones afectivas, #130)
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La Historia es la crónica de lo que pasa: como si lo que pasa fuera lo más relevante. Lo más relevante es precisamente lo que no pasa: y allí sólo accede el símbolo.
(De Interludio: Razones afectivas, #22)
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Basándonos en que los nazis apelaron al «buen sentir» del pueblo alemán, desacreditamos los sentimientos en nombre de la razón. Como si los crímenes nazis no se hubieran realizado por falta de sentir y fallo del sentimiento —en el nombre de una razón desafecta—. (Precisamente si de algo puede acusarse a la filosofía alemana es de intelectualista y poco sentimental en general).
(De Interludio: Razones afectivas, #15)
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La opinión pública no siempre es la publicada: pues no siempre coincide la opinión republicana con la opinión publicana o escribana, es decir, con la opinión de los escribas o publicanos.
(De Interludio: Razones afectivas, #14)
La civilización se inauguró el día en que alguien decidió lanzar contra su enemigo un adjetivo en lugar de una flecha. (El País Solemne, 10-3-95). Y esa civilización acabó en barbarie cuando ese adjetivo lanzado no era como una flecha (simbólica) sino una/otra flecha. (Que sólo la flecha convertida en flechazo, queridos paisanos, nos civiliza irrealmente durante un lapso de tiempo).
(De Interludio: Razones afectivas, #10)
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El sentido del mundo no radica en él, sino fuera de él. (L. Wittgenstein, Diario filosófico). Para mí el sentido del mundo está fuera y dentro del mundo: atraviesa el mundo como su dirección.
(De Interludio: Razones afectivas, #8)
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Los aforismos como aforistmos: istmos del sentido. Sentido posibilitado por el agua, que es lo que une y separa los contrarios a modo de relación aferencial en la que se destaca la referencia terrácea o promontorio significativo
(De Interludio: Razones afectivas, #7)
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Aforismo es límite y horizonte, frontera y apertura: de apo (desde y fuera de) y horidso (poner límite y horizonte). O el aforismo como lenguaje que se coloca desde el límite y fuera de él, en el horizonte que nos enmarca y descubre una visión amplia. Por eso el auténtico aforismo como lenguaje-límite precisa de interpretación, como dice Nietzsche. Así pues, el aforismo debe ser interpretado porque es interpretación o interposición, lenguaje intercalado entre nosotros y la realidad: lenguaje horizontal y no vertical, lenguaje transicional. (Para Aurelio Alzola).
(De Interludio: Razones afectivas, #6)
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En Antropología hermenéutica sitúo la interpretación como mediación entre la implicación y la explicación, entre el pasado arraigador y el futuro desligador: en un presente móvil situado en la apertura de los contrarios y su articulación cuasi lingüística (relacional). Un presente no cósmico o reificado, sino presentido (que no resentido o cerrado), es decir, implicativo o asuntivo.
(De Interludio: Razones afectivas, #1)
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