Esta semana he tenido la suerte de comer con un Premio Nacional de Diseño. Cómo valenciano que es, no pude evitar preguntarle qué opinión le merecía la trama de corrupción en su comunidad y el impacto que había tenido el reciente fallecimiento de una de sus representantes institucionales. El ingenio, la ironía y la amplísima cultura de Nacho hicieron las delicias de nuestra comida, en la que nos reímos a la vez que reflexionamos, creo, en profundidad. Él argumentaba que la corrupción en su comunidad, y desde luego más tarde todos coincidimos en que el general en nuestro país, se debe ni más ni menos la banalidad del mal. Esta expresión fue acuñada por Hannah Arendt, periodista judía, en el juicio del nazi Eichmann en Jerusalén en 1961. Según esta periodista este hombre no era un monstruo, tampoco sus actos eran disculpables, ni el inocente, pero estos actos no respondían a su inmensa crueldad sino a su inversión en un sistema injusto libro tal como fue el gobierno nazi. No se preocupaba de las consecuencias de sus actos sino que el cumplimiento de las órdenes. Hacía lo que le parecía que tenía que hacer, las consecuencias no eran su responsabilidad.

Así es como Nacho Lavernia nos explicó cuál era el funcionamiento de la corrupción en nuestro país. Muchas de las personas que han asumido cargos políticos no tenían un profundo conocimiento de lo que son las reglas democráticas ni un respeto por las instituciones, por lo que ellos iban haciendo lo que su partido su entorno les iba diciendo. Sin pretender hacer el mal. Pero sin ninguna responsabilidad sobre las consecuencias de sus actos podían tener en la sociedad.

Y todo esto me lleva a pensar que lo que ocurre, de hecho en nuestra sociedad, respecto a la igualdad de oportunidades del hombre y la mujer es, en gran medida, consecuencia de la banalidad del mal. Y me refiero al mecanismo psicológico más que a los hechos concretos, ya que estos no me parecen comparables. Creo que hay pocas personas que tengan realmente mala intención en relación al papel de la mujer en nuestra sociedad occidental. Creo que la mayoría se deja llevar por patrones antiguos, estructurales y que apoyan la desigualdad desde un inconsciente colectivo en el que los referentes históricos en casi todos los campos son hombres, en el que lenguaje es masculino, en el que los grupos de poder son básicamente dominados por hombres…. Y un largo etcétera que nos parece normal y/o, simplemente, contribuimos con él. Precisamente hoy leía en El País que el 25 de noviembre es el día mundial de la violencia contra las mujeres en memoria del asesinato de tres activistas políticas y una familia dominicana en 1960. Una hija de una de las tres asesinadas, actualmente profesora universitaria, afirmaba que Trujillo había intentado poseer a su madre y ella se había permitido el atrevimiento de rechazarlo… y lo rechazó también en el plano político. Los escuadrones enviados por el dictador mataron a Minerva Patricia y María Teresa Mirabal a golpes. Crueldad infinita. 25 años después, aunque nos parezca lo contrario, los derechos de las mujeres siguen siendo algo en lo que trabajar y mejorar.

Os invito a ser conscientes y contribuir de una forma efectiva en una sociedad más igualitaria y por lo tanto más rica, más creativa y más justa. Hagamos conscientes a la infancia y adolescencia que crece en nuestra sociedad del inconsciente colectivo desigualitario. Evitemos la banalidad del mal en este y cada uno de los aspectos de nuestra vida.

 

*Cristina Giménez Elorriaga, Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Deusto (UD). Máster en Ocio y Potencial Humano por la UD-Katholieke Universiteit Brabant (Holanda)- Vrije Universiteit Bruseels (Bélgica). Licenciada en Psicología, por la Universidad de Deusto. Premio Nacional a la Investigación Cultural de la Sociedad General de Autores. Profesora en distintos másteres y cursos. Autora de estudios y proyectos culturales para instituciones públicas y privadas. Actualmente trabaja en la Universidad de Deusto, Facultad de Ingeniería, como Responsable de las Relaciones Universidad-Empresa. Coordinadora del proyecto MUJERTEKSPACE cofinanciado por el FECYT, Promotora de ForoTech y del Premio Ada Byron a la Mujer Tecnóloga en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Deusto.