Durante casi dos décadas de experiencia profesional trabajando no solo como asesora en género, sino transversalizando el género en proyectos locales y europeos multidisciplinares, investigaciones e iniciativas he podido ser una observadora privilegiada de la evolución de su necesidad, progresiva valorización y profesionalización. También de las resistencias, calculada frivolización, intrusismo y fragmentación de acciones y discursos que se han sucedido. Justo cuando se necesita mayor rigor en el conocimiento especializado, los abordajes y la imagen a nivel público y privado, local e internacional, desde el gobierno, la academia, la empresa o el tercer sector. No hay que olvidar que en última instancia hablamos de impacto en derechos, valores, políticas públicas y presupuestos para toda la ciudadanía.
Han pasado casi quince años desde el primer proyecto europeo en el que participé sobre Género, Ciencia y Tecnología, Ematek, donde sumaron fuerzas de manera pionera y en ocasiones a tientas algunos de los principales centros tecnológicos de Euskadi y otros actores claves. Un ámbito, la Ciencia y Tecnología, que mueve miles de millones de euros a nivel internacional, europeo, estatal y local, donde todas las perspectivas de la igualdad de género siguen siendo una asignatura pendiente llena de posibilidades. Las cifras, datos y diagnósticos están ahí hace años y en varios idiomas. Un marco donde ya existen especialistas en género de sobrada trayectoria que pueden asesorar y acompañar los procesos, especialmente desde su diseño si lo que se quiere es lograr eficacia y resultados genuinos, sostenibles y con vocación de institucionalizarse. No hay que olvidar que partimos además de un imperativo legal: el cumplimiento de las obligaciones adquiridas por los estados en el marco de la CEDAW, así como de sus ordenamientos constitucionales, leyes y desarrollos legales multinivel en materia de igualdad.
Sin embargo, aunque la Ciencia y la Tecnología está llena de especialidades y especialistas custodios de su expertise, exigentes con el rigor debido en cada disciplina y con el quien es quien en cada ámbito, que marcan líneas rojas sobre el conocimiento, no parecen aplicar a menudo el mismo baremo para los estudios de género, sus especialistas ó los conocimientos necesarios para diseñar y liderar dichas iniciativas. Siendo los estudios de género una disciplina con una tradición de décadas en la academia EE.UU. y europea mucho mayor en ocasiones que algunas de las especialidades STEAM. Sustituyendo en demasiadas ocasiones el conocimiento mínimo necesario por la buena voluntad, el tocar de oído y la ilusión por hacer las cosas bien. Criterios muy alejados del rigor necesario a la hora de abordar iniciativas serias en la materia; un todo vale que parece esquivar la especialidad para simplificar el camino sin estorbos, independientemente de los resultados.
Pero las especialidades de Género son como las Ingenierías: igual que hay eléctricas, mecánicas, industriales, de minas o informática…, hay especialistas en genero que trabajan en violencia contra las mujeres, urbanismo, medio rural, ciencia y tecnología, economía, envejecimiento, empresa, estadística o desarrollo. Un mundo. Con una base de conocimiento común compartida, pero a quienes no se les ocurriría abordar otras temáticas que no conocen en profundidad, por rigor científico y por pudor. En suma, la incorporación de la perspectiva de Género en Ciencia y Tecnología no puede ser solo un pretexto o un adorno, muy al contrario es una herramienta fundamental para la transformación social que hay que tomarse con toda seriedad. Démosle reconocimiento, poder, recursos, conocimiento y espacio.
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