La semana que viene comienza la Primera Escuela de Empresas Sociales Deusto Push en la Universidad de Deusto de Donostia y queremos que conozcáis a los protagonistas de la historia.
Nos entrevistamos con Amalio Rey, uno de los mentores formadores de Deusto Push:
1-. ¿Cuál es tu trayectoria dentro del mundo del emprendimiento social?
En mi CV aparecen pocas menciones a este asunto. No tengo un trackrecord formalizado en ese sentido. Pero sí que me siento un “emprendedor social” porque fundé hace 8 años una empresa (eMOTools) que siendo una SL, ha tenido siempre una fuerte vocación de “empresa social”. Trabajo por promover modelos de “innovación humanista”, o sea, centrados en las personas. Digamos que ese es el karma que guía todo lo que hago. Además, simpatizo y participo (muy modestamente) en movimientos de “activismo social” que buscan reducir la desigualdad y luchar contra la injusticia. Por último, me gusta investigar y escribir sobre esto. Aquí tenéis algunos artículos que pueden servir de pistas sobre lo que pienso del tema: 1, 2, 3 y 4.
2-. ¿Cómo entiendes el emprendimiento social? o ¿dentro de qué características concretas lo englobas?
Para mí, un «emprendedor social» no es necesariamente una persona que crea «una empresa» (entiéndase «empresa» como «empresa») con fines sociales. Un emprendedor social puede lanzar un proyecto, un simple proyecto, que gestiona con una “actitud de emprendedor”, es decir: 1) asumiendo riesgos, 2) siendo innovador y 3) perseverando en su empeño. O sea, hay muchos «emprendedores» que lo son no porque creen «una empresa» sino porque gestionan proyectos culturales, sociales, cívicos, empresariales o políticos con ese espíritu.
Así que por dejar esto claro, pienso que no se debe equiparar «emprendedor social» con «empresa social». El primero es un término muchísimo más amplio, y se proyecta por múltiples canales, y uno de ellos es el liderazgo de proyectos que no conllevan la creación de una empresa propiamente dicha. Por supuesto que también puede entrar entre sus motivaciones fomentar “empresas sociales”, pero es sólo uno más de los posibles caminos.
Tampoco me gusta que se intenten hacer acrobacias con el término «ánimo de lucro» para intentar quedar bien con todo el mundo. En mi opinión, el término mismo es una perversión si hablamos de «emprendedores sociales». Pienso que una «empresa social» no puede tener como objetivo el «ánimo de lucro». Lo podrá declarar formalmente a la hora de optar por una figura jurídica, muchas veces porque son contenedores más flexibles que las organizaciones no lucrativas, pero el lucro (por definición) no puede ser el fin de una «empresa social». A mí me parece un contrasentido, un oxímoron. Y ojo, la equivocación puede venir de confundir «ánimo de lucro» con «viabilidad económico-financiera», que sí es algo que una organización o proyecto tiene que vigilar si pretende ser independiente. Pero bueno, es mi opinión, seguramente muy discutible.
Me quedo sobre todo con la idea de la reinvención, de romper esquemas y de pensar fuera-de-la-caja que distingue a los buenos emprendedores. Y la parte “social” se explica por esa intención de mejorar el mundo en el que vivimos aportando más justicia y bienestar integral.
3-. ¿Cómo pueden abordar las empresas sociales el reto de la sostenibilidad sin perder su base de valores?
Como puedes intuir de mi respuesta anterior, las palabras no son inocentes e insisto en que tenemos que cuidar muy bien cómo las usamos. Por ejemplo, decir que en el mundo del emprendimiento social hay una carencia de “disciplina de negocio” es algo muy distinto que pensar que lo que falta es una “disciplina de gestión”.Si hablamos de “negocio” en vez de “gestión”, estamos generando confusión y la figura del “emprendedor social” se desenfoca. Esto no quita que podamos importar (y adaptar) metodologías como los llamados Canvas para bocetar «modelos de negocio” (que yo, en este contexto, llamaría “modelos de gestión”), porque sigue habiendo la necesidad de generar ingresos que permitan financiar el proyecto o empresa, pero evitaría usar términos que tienen una connotación muy asociada a la rentabilidad económica; cuando el emprendedor social lo que tiene que cuidar es la “sostenibilidad”, y no la «rentabilidad».
4-. ¿Y, cómo pueden las empresas escalar su impacto siendo fieles a sus principios sociales?
En cuanto al desafío de la «escalabilidad» de los proyectos sociales, se trata de un tema incipiente y complejo. Por eso probablemente tenemos todavía más preguntas que respuestas. Tiene un lectura positiva, y es esa intención legítima de querer extender el impacto de un proyecto para que cambie más y mejor la sociedad. Pero también suele haber una lectura viciada, y es la que heredamos de la dictadura de los números, de la hoja de cálculo que tan presente se ha vuelto en las escuelas de negocio.
El “escalado” o crecimiento no tiene por qué ser un objetivo per se. Pienso que tienen un gran valor las microintervenciones con un fuerte sentido humano, que funcionan a escala pequeña y que contribuyen a cambiar la vida de un número limitado de personas. Y lo que es más importante, para que el escalado sea posible hace falta un modelo escalable o replicable, que no siempre existe, ni tiene por qué existir. A menudo el enfoque es muy idiosincrásico, es decir, que depende de personas con nombres propios, y a las que no les interesa “comerse el mundo”, sino que se sienten realizadas operando a escala pequeña. Esta opción-“micro” es tan válida y legítima como la “macro”, así que es muy importante no forzar itinerarios que pretendan estandarizar comportamientos, ni generar una presión no constructiva sobre los emprendedores.
Por otra parte, pienso que la «escalabilidad» de un proyecto de emprendimiento social tiene muchos matices, y la mayoría son distintos a los empresariales. El asunto hay que analizarlo desde una mirada fresca, que no esté contaminada por la «obsesión por el crecimiento» que existe en la empresa. Hay que explorar canales nuevos, porque las motivaciones son distintas. Las empresas que crecen bien lo hacen por muchas razones, pero (simplificando) la principal suele ser la necesidad de aprovechar economías de escala. Ese «driver» en el emprendimiento social, a mi juicio, pierde cierta importancia. Ahí hablamos, por definición, de otras razones. Como puedes apreciar, soy de la «escuela crítica» a la hora de equiparar ambas lógicas, porque las premisas y los fines son bastante distintos. Los canales o modelos de crecimiento que usa la empresa (incluidas las razones de por qué lo busca obsesivamente) puede que no sean el mejor ejemplo para trabajar modelos de emprendimiento social.
5-. ¿Cómo vas a abordar tu sesión? ¿Qué esperas? ¿Qué buscas?
Me ha gustado que me invitarais, y estoy encantado de compartir esta reflexión con los emprendedores. Éste es un tema que me interesa mucho porque se trata de organizaciones que responden a modelos organizativos «híbridos» (y por lo tanto ambiguos y difíciles de codificar), y a mí lo híbrido siempre me atrae porque está lleno de paradojas y contradicciones.
La sesión va a ser muy práctica. En formato de taller, compartiendo experiencias que sean aplicables a los proyectos. No va a haber una ponencia o charla previa, sino que toda la conversación va a versar alrededor de los proyectos.
Me gustaría ayudarlos a discernir qué es “gestión” y qué es “negocio”, con el fin de evitar el traslado abusivo de lógicas empresariales al mundo del emprendimiento social. También hay un atributo en el que quiero detenerme: los buenos emprendedores sociales son geniales conectores de recursos y capacidades. Son expertos-generalistas, grandes “hibridadores”, porque saben conjuntar las piezas necesarias para que sus proyectos sean viables desde una capacidad innata para motivar. De eso vamos a conversar también.
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Amalio forma parte del primer módulo de Deusto Push relacionado con la escalabilidad, donde nos hablará del crecimiento en empresas sociales y, más concretamente, de la hibridación y expansión de éstas.
Amalio Rey es director de eMOTools, una organización que innova en el mundo 2.0
Más información: Blog de Amalio Rey
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Algo que admiro de Amalio Rey y de otros emprendedores y emprendedoras sociales es su capacidad para dar sentido abierto a conceptos e ideas que el conocimiento social condiciona a una permanente revisión. Gracias por la estupenda entrevista.
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