“Como cada mañana, se acercó a su mesa buscando un hueco entre las pilas de papeles y post-its desperdigados para apoyar su taza de café, taza que al igual que su camiseta negra era un alegato al SW libre, o a no sé qué comunidades de nombres exóticos. Las dos enormes pantallas dominaban el escritorio, y mientras el aspecto de una de ellas era más parecido a una lista de teléfonos con interminables líneas de código, la otra era una paleta cromática llena de decenas de minúsculos iconos y notas. El cursor parpadeaba en la pantalla invitando a una nueva jornada de trabajo…”

Leyendo este párrafo, que podría ser el comienzo de una novela, no habrás tenido gran dificultad para saber que el personaje trabaja en el ámbito de la ingeniería o de la informática. Correcto. Y seguramente has imaginado su aspecto, su edad, tal vez su nombre, Iker, Diego, tal vez Eneko… Seguramente no has imaginado que se llamaba Ana, Ainhoa, Iraide. Seguramente has imaginado un personaje masculino y no uno femenino. Es curioso, el texto no ofrece ninguna referencia sobre el género del personaje, pero sin embargo nuestro contexto social y cultural nos hace proyectar inconscientemente la idea de que este ingeniero o informático es un hombre. Más aún, seguramente lo imaginamos como un “freaky”, algo aburrido, raro y con pocas habilidades sociales.

Este es sólo un ejemplo de lo integrado que tenemos en nuestra sociedad que la ingeniería (y en general las profesiones STEM, Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas), “son cosa de hombres”. Pero, ¿es cierto que los hombres estamos mejor dotados para desarrollar estas profesiones? No conozco ningún estudio científico que demuestre esta hipótesis, y de hecho existen estudios que muestran que los resultados en materias STEM en chicos y chicas antes de llegar a la escuela secundaria son equiparables. Por otra parte, en mi carrera profesional he tenido la oportunidad de trabajar y colaborara con mujeres, excelentes profesionales de la ingeniería y de la ciencia, y con algunas no tan excelentes, al igual que otros hombres.

Lo que sí parece cierto es que todavía a día de hoy el número de mujeres en profesiones STEM es muy inferior al de hombres, (en torno a 1 mujer por cada 3 hombres según algunos estudios), por no hablar del nivel de responsabilidad, remuneración y reconocimiento, en donde la brecha es aún mayor. Pero, ¿tiene algún sentido que esto sea así a día de hoy? Definitivamente, no.

En una sociedad que garantice igualdad de oportunidades, y por tanto una sociedad que es capaz de crear las condiciones y el contexto adecuados, no es aceptable que las mujeres tengan un menor acceso a las profesiones STEM. Pero no sólo no es justo, sino que además es necesaria su colaboración, ya que las previsiones y los informes de organismos tanto internacionales como locales nos alertan sobre la falta de profesionales cualificados en áreas STEM en los próximos años. Existiendo una fuerte demanda, ¿por qué no aprovechar esta oportunidad? Por último, la incorporación plena de la mujer en las profesiones STEM va a aportar diversidad, de género en este caso, pero diversidad, que enriquezca y haga evolucionar las profesiones adaptándolas a los retos de un mundo cada vez más incierto y complejo. ¿Podemos permitirnos el lujo de no incorporar las capacidades que aportan estas mujeres STEM? En mi opinión, no.

Para terminar con esta reflexión, me surge la pregunta quizás más importante, ya que es la que llama a la acción. ¿Qué podemos hacer para que las profesiones STEM no sean una “cosa de hombres”? Sí, ya sabemos que es un tema complejo, difícil, que requiere esfuerzos de los gobiernos, de las organizaciones, de las grandes empresas. También sabemos que la educación sin duda juega un papel crucial, y que para ver resultados hace falta que pase mucho tiempo. Más allá de estas “razones”, o tal vez excusas, ¿qué puedo hacer yo, que puedes hacer tú para cambiar esta situación?

Tal vez, desde el ámbito profesional tienes responsabilidad sobre algunos procesos de selección y sobre la evolución profesional de personas en el ámbito STEM. ¿Eres sensible a esta situación, o más bien sigues la corriente sin cuestionar por qué? Si eres mujer, ¿no te ocurre a veces que te cuesta expresar tu punto de vista, y prefieres pasar desapercibida, asumiendo que estás en un “mundo de hombres”? Si eres hombre, y al igual que yo no has experimentado en primera persona este desequilibrio, ¿eres sensible, escuchas la realidad que viven y transmiten nuestras colegas mujeres en el ámbito de STEM? ¿Realmente las percibes como colegas? Y por último, como ciudadanas y ciudadanos, ¿no dejamos pasar o callamos tantas veces ante chistes, comentarios, burlas en las redes sociales, etc., que no hacen sino alimentar ese peligroso prejuicio de que la “ingeniería es cosa de hombres”?

 

***César Sánchez es Ingeniero de Telecomunicación y desde 2015 es Gerente de DeustoTech. Ha desarrollado su carrera el área de I+D y Tecnología, con responsabilidades en Dirección, Gestión y Desarrollo de Negocio. Con un enfoque en la Innovación y la transformación ha participado activamente en el lanzamiento de start-ups y spin-offs.